Agustín Rodríguez siempre ha sido un hombre de emociones, de sentimiento. No le da pudor demostrarlo. Si tiene que reír, ríe, y si tiene que llorar, pues llora. No importa quién esté delante. Las lágrimas brotan de sus ojos con facilidad, especialmente estos días en ... los que la felicidad es «absoluta». A sus 75 años, le habían diagnosticado un aneurisma cercano al corazón; era cuestión de tiempo que reventara. Pero los profesionales del hospital Clínico San Cecilio de Granada le han salvado la vida con una endoprótesis de aorta a medida que requiere una técnica novedosa nunca antes utilizada en España.
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Este granadino es fiel defensor de la vida «tranquila». Su rutina se centra en salir a pasear con su mujer Gracia, compartir con ella unas cervecitas y recoger a sus nietos del colegio. En el último año, sin embargo, se ha sentido cansado, se «ahogaba». Fue en una cita con el oculista cuando, además de diagnosticarle un principio de cataratas, le preguntaron si roncaba. Aquello derivó en una visita al cardiólogo y un TAC con un resultado muy claro: un aneurisma en la arteria aorta, cerca del corazón, ponía en riesgo su vida.
Así, de forma casual, llegó Agustín a las manos del jefe de Angiología y Cirugía Vascular del hospital Clínico San Cecilio, Luis Miguel Salmerón, quien tras estudiar detenidamente su caso concluyó que había que operar. El método tradicional de reparación de un aneurisma es la cirugía abierta, pero el doctor escogió para este granadino un plan con mejor futuro por el que hasta ahora no se había apostado en España. Un tipo de prótesis a medida cuya implantación solo requiere una incisión en la zona de la ingle y rayos X para supervisar con la mayor precisión posible su colocación.
Esta nueva técnica «mínimamente invasiva» para el paciente se abre paso en un mundo que camina hacia la medicina personalizada. En el mercado europeo aterrizó hace solamente un mes, a finales de septiembre, de la mano de la distribuidora Artivion. En este tiempo, la compañía en cuestión ha proporcionado este tipo de endoprótesis en tan solo tres ocasiones en todo el continente, dos en Alemania y una en Suiza. La de Agustín Rodríguez, por lo tanto, es la cuarta a medida en Europa. Granada está a la vanguardia.
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Este tratamiento a la carta se diseña en Tel Aviv, Israel. Nada más comprobar que Agustín entraba en las indicaciones de uso, el doctor Salmerón contactó con la empresa fabricante, Endospan, pionera en este ámbito. La construcción de esta estructura de níquel y titanio, que alcanza su tamaño definitivo con la temperatura corporal, puede durar entre tres y cuatro semanas. Su precio ronda los 40.000 euros.
Conseguido el visto bueno del hospital y, evidentemente, de la empresa israelí, el jefe de Angiología y Cirugía Vascular consultó la programación del quirófano y cerró fecha para la operación: 22 de octubre. La tarde de antes, Salmerón y su equipo, en el que el cirujano José Damián Herrera ha jugado un papel «fundamental», hicieron una liberación con rayos X de la prótesis «para recordar todos los pasos» con un modelo en 3D.
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Agustín llegó la noche antes al hospital. Al doctor le llamó la atención «lo tranquilo que estaba». Sin embargo, en su cabeza estaba presente un viejo amigo que falleció años atrás consecuencia de afecciones en la vena aorta. Aparecieron entonces miles de dudas, pero él no se echó atrás. Sobre las seis de la mañana siguiente, emprendió su camino a quirófano. Recuerda al celador que lo acompañó. «Tenía miedo. Me preguntó si me gustaba el fútbol para distraerme. Le dije que me gusta mucho el Barcelona, pero que antes va siempre el Granada. A partir de ahí, no recuerdo nada», admite.
Los sanitarios le cogieron las vías y le pusieron un marcapasos temporal. «Hay determinados momentos de la cirugía que requieren mucha previsión», apunta el doctor Salmerón. Fueron tres horas y media de intervención, pero Gracia y Laura, su mujer y su hija, estuvieron ocho sin saber nada de él. «Teníamos los nervios a flor de piel. Nos daba miedo que no saliera bien», confiesan. Pero cuando lo vieron entrar en la habitación, aún bajo los efectos de la anestesia, el alivio que sintieron fue «infinito».
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Aunque Agustín no es consciente de lo que pasó entonces, su hija cuenta que llegó de quirófano diciendo que durante la operación lo habían acompañado familiares que han fallecido. Él es «muy creyente»;eso le dio «fuerza». «No tenía dolor ninguno, estaba muy bien. Parecía que no se había operado», asegura. Y toda la razón. Ayer, tan solo seis días después, este granadino de 75 años se levantaba él solo y caminaba por el pasillo como si nunca nada hubiera pasado.
Para Agustín, que no puede estar más agradecido al hospital, «todo ha ido perfecto». «Qué voy a decir, si llegué malo y me voy sano», contempla. Pues también es verdad. Ahora, solo piensa en aprovechar al máximo su nueva vida y, por supuesto, disfrutar de los nietos.
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