Granada ha caído de nuevo en otro insólito veranillo con temperaturas diurnas de veinte grados, un sol radiante y sin rastro de nubes en el cielo. Hace diez días, el panorama era bien distinto. Tras una sequía que parecía no tener fin, una serie de ... borrascas dejaron fuertes precipitaciones tanto en la ciudad como en diversos puntos de la provincia. Las tierras resecas por la dilatada ausencia de agua acabaron por resquebrajarse en varias zonas y hubo desprendimientos de piedras y hundimientos, sobre todo, en las carreteras de la Alpujarra, pero también en algunas más cercanas a la capital. Es el caso de la N-323, la antigua vía que unía Granada y Jaén, una función que asumió ya hace años la A-44. Sin embargo, seguía siendo utilizada por los automovilistas que residen en las localidades y urbanizaciones próximas.
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El caso es que la N-323 sigue cortada totalmente al tráfico a la altura del Pantano del Cubillas, concretamente, entre puntos kilométricos 112,65 y 113,88 en ambos sentidos, debido a un alud de piedras de enorme tamaño causado por los aguaceros de hace ya diez días. Es decir, que la carretera permanece cerrada desde el pasado 15 de diciembre, según la información facilitada por la Dirección General de Tráfico.
Fuentes conocedoras del problema consultadas por IDEAL, señalaron que no se sabe cuándo comenzarán las obras para despejar la N-323. En este sentido, el asunto se complica por la celebración de las fiestas navideñas.
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