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Cuando abren sus puertas, el rugido de las máquinas se esparce por el polígono de Armilla, como agua liberada de una presa. Dentro, Manu y Javi bajan con cuidado un brillante coche rojo por la rampa del banco de pruebas azul. «¡Perfecto!», les grita Juan Garrido (Granada, 1989), con un fuerte pero cuidadoso golpe sobre el techo del vehículo. Acto seguido, Garrido abre el capó y observa el interior con el orgullo de un padre: «Está al noventa por ciento –dice–. En nada empezaremos a probar nuestro motor en carretera. Sigue siendo el mejor motor de combustión interna que existe en el mundo». Después, levanta la vista y señala al cielo de la nave, por encima del coche, donde descansa un avión ligero en el que se lee perfectamente 'Innengine'. «Estamos creciendo –añade, divertido–. Ahora también hemos revolucionado la aviación».
Tras diez años de trabajo en investigación y desarrollo de una patente, el motor Innengine, con una inversión privada de más de tres millones de euros, el invento de Garrido deslumbra cada día a más sectores de la industria. Hace un año avisaron del impacto que iba a producir en la automoción su motor de combustión interna en cuatro tiempos: un 70% menos de componentes, más pequeño y ligero, con cero vibraciones, mucha menos contaminación, una potencia específica insuperable y una bajada de consumo de entre un 10 y un 15% con respecto a un motor convencional. «Aporta todas las ventajas de un coche eléctrico y todas las de un motor de combustión», apunta Garrido. Pero, ¿por qué? «Para un coche convencional no hay duda –sigue–. Y, en el caso de los eléctricos, nuestro motor funcionaría como range extender, es decir, como una especie de híbrido. Con la batería eléctrica cubrirías los 35 kilómetros de media que se hacen diariamente en ciudad. Y nuestro motor se activaría en caso de querer ir a Madrid o a Francia o a donde sea, sin necesidad de preocuparte por la carga. Así eliminas el peso, la contaminación y el coste asociado a las baterías».
Roberto Lendaro (Italia, 1960) saluda desde lo alto de las escaleras de la nave, justo detrás de la avioneta. Lendaro, impulsor del negocio y uno de los fundadores de Innengine, recuerda cómo, hace justo un año, recibió la llamada que los hizo despegar: «Era Ignacio Eiriz, director general del Centro de Tecnologías Aeronáuticas del País Vasco. Se puso en contacto con nosotros porque el motor tiene una serie de características que lo hacen ideal para la aviación. Nos dijo que teníamos una joya entre manos».
Ignacio Eiriz, director del CTA del País Vasco
«Es que es una joya», dice Ignacio Eiriz (Madrid, 1967) al teléfono, desde Álava, donde se encuentra la central del CTA, un centro tecnológico adscrito a la red vasca que da soporte a empresas que desarrollan elementos que van en vuelo. «¿Que si despega Innengine? –ríe, Eiriz– Esa es la idea: poner el motor granadino en vuelo, que puede ser una maravilla». Hace un año, alguien puso sobre la mesa del director el reportaje que IDEAL publicó sobre Innengine. «Al verlo pensé que eso tenía un interés estupendo para la aviación por sus propiedades: el peso, la potencia y el volumen». Animados por el propio Eiriz, el equipo granadino abrió la división Innengine Aviation, con el apoyo total del CTA: «Aportaremos lo que necesiten para conseguir esa puesta en vuelo, que es un reto importante, tan complejo como bonito». ¿Qué futuro augura Eiriz a Innengine? «Puede ser infinito. Lo bueno de la aviación es que es una empresa global. Innengine tiene un mercado amplísimo: ahora mismo hay una flota de 200.000 aparatos en vuelo de aviación general de los que 100.000 llevan un motor de pistón. Todos ellos son susceptibles de Innengine». Pero no es el único objetivo, asegura el madrileño: «Los drones de gran tamaño, en crecimiento exponencial, son susceptibles de llevar Innengine. Las unidades de potencia auxiliar de aviones más grandes, son objeto de Innengine. Y las aeronaves híbridas, también».
¿Qué supone todo esto para Granada? «Una fábrica de un motor de aviación es algo para tener orgullo. Es alta tecnología que genera puestos de trabajo de alto valor. Y no hay límite», se despide Eiriz, al otro lado del teléfono.
«¿Lo ves? –continúa Lendaro, en la nave de Innengine, junto a Juan Garrido, en Armilla– Se nos ha abierto un mercado importante porque todos los motores que hay en el mercado ahora, comparados con el nuestro, van a ser literalmente fagocitados». Y no es la única novedad. Garrido se adentra en el laboratorio y pide que no se tomen imágenes. Sobre la mesa hay otro motor, algo nuevo y distinto, «disruptivo», una tecnología de la que aún no pueden hablar porque todavía no ha finalizado el proceso de la patente. «Pero es que no hemos dejado de recibir llamadas –continúa Lendaro–. Nos han contactado de la Fórmula 1 del mar porque este motor en náutica es brutal. Y estamos en negociaciones con grandes empresas internacionales para transporte pesado, donde el eléctrico no tiene sentido y se va a imponer el range extender». Además, están cerrando un acuerdo «importante» con el Ministerio de Defensa, para usar el motor como generador de energía; y tienen abiertas numerosas vías de negocio con empresas de primerísimo nivel que no pueden nombrar por acuerdos de confidencialidad.
«Esperamos tener los primeros modelos volando entre 2022 y 2023. Y el tema de transporte pesado, en negociaciones muy avanzadas, es el que vamos a empujar más, al que calculamos otros dos o tres años», termina Lendaro. Garrido, mientras tanto, coloca sus manos –duras y encallecidas de apretar tornillos– sobre el capó del coche: «Lo mejor es que hay más proyectos en el cajón. Podríamos crear una micro central térmica en el motor, mejorando un 10 o un 15% el rendimiento del coche. Es cuestión de tiempo».
Un motor disruptivo
La trascendencia del motor granadino va más allá de lo puramente industrial o tecnológico. De hecho, ya se usa el concepto de motor Innengine en los círculos científicos. José Ramón Serrano, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia en el Departamento de Máquinas y Motores Térmicos, es uno de los autores de un profuso artículo recientemente publicado en la prestigiosa revista Applied Energy. «Colaboramos con Innengine desde hace bastantes años –explica Serrano, al teléfono–. Las grandes conclusiones del artículo son que es un motor perfectamente viable, con una potencia específica que le hace muy, muy interesante en aplicaciones donde el poco peso es importante. Es un motor innovador en simplicidad, en el ahorro de costes, en lo compacto que es, en su poco peso y en sus bajas vibraciones».
José Ramón Serrano, Universidad Politécnica de Valencia
Serrano pertenece a una de las plataformas más importantes del sector, CMT Motores Térmicos, referencia mundial con cuarenta años de historia y situada entre los diez mejores centros de investigación de Europa. «Ahora mismo, la situación es desfavorable para el desarrollo del motor térmico porque estamos en plena ola de los eléctricos. Aparecer con un nuevo concepto ahora es difícil, pero hay que mantener la apuesta porque no todo va a ser eléctrico. Esas inversiones volverán. Y cuando esas inversiones se vuelvan masivas, dará un potencial importante a Innengine. Por eso –termina Serrano–, las administraciones más cercanas deben prestar un gran interés a un potencial tan, tan grande».
A Ana Martín–Moreno Elexpuru (Granada, 1961), socia y administrativa de Innengine, no le cuesta mucho hacer las matemáticas. «Hay conversaciones pero no hay nada aprobado. De los más de tres millones de euros invertidos en estos diez años, habiendo facturado cero, sólo un 3% es de alguna ayuda pública». Desde hace años, el País Vasco se ha interesado en Innengine, ofreciendo trasladar allí la empresa en su totalidad. Un dato: «Nada más con abrir el CIF de la empresa allí ya nos daban más dinero que todo el que nos han dado aquí pidiendo subvenciones. Además, nos llevan a un polígono especializado, ponen el dinero para adaptar las naves... Vamos, que en el País Vasco nos han puesto una alfombra roja para irnos allí».
Según los cálculos del equipo granadino, Innengine podría generar «cientos de millones de euros» en la provincia, al tiempo que desarrollaría «una industria del motor en Granada, con puestos de trabajo muy cualificados». «Pero nosotros queremos seguir aquí –resopla Martín–Moreno–, somos de Granada y aquí ha nacido el invento y la empresa. Es lo que deseamos. Las autoridades locales saben que existimos, pero realmente nos llaman de otros sitios. Esta industria en Granada podría ser un desarrollo millonario en términos económicos. Tendría un efecto multiplicador. No nos queremos ir».
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Pablo Rodríguez | Granada y Carlos Valdemoros | Granada
Josemi Benítez
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