Sucesos en Granada
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Sucesos en Granada
Okupas ponen pies en polvorosa porque la dueña estaba dentro de su casa en el RealejoFue un susto de campeonato. La rápida reacción de Marise terminó con el intento de okupación de la cochera de su bloque en la calle Concepción, en el mismísimo Centro de Granada, junto a la plaza de Mariana Pineda. No fue el martes un día ... cualquiera para Marise, vecina del barrio de la Virgen del Realejo. Eran pasadas las diez de la noche cuando se percató de unos jóvenes que realizaban movimientos sospechosos.
«Sospechosos porque ya les habíamos visto merodeando por el barrio y porque no tienen muy buenas pintas, que digamos». Resulta que en este barrio, y en concreto en esta misma calle, han ocurrido diversos actos de okupación de inmuebles en los últimos años. Este hecho, y la preocupación por el futuro del Realejo, ha llevado a más de un centenar de vecinos a crear un grupo en Whatsapp para estar informados y hacer causa común ante el Ayuntamiento de Granada.
En el caso del martes pasado, estos dos jóvenes iban con un colchón a cuestas, que apoyaron en la tapicería de la calle Concepción, frente por frente a la cochera de Marise, que vive justo encima, en el primer piso. Martes también de casualidades, Marise regaba las plantas en ese momento –ya había oscurecido–, y se percató de toda la operación que pretendían los okupas. Fue entonces cuando desde el balcón, en el primero, escuchó que se abría la puerta metálica de su garaje. Conmocionada –«me temblaban hasta las canillas»–, se dirigió a voces a los jóvenes.
El diálogo que viene a continuación no tiene precio, al ser una mezcla de estupor por parte de Marise, la propietaria de la cochera y del piso primero que hay justo encima; y de la extraña caradura de los dos okupas, empoderados de derechos y con labia suficiente para justificar sus actos sin pestañear cuando han sido pillados con las manos en la masa. Perdón, en la cochera.
Marise escuchó, entonces, el ruido de la puerta de su cochera. «Me asomé, y comprobé que no venían al bloque y desde el balcón les llamé la atención. No pensé en bajar a sostener un cara a cara con ellos, vamos».
–¡Oye oye oye!, ¿pero dónde vais? ¡Que soy la dueña!
–No. Este local está abandonado, está vacío, porque no hay nada. Y además está sucio…
Marisa explica que la cochera está vacía porque no puede meter el coche, porque justo en el número siguiente, todo el bloque está en obras y con unos andamios que hacen prácticamente imposible la maniobra.
–A ver, yo es que mi casa la limpio cuando yo quiero, y está vacío porque no puedo meter el coche en el garaje
–Lo entendemos, pero es que mire, este muchacho es muy joven, señaló uno al otro, y tiene que buscarse un porvenir...
–¡Pues no se busca un porvenir abriendo las propiedades de los demás!
–A lo mejor el fallo ha sido en que no le hemos pedido permiso...
–¡Encima! pedir permiso para romperme la puerta y dormir en la cochera. ¡Y aquí falta la bicicleta mi sobrina!
–¡Señora, señora! Nosotros, cuando nos lo enseñaron (como si fuera una agencia inmobiliaria okupa) no vimos que hubiera nada.
–Pues ahora voy a bajar y voy a ver qué es lo que falta, que ya he llamado a la Policía
Marise bajó y los okupas ya habían puesto pies en polvorosa. Eso sí, con el colchón que traían a cuestas. Se encontró la puerta de la cochera rota y en el interior había otro colchón, lo que significa que ya habían entrado los okupas al menos una vez para iniciar los preparativos. Los había pillado en medio de su 'mudanza'. Marise sacó entonces el colchón y lo llevó a la basura, como así se lo indicó Policía Nacional tras llamarles al 091. También intentó cerrar la puerta de la cochera, «y lo conseguí».
Para terminar, al día siguiente, el miércoles, Marisa se personó en la comisaría de la Policía Nacional en la plaza de los Campos donde interpuso la denuncia correspondiente. «Quiero denunciar para que conste la inseguridad que tenemos en el barrio del Realejo. Vivo aquí desde 1995 y nunca ha pasado nada, pero desde hace un par de años, la situación es insostenible».
En abril de hace dos años, en 2022, los vecinos iniciaron una campaña de recogida de firmas porque en los cuatro meses de lo que iba de año ya se habían producido cuatro okupaciones de viviendas con al menos tres desalojos por parte de la Policía Nacional y Local. Es el inexplicable atractivo de la calle Concepción, protagonista de numerosos casos de okupación. Lo contaba entonces Pilar, que vino a vivir a la calle Concepción cuando tenía dieciocho años de edad y ahora, cerca de los setenta, no reconoce el estado en que se encuentra su barrio. «He visto crecer a mis hijos en estas calles. Entraban, salían, y era uno de los mejores lugares de Granada. Pero ya no lo es. Ahora, estás en casa y escuchas cualquier ruido y ta te entran los nervios por lo que pueda pasar».
En junio también del año 2022 los okupas entraron en otro edificio de la calle Concepción, propiedad de Trivi. El edificio estaba en obras, algo que no debió importar demasiado a los okupas, ya que se trajeron su propio mobiliario –camastros, colchones, mesitas, sofás–, y se instalaron en el bloque durante al menos varias semanas.
«Fueron muy discretos. No hacían mucho ruido, no hacían fiestas y no rompieron el candado, solo seccionaron la cadena, y la dejaban por dentro para que por fuera quedara como si estuviera candada». Además, «lo destrozaron todo y estaba completamente sucio, con excrementos y basura», añadía. «Es incomprensible».
Se daba la circunstancia, además, que Policía Nacional investigó en estos bloques de la calle Concepción hasta que logró detener al presunto asesino del exconcejal granadino Castillo Higueras en un inmueble contiguo, también okupado. Pero quedaba una sorpresa más. «La Policía me contó que había un secadero de marihuana en el segundo piso. Ese mismo mes de junio, Policía Local de Granada desalojaba una casa okupada en la calle Concepción número 18, la misma donde estuvo escondido el detenido por el homicidio del exedil José Miguel Castillo Higueras. Los vecinos de la zona venían denunciando desde hace días las continuas peleas, ruidos, fiestas y menudeo de drogas que se venía registrando en la vivienda desalojada por los agentes de la Policía Local.
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