–Fue mucho más que una competición deportiva. Se concibió como un proyecto múltiple que permitiera realizar las obras necesarias para mejorar la estación de esquí y, al mismo tiempo, abordar otros ... proyectos importantes para Granada. Hasta entonces la ciudad y la provincia no habían tenido el trato que merecía, ya que la Junta primaba otras áreas. Le debía alguna compensación, y más aún después de la Expo.
–¿Se entendería hoy Sierra Nevada sin aquel campeonato?
–La estación de esquí, que estuvo a punto de cerrarse cuando se hundió el Banco de Granada, se salvó por la decisión de Antonio Jara, que fue un buen alcalde y que decidió con la Junta de Andalucía comprar Cetursa. Gustaba de apoyar proyectos importantes para beneficiar la ciudad. A él también se le debe la iniciativa de solicitar unos campeonatos del mundo de esquí alpino, en la que yo intervine. Lo hicimos porque soñábamos que ello podía favorecer el desarrollo de Granada. En aquel entonces ya era la Junta de Andalucía quien lideraba y financiaba aquella apuesta. Fue por tanto Manuel Chaves quien nos permitió ir hacia adelante. La ciudad de Granada le debe gratitud. Contó también con dos consejeros, Jaime Montaner y sobre todo Juan López Martos.
–¿En qué se materializó?
–Gracias al campeonato se pudieron hacer las dos grandes obras que han permitido que Sierra Nevada sea hoy día una buena estación de esquí y un motor económico y turístico. La primera de ellas fue la unión entre Borreguiles y Pradollano, ensanchando la pista del río, lo que cambió totalmente el área esquiable y permitió innivarla. La segunda obra fue la construcción de una zona residencial y sobre todo un gran parking, que era absolutamente necesario. La construcción del parking fue un proyecto muy elaborado y complicado. Ilustra porqué digo que cuando se aborda el planeamiento urbano son los políticos y gestores quienes deben definir las líneas maestras del mismo, y luego encargarle a los técnicos su ejecución.
–Y, ¿en aquel caso sí se hizo así?
–Estuvimos a punto de cometer un gran error. El proyecto que redactaron los técnicos municipales solo contemplaba la construcción de 300 plazas. Si se hubiera ejecutado, hubiera tenido graves consecuencias posteriores. Como no nos gustaba esta idea, encontramos lo que deseábamos en Whistler (Canadá). Decidimos contratar a su técnico y prácticamente hacer un modelo parecido de parking con 3.500 plazas. Muchos pensaron que era un proyecto faraónico, pero yo estaba seguro de que era necesario y conveniente.
–Aunque aquel compeonato estuvo a punto de gafarse...
–Poco antes de que se celebrara hubo que cancelarlo por falta de nieve. Se consiguió aplazarlo al año siguiente. Este éxito se debió, sobre todo, al apoyo de los granadinos y de la gente de la estación de esquí, también de la FIS y muy, especialmente, de su Majestad el Rey don Juan Carlos, que en todo momento apostó por nosotros y desplegó sus influencias para conseguirlo. Hay que decir que se pudieron terminar las obras y, finalmente, realizar el campeonato, gracias a Sevilla y a pesar de Sevilla. Desafortunadamente, los dos últimos años, la nueva Consejera de Economía, Magdalena Álvarez, puso todo tipo de trabas que finalmente conseguimos superar. Complicada es la política.
–¿Habría que ampliar la estación?
–25 años después está ante un nuevo reto, pues se masifica con frecuencia. Mi opinión personal es que debería ampliarse y definir de una vez para siempre sus límites. En todo caso, quienes realmente conocen que es lo que se necesita son las personas que dirigen Cetursa. Es a ellos a quienes debería preguntarles que opinan, si se quiere tomar una decisión conveniente y beneficiosa.
–¿Es Granada una ciudad cultural?
–Hay que distinguir entre la cultura como saber o saberes y la cultura como espectáculo. La cultura como saberes enriquece las mentes y no los cuerpos, aunque hoy día se suele valorar más lo segundo que lo primero. Si me pregunta si creo que Granada es una ciudad muy culta pienso que no lo es tanto como debería. Ha habido otras épocas mucho más intensas. Había numerosos artistas que desplegaban su saber y conocimiento y vivificaban la ciudad. Todo tipo de escultores, pintores, actores, cantantes, músicos... que era una delicia conocer, enraizados en la ciudad casi como los propios monumentos. Ese mundo ha desaparecido. Y me temo que no volverá.
–¿Y es ciudad de la ciencia?
–Granada ha brillado a lo largo de los siglos por su Universidad, sus especialistas en Humanidades, en la cultura andalusí, en los estudios árabes y numerosas otras materias. Pero no lo ha hecho y eso es una carencia importante en los temas científicos. Creo que deberíamos avanzar en esa vía. Si hablamos de lo que es la cultura como espectáculo, yo creo que la ciudad rezuma cultura por todos los poros, se puede encontrar en cada recoveco, en cada rincón.
–¿Se ha aprovechado la figura de Federico García Lorca convenientemente?
–Si hablamos de Federico García Lorca, un escritor y poeta excepcional, lo hemos convertido en un icono y mito cultural que oscurece a cuantos artistas ha habido en Granada en los últimos siglos. Me temo que al mismo tiempo que hacemos un gran museo para honrarlo y darlo a conocer, cada día se conoce y se lee menos. Ojalá me equivoque. Creo que tendríamos que replantearnos la cultura. Además de tener museos, festivales y todo tipo de acontecimientos culturales, lo deseable es que nuestros hijos aprendan música, lean libros, hablen idiomas y conozcan su historia y raíces.
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