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Paco el del bar Molino de Granada, un gran tipoHoy es miércoles y el bar Molino de la calle Molinos está cerrado. Es una sensación extraña, de que algo no cuadra en el Realejo esta mañana. Paco el del bar Molino cerraba todos los lunes y nada más que los lunes. Esos lunes de felicidad los empleaba en su afición favorita. Bajaba a la Costa, plantaba sus cañas y se pasaba el día disfrutando de la pesca, del mar, de las olas, del viento, de la playa, de las rocas, del cigarrito y la cerveza, del bocata, de su hijo, Paquillo, al que enseñaba las artes de esta disciplina antiquísima y placentera.
Luego subía de nuevo al Realejo, con un toque bronceado en su amplia sonrisa, y al día siguiente, martes, vuelta al bar a trabajar. Esta ha sido su vida, su disciplina y su rutina durante los 23 años en los que ha regentado el bar Molino, antes conocido como Fernando, con su colección histórica de fotos en blanco y negro de los últimos cien años de la vida de Granada y sus gentes.
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Ángel Mengíbar
Así que algo pasaba al ver cerrado al mediodía el bar de Paco. Paco se llamaba Francisco Molina Jiménez. Tenía 51 años y deja esposa e hijo, Paquillo, de 23 años. Su mujer, María del Carmen, conocida en el barrio como Mari la del Rossini, en el Campo del Príncipe, le recordaba con buenas y sentidas palabras ante la puerta del establecimiento, donde ha acudido a colocar un ramo de claveles rojos, en recuerdo y homenaje a su figura.
Allí mismo, ha recibido las condolencias y pésames de los vecinos y vecinas del barrio, realmente conmovidos por la desaparición de «uno de los nuestros», como resaltaban apesadumbrados.
Paco ha encontrado la muerte de repente, mientras trabajaba. Apenas pasaban unos minutos de las diez de la noche de este martes pasado cuando, tras servir un par de cañas a una pareja de turistas extranjeros, se dirigía desde dentro de la barra a ordenar las tapas correspondientes. De pronto, se desvaneció y cayó al suelo tan largo, grande y bueno como era.
Rápidamente llegaron las asistencias médicas, pero no pudieron recuperar para el barrio del Realejo y sus vecinos y vecinas a Paco el del bar Molino, un gran tipo querido por todo el mundo y al que ya, echamos todos de menos.
Echamos de menos su sonrisa y sus chistes -los malos y los buenos, que de todo había-. También su figura alargada medio encorvada sobre esa motillo color verde Heineken con la que iba al mercado a comprar pescaíto todos los días. Y sus apretones de manos con sus manos de gigante, que te la dejaban echa puré.
Ahora, Paco estará ahí arriba, con su caña de pescar y fumándose un cigarrito, siguiendo con sus palmas el cante de uno de sus clientes favoritos, el maestro Enrique Morente. Ya que aquí todos lloramos. Ellos dos, ahí arriba, nos sonríen.
El velatorio de Francisco Molina Jiménez tiene lugar en el Cementerio de San José de Granada en la sala 10.
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