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La contaminación atmosférica repercute en la salud de la población y se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de salud pública en estos momentos. Por eso, la OMS se ha marcado como prioridad conseguir mejorar la calidad del aire. «Niños, ... ancianos y personas con inmunodeficiencia o con enfermedades respiratorias son las más vulnerables» a la contaminación que «es responsable del 1,4% de las muertes anuales y determina la aparición y el agravamiento de muchísimas enfermedades respiratorias y cardiovasculares», explica Alicia Conde, neumóloga del Hospital de San Cecilio.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o el asma bronquial son dos de las patologías que se ven agravadas por la contaminación del aire.
La población infantil es muy sensible, según la neumóloga, porque «al niño le pueden llegar los contaminantes ambientales incluso antes de nacer, a través de la placenta de la madre, también por la lactancia». Además suelen tener una respiración bucal por lo que no se filtran algunas de las partículas que son retenidas en las fosas nasales de los adultos; los niños están más expuestos por su menor estatura, muchas de sus actividades las desarrollan al aire libre y su aparato respiratorio está en plena formación. Todos estos condicionantes hacen que sean más vulnerables a las enfermedades relacionadas con la calidad del aire. Pero las poblaciones de riesgos son siempre las mismas y la doctora señala que, además de los niños, la población más sensible a la contaminación son los ancianos, los inmunodeprimidos y las personas que tienen otras patologías cardiorrespiratorias asociadas y las embarazadas.
Según Alicia Conde, los alergólogos y los neumólogos saben «que la contaminación ambiental produce un agravamiento de los síntomas de los pacientes asmáticos y de EPOC, cáncer de pulmón –a largo plazo– ; infecciones respiratorias, aumento de la sintomatología de estas enfermedades y por tanto, el uso de fármacos para su control». Asimismo, indicó que se «incrementan las visitas a los servicios de urgencias de los centros sanitarios».
La neumóloga considera que hay medidas básicas para no estar tan expuestos. Reducir la estancia en la calle, viajar con las ventanillas del vehículo cerradas, usar las mascarillas protectoras o evitar hacer deporte al aire libre son algunas precauciones. La doctora apunta también a la necesidad de concienciar a los pacientes de la responsabilidad individual en la contaminación de la ciudad.
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