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Sanitarios del servicio de urgencias de atención primaria del distrito Granada-Metropolitano atienden en su domicilio a una señora mayor que se ha sentido indispuesta. Pepe Marín

Noche con los ángeles de la guardia de Granada

El servicio de urgencias de atención primaria (SUAP) de Granada vela las 24 horas del día y los siete días de la semana por la salud de todos los usuarios del sistema público sanitario

Sergio González Hueso

Granada

Lunes, 8 de noviembre 2021

«No sé por qué no puedo explicarlo, pero me gustan las urgencias». Sara levanta los ojos de la comida. Se ha quitado el traje de protección y aprovecha un ratito libre para poder comer un poco. Desde que ha entrado ha estado viendo a personas con cuadros compatibles con la covid, pero no eran más que problemas respiratorios habituales en estas fechas. Es un alivio. Mientras prueba unas croquetas en una pequeña estancia con mesa de camilla, mira de reojo las pantallas que tiene enfrente. En ellas quedan a la vista distintas estancias del centro de salud de la Chana que están controladas por vídeo vigilancia: la sala de espera, entrada, pasillos o varias consultas...

«Te tiene que gustar esto, no sé», sigue pensando, medio extrañada, por el interés que suscita su trabajo. Para ella es el más normal del mundo. El sol hace ya un par de horas que ha plegado velas y la noche ha invadido todos los rincones de la ciudad que nunca duerme. A algunos kilómetros de distancia, dos compañeras suyas están en un domicilio tratando de calmar los ánimos de la familia de Juan. Han llamado a los sanitarios porque no se encontraba muy católico.

Pepe Marín

De repente, mientras veía el televisor, se ha sentido indispuesto, le ha subido la tensión a las nubes y la comisura se le ha desplazado ligeramente. Y claro, susto y aviso a los servicios de urgencias. «Le hemos dejado un tratamiento y en una hora tendrá que tomarse la tensión de nuevo por si acaso», explica Esmeralda, recién llegada de atenderlo. A la doctora apenas le da tiempo a nada. Mira una tablet en la que no dejan de pasar cosas y bebe algo de agua. Sole, su compañera de servicio, está fuera fumando. Bromea con quien se le cruza. Su humor está a prueba de bombas. Es una veterana del servicio de urgencias de atención primaria (SUAP).

Once años en el SUAP donde le ha dado tiempo a ver de todo: desde accidentes mortales, a partos prematuros o cosas más mundanas como el mareo sufrido por mayores como Juan. A ella y a Esmeralda le ha tocado hoy la ambulancia. Salen fuera cada vez que suena un teléfono que no tiene nada de especial. Es un móvil aparentemente normal, como el de cualquier persona, pero este no se usa para chorradas, porque de él depende la salud de miles de personas. Está asociado a la 'tablet', que registra todos los avisos, así como el nivel de prioridad que les dan desde el centro coordinador, lugar al que llegan todas las llamadas de la gente que requiere asistencia clínica inmediata.

El director del servicio, Miguel Ángel Ruiz, explica que el SUAP se encarga de las urgencias en los centros de salud, que incluye también las salidas a la calle con las unidades móviles. En la capital tienen este servicio los centros de atención primaria de Zaidín Centro, Gran Capitán y Chana, que están las 24 horas del día con actividad. Y con los tres se da cobertura a la ciudad de punta a cabo y a los municipios más cercanos del Cinturón Metropolitano. Todo con profesionales que hacen turnos de 24 a 17 horas. Entre ellos se atienden de media 450 urgencias cada día, de tres de la tarde a ocho de la mañana. A lo que hay que sumarle las salidas: unas 20 por jornada, cifras que aumentan durante los fines de semana por efectos de una noche en la que suelen complicarse las cosas.

Pepe Marín
Imagen principal - Noche con los ángeles de la guardia de Granada
Imagen secundaria 1 - Noche con los ángeles de la guardia de Granada
Imagen secundaria 2 - Noche con los ángeles de la guardia de Granada

Entre semana la cosa está más tranquila, al menos en cuanto al tipo de atenciones, no así respecto a la actividad que tienen estos profesionales.«Que nadie se equivoque, las guardias siempre son malas», se oye decir en la salita de ocio y descanso que tienen estos profesionales en la parte de atrás del centro de salud. No es ya la seriedad de los cuadros que abordan, lo más 'jodido' es lo que supone competir en una carrera continua contra el reloj. «El tiempo casi siempre gana», avisa la coordinadora asistencial de Urgencias del Distrito Granada-Metropolitano, Genoveva Pérez Romero, otra veterana del equipo, a quien le corren las urgencias «por las venas».

Enfermera desde el 91, explica que quien pide trabajar en el SUAP es porque le va la marcha. A esos no hace falta convencerlos, pero a otros les engancha la «adrenalina» y las exigencias de un tipo de asistencia que sobre todo demanda capacidad de «resolución». «Es especial porque llegas a tener en tu mano todo el proceso del enfermo. Desde el diagnóstico hasta la propia curación», apunta Ruiz, que tampoco quiere idealizar un trabajo en el que la norma es vivir sobre el filo de una espada. La fatiga, el estrés o la responsabilidad pesan durante unos turnos kilométricos en los que apenas hay tiempo para descansar o comer. Los datos hablan por sí solos: el SUAPatendió en la capital hasta septiembre un total de 11.860 urgencias.

«Problemas respiratorios»

Las estadísticas del servicio señalan que la mayoría de los avisos son mareos o desvanecimientos, así como también problemas respiratorios. Algo, esto último, que también es muy común en las personas que se acercan al propio centro de salud, adonde no suele llegar nada especialmente serio. Aunque, claro, tampoco no es una ciencia exacta (durante la semana anterior a la elaboración de este reportaje a Chana acudieron dos personas infartadas). Las caídas y los traumatismos son también recurrentes en una lista a la que hay que añadir intoxicaciones, agresiones o accidentes viales durante los fines de semana.

Estos son los peores avisos, los que suceden en la vía pública. Los cuadros graves aumentan la tensión de todos. Los nervios están a flor de piel y, a veces, las emociones se desbordan. Todos los que trabajan en el SUAP han soportado alguna vez la rabia irracional de la gente. «Para el paciente siempre llegas tarde», ironiza Miguel Ángel Ruiz, que reconoce no entender qué mecanismo opera en una persona para atacar al que menos culpa tiene, precisamente a quien está junto a él o a su familiar para ayudarle.

Pepe Marín

Situaciones límite, tanto estas como otras, que hacen que el SUAP sea una piña. «Somos una puta familia», defiende José Antonio Melguizo, celador-conductor del servicio, mientras Genoveva asiente. Comparten un respiro tras unas cuantas horas de trajín. Pero este apenas dura un suspiro: ya hay pacientes que les necesitan. No hay descanso.

En la tarde-noche en la que IDEAL acompañó al SUAP, sus profesionales atendieron a 132 pacientes y acudieron a 21 salidas. La última fue a las 5.30 horas. La urgencia se produjo en una residencia de mayores. Una mujer padecía una insuficiencia respiratoria que no le dejaba pegar ojo. Agobiadísima, llamó al servicio. La presencia de Esmeralda y Sole calmó a la mujer tanto como el tratamiento que le dieron durante aquella madrugada en la que unos estaban de guardia para que el resto pudiéramos descansar tranquilos.

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