La política es un laberinto de puertas giratorias del que algunos tardan años –toda una vida laboral– en salir. Están aquellos que dejan el servicio público y, tal y como abandonan la institución de turno, se colocan en una empresa privada –pública o semipública– con ... sueldos acorde a lo que saben o a lo que conocen; que no viene a ser necesariamente lo mismo. Pero la política es también en sí misma una puerta que gira sobre su propio dintel y que no se atraviesa de golpe. Unas veces porque cuesta superar el tránsito –ser político también tiene sus peajes en el recorrido profesional– y, en otras ocasiones, porque compensa económicamente estirar el cargo. Tan demagógico sería ignorar lo primero como admitir lo segundo.
El reglamento del Parlamento de Andalucía reconoce el derecho a percibir una asignación económica temporal al perder la condición de diputado; una compensación que –dice textualmente– «permita la adaptación a la vida laboral o administrativa». Que sea un derecho no implica que suponga una obligación; hay que solicitarlo. Uno puede, incluso, negarse a percibir una paga por no hacer nada. Algún caso se ha dado. Se supone.
Corresponde una mensualidad por cada año de ejercicio –con un máximo de doce– y la cuantía es la equivalente a la última nómina completa, incluidos los complementos o los trienios que se le reconocen a los funcionarios que ejercen un cargo público. Lo normal es que todos los diputados que se quedan sin acta soliciten esta 'cesantía', aunque tengan un puesto de trabajo al que regresar. Hasta 62 pidieron la asignación al disolverse la Cámara el 26 de abril por las elecciones del 19J.
El 25 de agosto, la Mesa de la Diputación Permanente del Parlamento aprobó las solicitudes de veinte exparlamentarios que aún no habían agotado sus cesantías. En total, 509.484 euros. Dos de ellos no llegarán a disfrutarla completa al haber entrado en la nueva estructura del Gobierno andaluz: el consejero de Justicia, José Antonio Nieto, y la granadina Ana Vanessa García, secretaria general de Inclusión Social. Hay otros tres exdiputados granadinos a los que han reconocido una asignación temporal. María del Mar Sánchez, ya fuera de Ciudadanos, tiene concedidas cuatro mensualidades de 4.195 euros brutos cada una. Jesús Fernández (IU), otras cuatro –solo han estado una legislatura– por 3.791 euros. Y Teresa Jiménez (PSOE), exvicepresidenta del Parlamento y con mayores complementos y trienios, tiene la superior de todas las cesantías: doce meses –el máximo– a razón de 5.551 euros brutos. 66.612 euros –que no hay por qué agotarlos– por el año de adaptación. Todos pueden volver a su puesto de trabajo, porque lo tienen ganado por oposición.
Nota: el salario del presidente de la Junta, Juanma Moreno, es de 69.243 euros.
DOLOR POR EL FUEGO... EN REDES SOCIALES
Acaba la semana en que las llamas arrasaron más de cinco mil hectáreas en el entorno de Los Guájares. Cargos públicos compungidos expresaron su dolor y solidaridad en redes sociales; especialmente, a partir del domingo, cuando el fuego ya había provocado un destrozo que llevará años reparar. Ese mismo día visitó la zona la consejera granadina Marifrán Carazo. El presidente Juanma Moreno lo hizo el lunes, tras cumplir con la agenda ya fijada. Habían pasado cinco días; muchas noches de incertidumbre para los vecinos, cuando la nube de humo hasta se metía en la capital. Demasiado tiempo, pero el PSOE no puede criticarlo porque algunos de sus cargos institucionales tardaron lo mismo o ni se conoce que fueran.
En junio fue el incendio de Pujerra, en Málaga. En cuestión de horas pasaron por el puesto de mando Juanma Moreno, el entonces vicepresidente Juan Marín, varios consejeros, la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno central, Isabel Rodríguez, acompañada por el delegado del Gobierno en Andalucía, el granadino Pedro Fernández; Juan Espadas, que se desvió desde Almería, o la propia Macarena Olona. Aquel incendio también quemó 5.000 hectáreas, aunque no es cuestión de comparar ni la gravedad ni las condiciones.
Ambos fuegos tienen algunas similitudes y una diferencia sustancial: entonces estábamos en campaña electoral.
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