![Rostros conocidos de Granada rememoran sus regalos de Reyes](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2025/01/05/ROSTROS1-U230359644973PKC-U230450240319ImG-1200x840@Ideal.jpg)
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Jorge Pastor, José Antonio Muñoz, José Ignacio Cejudo, María Dolores Martínez, Laura Velasco, Pilar García-Trevijano y José E. Cabrero
Granada
Sábado, 4 de enero 2025
La ilusión por los Reyes Magos no tiene edad. Sus Majestades siempre traen regalos. Regalos que muchas veces son recuerdos.
1 Juan Vida, pintor
Juan Vida, Juanito, no olvida aquellas noches mágicas en que, aupado a los hombros de su padre disfrutaba.«Veía la cabalgata de Reyes y el mundo entero desde lo más alto que lo puede hacer un niño». «Vivíamos enfrente de la basílica de la Virgen de las Angustias, pero nos íbamos hacia la zona de Bib Rambla, siempre tan animada», recuerda. «Lo que no olvidaré jamás era el frío que hacía entonces, no el de ahora», rememora el pintor, que tuvo la fortuna de encarnar al mismísimo Melchor en 2010. «Aquello también me marcó», reconoce.
«Pasaba la noche nerviosísimo, unos nervios que se convertían en emoción cuando, al despertar, me encontraba con los regalos». «Me trajeron una bicicleta con el cuadro azul y las ruedas blancas, y además -comenta con orgullo- con frenos de cable, no de varilla». El día 6 Juanito se paseaba feliz por la Carrera de la Virgen. O con la escopeta de Buffalo Bill, otro de los juguetes predilectos traídos por sus Majestades de Oriente. Aquellos años. Aquellos recuerdos.
2 Eric Jiménez, músico
Podría pensarse que el primer juguete que le trajeron los Reyes Magos a Eric Jiménez fue una batería. «Las primeras que tuve las alquilaba porque no tenía dinero para comprarlas», reconoce el músico granadino, baterista de Los Planetas y Lagartija Nick. Sus recuerdos de Melchor, Gaspar y Baltasar residen en la plaza Bib Rambla. «Allí había un paje real en lo alto de los aseos, parecía que se estaba cagando en la Navidad», recuerda entre risas. «Me gustaba acercarme a él porque olía a anís dulce». Los Reyes siempre fueron generosos con Eric. Que por algo era el menor -se lleva catorce años de diferencia con su hermano mayor-. Alucinaba con el Scalextric y el Exin Castillos, aunque no conserva ninguno de ellos. «No tengo nada que dure más de un año», asegura. Aunque su gran regalo de Reyes llegaría unos años después. En 2017. Cuando fue Majestad. «Entonces -confiesa- estuve pensado todo el tiempo en aquel niño que vestía zapatos Gorila, peto vaquero y alucinaba con el paje que había encima del cuarto de baño de Bib Rambla».
3 Julio Orantes-Zurita, empresario
Los niños viven la llegada de los Reyes Magos con emoción. «Fueron los recuerdos más emocionantes de mi vida», confiesa el empresario Julio Orantes-Zurita. «Se me pone la piel de gallina con solo rememorarlo». «Mis padres siempre andaban trabajando e igual no nos dedicaban la atención que ellos querían, pero ahí echaban el resto», comenta. «Tenía la suerte, además, de tener tres hermanos mayores que hacían que ese momento de abrir los regalos fuera todavía más especial».
«Nosotros -explica- vivíamos encima de nuestro negocio, que estaba en la Chana y mi familia me esperaba a que despertara para bajar a por los juguetes, que estaban en la fábrica». «Ese instante era maravilloso y la verdad es que hubiera dado muchísimo para repetir esas mismas sensaciones a lo largo de mi vida».
4 Fran Escribá, entrenador
Fran Escribá también fue el pequeño de la familia. «Recuerdo que repasaba con mi hermano si los Reyes nos habían traído todo lo que poníamos en la carta», dice el entrenador de Granada. «Lo que más rabia nos daba -prosigue- es que al día siguiente teníamos que ir al colegio y no podíamos disfrutar de los juguetes». Aquellos días, confiesa Escribá, fueron muy bonitos. «Unas emociones que posteriormente he tenido la fortuna de revivir con mis hijas».
Entre sus peticiones, «siempre pedía un balón de fútbol o la equipación de algún equipo». Entre sus camisetas preferidas, una del gran Mario Alberto Kempes, el delantero de la selección argentina y estrella del Valencia. «Antes no se ponían los nombres, solo aparecían los números», recuerda. Números como el seis de Pepe Claramunt, un medio centro del Valencia y de la selección española que fue un verdadera ídolo entre los chaveas de la generación de Escribá.
5 Giménez Yanguas, ingeniero
Las navidades de la infancia de Miguel Giménez Yanguas (1939), ingeniero y doctor honoris causa de la UGR, eran muy diferentes a las de ahora. En su memoria atesora recuerdos de fiestas austeras con la familia. Por entonces, Granada vendía pavos en plaza Trinidad, los puestos de los mercados artesanales tenían exclusivamente figuras para el Belén y los vecinos dejaban regalos al guardia urbano que protegía al peatón antes de la llegada de los semáforos. Hoy, todo aquello ha dejado paso a ferias de atracciones en el Paseo del Salón o Bib Rambla.
A sus 85 años, las navidades más dulces, las que más ilusión hicieron a este ingeniero, son las de su época universitaria. Cursó sus estudios en la escuela de ingenieros industriales de Madrid y vivía con intensidad sus reencuentros con la ciudad. «Me encantaba la vuelta desde la capital y coger el tren hasta Granada después de unos meses de curso. Venía con ganas de ver a mis padres y a los compañeros de colegio y del bachillerato que se habían quedado aquí. Era un momento de reencuentro», cuenta. «En mi casa poníamos el Nacimiento juntos», añade. «Las vueltas en tren, o en autobús a las 7.00 horas desde Jaén cuando se terminaban los billetes aquí, eran agridulces», relata. El regalo que más ilusión le ha hecho desenvolver el día de Reyes Magos fue un tren eléctrico que aumentó su fiebre por las máquinas. «La Navidad ha cambiado. Hay más consumo, pero también hay más posibilidades de divertirse o de viajar», argumenta. Actualmente, celebra estos días junto a sus nietos.
6 'El Fandi', torero
David Fandila 'El Fandi' recuerda con mucho cariño aquellos Reyes Magos que bajaba con sus antorchas por las pistas de Sierra Nevada hasta la Plaza de Andalucía, donde se montaba un escenario. A los niños se les iba llamando para que recogieran sus regalos. Para entonces «había nieve», asegura David bromeando. Aquellas Navidades, recién llegada la familia a la estación de esquí, fueron muy especiales. Sus padres trabajaban allí como porteros y al pequeño David, de sólo seis años, le preocupaba mucho que sus Majestades de Oriente no tuvieran la nueva dirección y pasaran de largo. A Trinidad Marín, madre del diestro, no se le olvida «la tabarra que le dio aquella noche» hasta que recibió los primeros esquís de su vida y unas botas que, envueltos, parecían un jamón. También recuerda como si fuera ayer la cara que se le quedó al menor de sus hijos cuando en la siguiente Navidad abrió su regalo y se encontró carbón dulce. Trini quería darle una pequeña reprimenda, compinchada con los Reyes Magos, porque aquel año se había portado regular. «No te imaginas el rebote que pilló. Se subía por las paredes cuando desenvolvió el paquete en la plaza y encontró el carbón. El berrinche le duró hasta que subimos a la casa y encontró sus regalos». No sería «la primera vez que iba a encontrar un paquete de carbón dulce», hace memoria David. En parte, porque «me encanta el dulce y también porque servía de recordatorio para que fuera bueno».
Otra de las experiencias más bonitas que ha vivido David tuvo lugar en 2004, convertido en el Rey Melchor de la cabalgata de Reyes de Granada. A la ilusión de aquella noche se uniría un día después la emoción que sintió al visitar a los niños en el Hospital Materno Infantil. «Salí muy tocado con aquella experiencia». Para los Reyes de este año David Fandila pide salud.
7 Arco, cantante
Antonio Arco (1976) utiliza esa palabra tan repetida para recordar su infancia en este día: «Ilusión». Suena a tópico, pero así es. «Siempre esperaba que llegase ese día, porque sabía que a los pies de la cama habría un regalito esperando», admite el excantante de El Puchero del Hortelano, que a día de hoy afronta esta jornada con las mismas ganas. «Es una noche mágica aunque ya sepas lo que te van a regalar», confiesa.
Recuerda con claridad ese sonido tan característico del papel de regalo en las manos y cómo alguien los colocaba fuera. El artista, que tiene dos hijos, trata de mantener a salvo el gran secreto de Navidad, pero tampoco se obsesiona. «Yo siempre supe quiénes traían los regalos y no cambió nada. Guardar el secreto está bien, es lo que hago en mi caso, pero, según mi experiencia, después la ilusión sigue intacta», concluye.
8 Patricia Guerrero, bailaora
Si hay algo que puede emocionar a Patricia Guerrero casi tanto como bailar eso es la Navidad y, en especial, la noche de Reyes. «La recuerdo cargada de ilusión, la esperaba siempre con ansia. Yo sabía que los Reyes me traerían regalos porque, según yo, me había portado muy bien, así que estaba muy contenta», comparte con IDEAL. La cabalgata la noche de antes era una cita ineludible para su familia, que tras el desfile solía reunirse en el centro.
«TNos juntábamos en las Castañeda o en algún barecito así antes de separarnos cada uno a nuestra casa. Sabíamos que teníamos que dormir y descansar, que al día siguiente venían las sorpresas», cuenta. Al día siguiente, recuerda levantarse y ver la chimenea encendida rodeada de regalos. Una imagen mágica gracias a su madre, que «tiene siempre el gusto de decorar la casa». Después, llegaba el resto de la familia y se lanzaban a por el roscón. Para esta bailaora, la Navidad es uno de los momentos más especiales del año y la noche de Reyes, sin duda, «la más ilusionante».
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Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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