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Las reservas de agua de Granada, como las del resto de la cuenca del Guadalquivir, se enfrentan a una situación de sequía extraordinaria que se arrastra desde hace casi un lustro. Esta semana, el volumen de agua embalsada en la provincia era apenas superior al ... tercio de su capacidad, por debajo de los niveles registrados en el mismo momento de 2021 y hasta 20 puntos por debajo de la media de la última década. El panorama ha obligado a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG)a acometer obras que permitan garantizar el suministro para consumo humano, algo que la organización considera asegurado para el corto y medio plazo. El principal problema está en los regadíos, responsables del consumo de ocho de cada diez litros de agua. El incremento de las temperaturas, acelerado por el cambio climático, se suma a una tendencia de sobreexplotación de los recursos hídricos. Los expertos en la materia no son demasiado optimistas de cara al futuro pese a que algunos desarrollos tecnológicos, como los sistemas de eficiencia en el riego y la aparición de las desaladoras, podrían suponer un alivio para algunas zonas. Creen que será imprescindible repensar los sistemas de riego en toda la cuenca, lo que a su vez tendría un efecto sobre los cultivos y la economía.
En concreto, los embalses de la provincia granadina cerraban la semana solo un poco por encima del tercio de su capacidad; en concreto, al 35,6%, de acuerdo con la información que facilita el Sistema Automático de Información Hidrológica de la Cuenca del Guadalquivir (SAIH), que mantiene la CHG. En las nueve infraestructuras bajo el control de esta institución en Granada, el volumen medio de las reservas de agua durante el mes de julio se ha reducido en 18 puntos con respecto al mismo momento de 2021. Una caída que se eleva hasta el 38% en una década. Desde el año 2010, hasta donde alcanzan las cifras del SAIH, no se había vivido un mes de julio con los embalses tan vacíos.
A esto hay que sumarle una patente ausencia de precipitaciones suficientes para que se recuperen niveles habituales de agua. La lluvia acumulada durante el año hidrológico fueron un 26% inferiores a la media histórica, de acuerdo con la CHG, y el desembalse aprobado para la campaña de riego el pasado 11 de mayo era un 35,1% inferior a la cantidad asignada en 2021.
El panorama ha provocado que la CHG anunciara la pasada semana obras de emergencia para la garantía del abastecimiento en el Subsistema Colomera-Cubillas mediante la conexión a los pozos de sequía de la Vega de Granada» con el objetivo de garantizar el suministro de decenas de municipios del Área Metropolitana. Fuentes del organismo confirmaron a IDEAL que estas obras todavía no han sido adjudicadas, aunque se espera que comiencen en septiembre a más tardar. Los trabajos permitirán independizar las aguas cuyo uso sea el consumo humano de las dedicadas al riego, explican. Por su parte, los regantes llevan meses pidiendo que se les permita extraer agua de estos catorce pozos de la Vega, algo que ya se permitió en 2017. De hecho, estos pozos se pusieron en marcha en 1995 en un contexto de grave sequía parecido al actual, según explica Manuel Oña, responsable de comunicación de Emasagra, la empresa municipal que gestiona esos pozos.
Para Antonio Castillo, hidrogeólogo y profesor de la Universidad de Granada (UGR), el problema radica precisamente en este uso excesivo de los recursos hídricos, máxime en una situación como la que se apunta de cara al futuro, en la que estos problemas tiendan a cronificarse. «Nosotros somos los culpables. Estamos gastando más agua de la que nos podemos permitir», resume. Además, el aumento de la temperatura que recoge la estadística oficial en la provincia granadina «es lo mismo que si lloviera menos», explica, «porque se evapora mayor cantidad de líquido y las plantas requieren más para mantenerse vivas». Los efectos ya comienzan a notarse con claridad. «Ya hay problemas severos en muchas comarcas, se han secado pozos de abastecimiento, se están salinizando, se están profundizando los pozos, abriendo pozos nuevos… Es una huida hacia adelante, no solamente en años secos, hay problemas incluso en años normales y húmedos», abunda el experto.
Otro de los problemas es que nuevas tecnologías, como la desalinización, siguen sin resultar rentables para su uso a gran escala, opina Castillo, sobre todo con el precio de la energía disparado, aunque hay algunos experimentos, como el que han puesto en marcha en Vélez-Málaga, que podrían resultar prometedores. Los sistemas de eficiencia en el riego, que han demostrado su buen hacer en los invernaderos almerienses, «ayudarían a ahorrar agua si a la vez se amplía la superficie de cultivo». En definitiva, Antonio Castillo se muestra poco optimista de cara al futuro en la relación de la sociedad con el agua. «El regadío en Andalucía necesita una revisión muy profunda; a la gente no se la puede engañar», afirma. «Si la situación va a peor cada año, y continuamos sin tomar decisiones valientes ni cambiar nuestra forma de actuar, ¿cómo esperamos que las cosas vayan a mejor?», remata.
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