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En las vitrinas de la oficina de la antigua sede del equipo de fútbol Granada 74 aún quedan en pie varios cientos de copas y trofeos. En su día se atesoraban miles pero los robaron los ladrones atraídos como urracas por el metal de las ... bases. El saqueo de las oficinas es el menor de los innumerables actos vandálicos que han sufrido las instalaciones de la antigua Granada 92, el complejo deportivo de más de 30.000 metros cuadrados que quedó paralizado por completo en 2008.
En los terrenos, ubicados en el norte de la ciudad, frente a las oficinas de la Junta de Andalucía y junto al edificio de Correos, permanecen dos campos de fútbol con sus carteles de anunciantes descoloridos y las cabinas de prensa destrozadas y una oficina donde se acumulan todavía montones de equipaciones deportivas, bufandas, banderolas y material del club, junto a los carteles de los abonos de la última temporada.
En el año 2007, el propietario de la ciudad deportiva, Carlos Marsá, vendió las instalaciones a una empresa almeriense que no llegó a pagarle la totalidad del importe y después cayó en concurso de acreedores, por lo que Marsá conservaba todavía la llave y el derecho de posesión de la antigua ciudad deportiva, que ahora ha cedido a la promotora granadina Sea Group, que pretende desarrollar estos terrenos de 30.000 metros cuadrados.
Tras paralizarse las obras definitivamente en 2008 por conflictos urbanísticos, quedó abandonado lo que iba a ser un gran complejo deportivo y comercial, con un aparcamiento para albergar a más de 600 vehículos, reducido hoy a un gran estructura de hormigón en la que se calcula que hay enterrados los más de seis millones de euros que se invirtieron en su obra. Ese gigantesco esqueleto ha sido desde entonces foco de conflictos y quejas vecinales, por la entrada continua de personas sin hogar que abren una y otra vez agujeros en el muro de hormigón junto a la rotonda de Joaquina Eguaras por los que se cuelan buscando un techo.
Resguardados en lo que iban a ser las plantas del parking subterráneo siguen malviviendo okupas y en los últimos años han aparecido ya tres cadáveres de personas fallecidas en tristes circunstancias.
Los rescoldos de las hogueras plagan todas las bases de hormigón y la basura acumulada en la estructura -ropa, zapatos, bolsas, restos de comida...- se cuenta por toneladas en estas instalaciones que tienen guardeses que evitan que se convierta en un auténtico territorio comanche. De ahí que para el Ayuntamiento y los vecinos sea prioritario dar una salida a este suelo para acabar con un quebradero de cabeza y mejorar el barrio.
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