«Soy un granadino culo inquieto, como dice la gente que me conoce». La trayectoria de Pablo Pérez-Artacho, a sus 26 años, justifica esta definición. Ahora está asentado en Luxemburgo pero hasta llegar a «este pequeño país» nuestro paisano ha vivido ya ... numerosas experiencias fuera de Granada.
Pablo estudió el Grado en Administración y Dirección de empresas en la UGR aunque en el último año de carrera se marchó a Londres para unas prácticas laborales en un fondo de inversión. Mientras tanto perfeccionó su inglés y resolvió las asignaturas que le quedaban por aprobar. Un año más tarde recaló en Alicante, donde empezó a trabajar en una cadena de hoteles. Y fue esta misma empresa la que le destinó a Luxemburgo.
«Puedes encontrar más de 78 nacionalidades en la misma oficina y eso, viniendo de Granada, donde siempre había compartido mis clases con los niños del barrio, resulta apasionante»
Tras dos años desempeñando el puesto de 'controller' este granadino apostó fuerte: «decidí lanzarme al mercado de nuevo buscando una posición más analítica y que me permitiese diversificar mis competencias», revela. Y lo logró. Hoy en día ejerce dentro del sector del 'Real Estate' (mercado inmobiliario) en el ámbito hotelero y de logística. «Para mi es increíble», señala, «ya que puedes encontrar más de 78 nacionalidades en la misma oficina y eso, viniendo de Granada, donde siempre había compartido mis clases con los niños del barrio, resulta apasionante», añade.
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Mientras sigue progresando profesionalmente Pablo continúa formándose. «Actualmente estoy estudiando finanzas y contabilidad luxemburguesa y mi idea es hacer un Master a distancia en Dirección Financiera», destaca. Y, como él dice, «siempre con un ojo en Granada», ya que en su mente está la idea de regresar a casa. «Me gustaría, pero de momento me he hecho el hueco aquí», recuerda. Eso sí, advierte de que «tiene que empezar a haber oportunidades para todos los universitarios que salen de la UGR; quedarse en una ciudad como Granada trabajando es un lujo de pocos... pero ¿quién sabe? Quizás yo sea el próximo», apuesta.
«Tiene que empezar a haber oportunidades para todos los universitarios que salen de la UGR»
País pequeño pero «con encanto»
A la espera de ese día Pablo disfruta de uno de los países más pequeños del mundo. Según descubre «tiene su encanto: sus pequeñas calles, el valle, el río.... pero es con la llegada del frío cuando la ciudad se vacía y apenas ves gente caminar». Es en el verano, en cambio, cuando el granadino se siente «como en casa». ¿La razón? «Las terrazas rebosan y el ambiente está más 'cargao' que la calle Navas un viernes», dice entre risas.
Precisamente es ese ajetreo, y por supuesto la familia, lo que más añora de su tierra. «Cuánto echo de menos las tapas...», suspira. Sin embargo, hobbies que suplanten un buen rato de tapeo no le faltan. Revela que le encanta el ciclismo y por eso precisa que ha tenido mucha suerte en su destino. «Aquí hay mucha cultura ciclista; yo soy más de bicicleta de montaña pero por estos lares son más aficionados a la bici de carretera. Existe una larga lista de pistas ciclables y preciosas carreteras, donde bosque, lagos y viñedos forman parte del recorrido», resalta.
«Todos somos de fuera; los luxemburgueses son personas en la sombra, pero cuando conoces a una te abren las puertas»
Pablo, en definitiva, está encantado en Luxemburgo, donde, según admite, «conocer a un nativo es tocarte la lotería». «Todos somos de fuera; los luxemburgueses son personas en la sombra, pero cuando conoces a una te abren las puertas», confiesa, al mismo tiempo que asegura que allí «la calidad de vida es buena y a mi, por el momento, me está dando oportunidades de crecer en un ambiente multicultural donde empaparse de experiencias tan distintas. Está mereciendo la pena».