áLVARO gARRIDO
Domingo, 10 de julio 2022, 23:35
A finales de junio, las escuelas de toda Granada echan la persiana. Empiezan los dos meses de vacaciones y la mayoría de los niños de la zona norte de la ciudad los pasarán viendo la televisión. O en las calles, con los riesgos que eso ... entraña. Sin embargo, 110 chavales tendrán un sitio en la escuela de verano de la Asociación Almanjáyar en Familia (Alfa), organización creada por el párroco Juan Carlos Carrión. Gracias a la financiación que proporciona Caixa Proinfancia, realizan una labor social clave para que os pequeños tengan acceso a una alimentación equilibrada y, sobre todo, dispongan de un refuerzo para conseguir que prosperen más en su educación.
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El primer logro de Alfa es su propio horario. A las nueve de la mañana, ya están desayunando todos los chicos de menor edad. Los mayores siempre llegan a las diez. Nada de remolonear. La puntualidad es fundamental.
La alimentación es el otro punto fuerte de la asociación. De hecho, los beneficiarios de la iniciativa no suelen dudar cuando se les pregunta qué es lo que más destacan: «Para mí , lo mejor es la comida». El párroco y presidente de Alfa lo explica. «Intentamos que todos los niños coman de forma adecuada. Y siempre lo agradecen. El otro día les pusimos un puchero y, pese al calor, lo devoraron», recuerda
La asociación ha crecido mucho en los últimos tiempos por el apoyo de la Caixa. «Recién salidos de la cuarentena, nos llamaron para decirnos que querían pagar tablets y alimentos de primera necesidad para 24 niños. Antes casi de que pudiésemos decirles los niños elegidos, ya teníamos el dinero en la cuenta», resalta Carrión.
La colaboración de la entidad no se queda solo ahí, también aportan voluntarios para la asociación. Además, actualmente promueven varias actividades destinada a adultos, a los padres de los niños de Almanjáyar en Familia.
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El día a día de la escuela de verano discurre de forma apacible, pero también exigente. Por ejemplo, a la hora del desayuno, «hasta que un educador no dice que aproveche, nadie come nada». Luego, todo el mundo canta en el patio y, posteriormente, depende de la mañana, realizan distintas dinámicas. Con los más mayores, encaminadas a su futuro. Hablar de distintas profesiones para conseguir que se interesen por ellas. Para los pequeños, refuerzo en la lectura, películas y juegos de mesa. Los jueves, por ejemplo, son días de piscina, que los niños esperan como agua de mayo. Algunos miércoles acuden a la playa. Después vuelven para comer y también disfrutan de distintas actividades por la tarde. Con ALFA los chavales se aseguran cuatro comidas al día.
Todos los veranos ponen en marcha 'ahorrar por un sueño'. Los propios niños, cuando pueden, aportan algo de dinero a la hucha común para conseguir ese deseo. Este año, el objetivo es conseguir el dinero suficiente para ir al parque Warner, en Madrid. El año pasado consiguieron juntar suficiente para ir a Isla Mágica, en Sevilla. Son oportunidades que muchos niños de Almanjáyar no tendrían si no fuese por la asociación Alfa. Además, es una manera de enseñar a la gente la educación y las buenas maneras de los niños y niñas de la organización.
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La última iniciativa de la asociación Alfa con los mayores del grupo está relacionada con la aplicación creada por el Ayuntamiento de la capital 'Granada Mejora'. Esta app sirve para que cualquier ciudadano pueda informar de cualquier desperfecto que observe en la calle. Juan Carlos lleva utilizándola ya hace tiempo, y ahora trabajan para que los niños y niñas de la asociación lo utilicen también. «Es una manera divertida de conseguir que hagan algo por el barrio. Además, así conseguimos que los niños miren a su alrededor, que observen». El propio párroco está encantado con la aplicación. «Cada vez que veo algo en mal estado, la uso. Y lo arreglan al día siguiente».
Dieciocho años lleva la Alfa funcionando. Dieciocho años en los que multitud de niños han pasado por ahí. Desde que el párroco Juan Carlos Carrión comenzase su andadura en el barrio de Almanjáyar, el absentismo escolar ha descendido. Cada vez más chavales de la zona consiguen llegar lejos en sus estudios. Una de ellas es Laura Castillo. Ella fue una más de las niñas que recibieron ayuda de Alfa. Su hermano pequeño la recibe ahora. Laura acaba de terminar la carrera de Magisterio y es su tercer verano completo como voluntaria en la organización. «Yo nunca fui una buena estudiante, pero porque no me gustaba. Pase de suspender cinco en Bachillerato a tener una media de nueve en la carrera». Descubrió que su vocación eran los niños y dedica su verano a ayudar a Juan Carlos. Antes como voluntaria, ahora también como educadora. Como ella, son muchas las personas que trabajan allí. En Almanjáyar estudia más gente de la que parece, sostiene Laura. «Somos varios los que acabamos estudiando, pero estas historias no se conocen». Los prejuicios siguen muy instalados en la sociedad granadina pese a la mejora evidente de los últimos años. «La gente se sorprende cuando les digo que soy del barrio, pero nunca me ha avergonzado contarlo. Yo misma tuve prejuicios cuando vine aquí, pero luego estás con los niños y se te olvidan».
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