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El 14 de diciembre de 2023 fue el día más especial de la vida de Noah Luque, un joven de 22 años natural de Loja a quien le ha costado unos cuantos disgustos poder ser él mismo. Aquella fría mañana de invierno, cruzó nervioso las ... puertas de los juzgados de la Caleta. A la salida, su rostro denotaba felicidad mientras sus manos sostenían la tranquilidad que ya nunca nadie podrá quitarle: un DNI que refleja quién es.
La historia de este joven lojeño no es ni corta ni fácil, pero tiene final feliz. Noah siempre quiso cambiarse el nombre. Por eso, cuando entró en vigor la Ley Trans no dudó en solicitar la rectificación en el Registro Civil; también del género. Inició el proceso hace justo un año. Presentó el empadronamiento y una copia del DNI y tres meses después acudió a una vista judicial.
Con la nueva norma, la tramitación se ha acortado. Aun así, a Noah se le ha hecho larga la espera. «Era innecesario tanto tiempo para obtener una identificación que refleja lo que soy y poder ser yo mismo. Mi proceso ha durado más de un año, pero lo he disfrutado. Es lo mejor que me ha pasado», asegura.
Obtener un DNI que lo identifica como varón «ayuda mucho a la hora de hacer cualquier trámite». «La sociedad me percibe como un chico. Antes, tenía que estar constantemente explicando que soy trans, que en el carnet aparece un nombre pero que yo no me llamo así. Veía la cara de la gente y era muy incómodo», admite Noah.
Su transformación no ha sido sencilla. Su familia no acepta que sea un chico trans. Tuvo que irse de casa, fue una cuestión de «supervivencia», y empezó a trabajar para poder mantenerse. Acabó la secundaria, pero los estudios han pasado, temporalmente, a un segundo plano. Ganar dinero se ha convertido en su prioridad, aunque espera continuar formándose más adelante.
Los momentos más agrios han hecho que, una vez obtenido su nuevo DNI, Noah no haya querido volver a ver el viejo. «Por mí, como si lo quemaban. Esa persona no era yo. Había que enterrarla», insiste. El nombre que sus progenitores decidieron para él nada tiene que ver con su persona. Le ha hecho sentir «profundamente confundido y perdido». No se plantea ni pronunciarlo en voz alta. «Para qué».
Lo único que importa es que la Ley Trans le ha abierto la puerta a su verdadero 'yo', ocultando bajo tierra su pasado. Hoy, Noah Luque por fin puede decir que es él mismo, que es «feliz».
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