Encarna Ximénez de Cisneros
Lunes, 23 de diciembre 2024, 00:18
Reconozco que no tenía ni idea de su existencia y de su interés. Se llama Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra (conocido como el IHCM) y es el responsable de la «protección, conservación, catalogación, investigación y divulgación del patrimonio histórico, cultural, ... documental, museográfico y bibliográfico de la rama terrestre de las Fuerzas Armadas».
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Es impresionante, no sólo su organización (31 sedes en todo el territorio español, 13 museos, 9 bibliotecas y otros centros), sino también su contenido. Sólo en documentos, si los pusiéramos alineados, cubrirían, en línea, 104 kilómetros; ahí es nada.
Para el responsable del Instituto, el general Antonio Ruiz Benítez, todo este patrimonio (incluyan banderas, uniformes, cañones, fotografías y todo lo que su imaginación permita) «no es una posesión» sino la mejor manera de «custodiarlo para los españoles».
Les pongo como anécdota que tienen el registro de quienes hicieron la mili (para la juventud, seguro que deben preguntar qué era eso), datos que pueden solicitar porque, igual no lo saben, el tiempo empleado en el servicio militar puede computarse «para la pensión anticipada, tanto voluntaria como involuntaria».
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Toda esta información la conocí en la presentación de los Amigos del Instituto de Historia y Cultura Militar que se pone en marcha en Granada y cuya puesta de largo –en el refectorio del monasterio de San Jerónimo– superó las previsiones de asistencia.
Presidió el acto el teniente general jefe del Madoc, José Manuel de la Esperanza, junto a los generales Fernando Morón, Javier Miragaya y Juan Hernández, y otra buena parte de su equipo que constataron lo que el general Ruiz Benítez aseguró en la bienvenida «parecía que la historia militar no era atractiva, pero ahora sí lo es», y recordando que, además de la conservación, la principal misión del Instituto que preside es poner sus fondos a disposición de los investigadores.
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Javier Santos es el responsable de la nueva asociación que apoya todos los objetivos del Instituto y a la que puede pertenecer cualquier persona interesada en temas castrenses de cualquier época. De hecho, la conferencia ofrecida durante la presentación estuvo dedicada a Francisco Pizarro y su vínculo con el Perú, que ofreció el teniente coronel Juan Manuel Guillén, doctor en Historia. Él es el tesorero del colectivo, mientras que Emilio Gálvez es secretario; y los vicepresidentes, Bernardo Ramos y Carlos Bustos. Tengo que reconocer que el acto sirvió, además de para aprender cosas nuevas, para reencontrarme con algunos amigos a los que hacía tiempo que no veía.
No pudo estar, como era su deseo, el general de Ejército y JEME, Amador Enseñat, que envió un cariñoso mensaje a los asistentes, entre los que estaban Miguel Conde, de la hermandad de los Legionarios; Ángel Yuste, de los Veteranos de las Fuerzas Armadas; Ramón Molina, de los Boinas Verdes; y también Trinitario Betoret, Javier de Teresa, Ramón Burgos, Agustín Lasserrot o José María Amar, y muchísimos más, que mostraron así el apoyo a una iniciativa que llenará la agenda de actividades vinculadas al Instituto que, a tenor de lo que ahora sabemos, promete, y mucho.
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