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Esther y su pareja disfrutaban del encendido del Corpus el pasado sábado por la noche como cualquier otra pareja. Él sostenía el móvil para hacer una fotografía cuando un individuo que venía de frente, al pasar por su lado, presuntamente se lo quitó de la ... mano y salió corriendo. La pareja inició una persecución con el fin de recuperarlo, pero duró poco. Cinco individuos se interpusieron en su camino y comenzó la odisea. Una supuesta paliza le dejó a él con múltiples contusiones y a ella con varias heridas por querer defenderlo. «Le patearon la cabeza y pensaba que lo matarían», cuenta la afectada. Los hechos están denunciados ante la Policía Nacional, sin haber aún detenidos.
IDEAL ha podido hablar con Esther, que pide justicia para aquellos que les amargaron la feria. Él aún no se encuentra con fuerzas para hablar, sufre ansiedad y estrés por lo ocurrido, tal y como refleja el parte de lesiones del hospital. «La paliza fue brutal. Tiene un diente partido, la boca hinchada, el ojo morado, los pómulos inflamados, el oído perforado y la mandíbula desencajada. Pero lo peor es el daño psicológico», asegura.
La agresión, según explica la denunciante, se dividió en dos partes. En la primera, los cinco individuos le atacaron y después se sumaron tres mujeres. El herido consiguió levantarse y comenzó el segundo ataque, que cesó antes de la llegada de la Policía Nacional. Huyeron con el móvil robado. Varios testigos grabaron la agresión, imágenes que serán útiles para identificar a los autores. «La denuncia está puesta por el robo con violencia y por la paliza», insiste Esther, de 41 años y natural de Alicante. Él es de Madrid y tiene 32. Ambos llevan años afincados en Granada.
Se sienten tristes y frustrados. Solo querían disfrutar de un rato agradable y se truncó antes de que la noche comenzara. «Solo habíamos bebido dos cervezas. Estábamos tranquilos, ajenos a todo. Es muy injusto que pasen estas cosas», lamenta Esther. El suceso se produjo en torno a las doce y media de la noche. Ya era domingo. Ese mismo día, por la tarde, recibió el alta médica. El lunes tuvo que volver a trabajar, pero se encuentra francamente mal. «Está hundido, hecho polvo. No para de llorar. Lo peor es la ansiedad», confiesa.
En el caso de la alicantina, sufre una contusión en el codo derecho y un traumatismo en el gemelo izquierdo. «Los golpes eran para apartarme, yo solo quería protegerlo. Cogían mi bolso y lo tiraban lejos para que fuera a buscarlo y me quitara. Recibí muchos tirones de pelo», recuerda Esther, que no olvidará «jamás» aquel episodio. «No puedo sacarme de la cabeza la imagen de mi marido tirado mientras le pateaban la cabeza. Pensaba que iban a matarlo», asegura.
Reclama justicia. Que den con las ocho personas que aproximadamente participaron en el ataque y «paguen por lo que hicieron». El móvil le da igual, no tenía mucho valor económico. Y, en cualquier caso, lo material no tiene importancia. Lo que sí marca y destroza es la agresión física y las secuelas psicológicas. «Estamos muy mal», concluye Esther.
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