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Cristina Polo se hizo un pequeño corte en el pie. Nada grave, de no ser por la diabetes. Llegó al Hospital Universitario Clínico San Cecilio el 31 de julio de 2023 y no salió hasta el 17 de agosto. Dieciocho días pendiente de una decisión ... médica: amputar o no el dedo gordo. «La diabetes es terrible», dice la granadina de 54 años. «Lo peor es que, visto ahora, parece que tuve suerte», ironiza con media sonrisa. El día 2 de octubre de 2023 le llegó a casa una multa «por conducción temeraria». Debía pagar 100 euros. Sin embargo, había un extraño problema: la sanción se puso el 7 de agosto de 2023 en Madrid. «Debía ser una confusión, pensé. ¡Yo no estuve allí!».
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Pero no. Lejos de solucionarse con una sencilla llamada, Cristina lleva más de un año intentado demostrar que es imposible que ella estuviera allí, en Madrid. La última vez que estuvo en la capital, por cierto, fue en 2022. «Todos los datos de la multa eran correctos: mi nombre, mi dirección, mi dni… todos menos el coche. Ese coche no es mío». El vehículo multado es un Opel Agila y Cristina conduce habitualmente un Toyota Auris. «Las matrículas no se parecen ni en el blanco de los ojos», bromea. La multa afirma que la granadina se había comportado «indebidamente en la circulación causando peligro a las personas».
El 5 de octubre, tres días después de recibir la multa en su domicilio de Granada, Cristina puso un pliego de descargo. «Un párrafo muy sencillo –explica– en el que decía que ese coche no es mío, que desconozco al titular, que yo tengo un Toyota y que el día de la sanción estaba ingresada en el hospital PTS. Y les aportaba el informe médico». Poco después recibió un apremio de Hacienda en el que se comunicaba que debía abonar la multa de 100 euros más un recargo de 20 euros por el retraso. «No la aboné puesto que yo no la había cometido». El 28 de diciembre de 2023 presentó un recurso en la Agencia Tributaria.
Un par de meses después, el 6 de marzo de 2024, Cristina recibió la resolución de la Agencia Tributaria. «Se me notificaba que la deuda era mía porque según el agente de tráfico que puso la multa me la entregó en mano, por lo que se dio por notificada el 7 de agosto de 2023. Así que como no consta que haya presentado un recurso de reposición dentro del plazo reglamentario, es decir, 20 días naturales a partir de la notificación, no se puede hacer nada... ¡Era imposible que presentara nada porque no cometí la infracción, estaba ingresada y recibí la multa el 2 de octubre!».
El 11 de marzo de 2024, la Agencia Tributaria le envió la notificación de embargo y, el 25 del mismo mes, se llevó a cabo: adiós a los 120 euros. «Volví a presentar un nuevo recurso en Tráfico, esta vez me explayé en dos páginas por delante y por detrás, pero no me contestaron... Hasta que el pasado 10 de septiembre volví a la DGT a preguntar qué ocurría y me dijeron que en mayo de 2024 Madrid resolvió que yo había cometido la infracción y por tanto la multa era mía».
En Hacienda, según cuenta la granadina, entienden lo que le ha pasado, pero dicen que primero debe resolver Tráfico. En Tráfico le dicen que, pese a que parece que tiene razón, es un asunto que tienen que tratar en Madrid. Y mientras tanto ella ha perdido 120 euros y, sobre todo, no se quita el malestar. «El dinero me da igual. Lo que me preocupa es que alguien haya robado mis datos, que estén suplantando mi identidad o que el agente se confundiera con el dni… ¿Y si hubiera pasado algo más grave? ¿Viene la policía a mi casa?».
«Tengo la suerte –remarca lo de suerte con un deje de la voz– de que estuve ingresada 18 días en el hospital. Tengo testigos para aburrir: el equipo médico, enfermeros, otros pacientes, ¡hasta una monja!». Cristina no usa redes sociales ni ha sufrido cargos extraños en su cuenta corriente, pistas que podrían hacer sospechar de ese robo de datos. «Por eso quiero pensar que se equivocó el agente que puso la multa… pero eso también es duro. ¿Todo esto por equivocarse con el dni? ¿Y nadie puede hacer nada? Esto es un marronazo que le puede amargar la vida a cualquiera».
Como en el libro 'Astérix y las doce pruebas', Cristina lleva un año y pico enfrentándose a la burocracia «más absurda, complicada e incomprensible». La multa sigue ahí. «Quiero conseguir una explicación. No sólo por mí, esto puede poner en jaque a cualquier persona. Si ese día estoy en mi casa tumbada en el sofá en vez de ingresada en el hospital ¿cómo lo demuestro? ¡No tienes forma! Y dice el agente que entregó la multa en mano... ¿A quién puñetas le entregó la multa?».
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