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Solo tres días antes la mayoría del país celebraba la primera victoria electoral del PSOE y por eso soprendió a muchos que miles de personas salieran a la calle para recibir a Juan Pablo II. Pero España no había cambiado tanto y en aquella visita se mezclaba tanto la curiosidad por ver de cerca al Papa polaco, como el entusiasmo por su figura y su doctrina.
Juan Pablo II recorrió 16 ciudades de 14 provincias entre el 31 de octubre y el 9 de noviembre de 1982. El 5 de noviembre de hace cuarenta años, llegó a Granada. «Mi casa se convirtió en un hotel durante dos días, porque vinieron desde Almería una hermana mía y sus dos hijas, y desde Málaga mi cuñada y su marido», recordaba a IDEAL Isabel Soto, una vecina granadina que tenía en su memoria «como estaba la calle Recogidas de gente, era impresionante, y la cantidad de papelillos de colores que se tiraban desde los balcones; yo no he visto tanta gente en Granada nunca».
La ciudad hervía por los cuatro costados. Miles de personas habían tomado la calles para vitorear a Juan Pablo II. La expectación era descomunal. Las palabras «Totus tuus» (todo tuyo), que figuraban en el escudo papal, colgaban en pancartas en fachadas y balcones. Pero, sin duda, lo que más recuerdan los testigos que aquel histórico día, fue ver al papa a bordo de una 'alsina'.
Todo es posible en Granada, quién lo duda, y el 'papamóvil' del pontífice comenzó a humear a la altura de la Chana. Solución: montar a Wojtyla en un autobús de línea. Y allí, sentado en la butaca que por entonces utilizaban los cobradores de los autobuses, recorrió las calles de Granada, donde más de 200.000 personas lo saludaban en el recorrido por la Avenida de Andalucía, Camino de Ronda, calle Recogidas, Acera del Darro y la Carrera de la Virgen.
«No nos lo creíamos. Cuando vimos al Papa allí arriba, en una 'alsina'... era increíble, algo inolvidable. Sólo ha habido otra cosa que me impresionara tanto: el 23-F», explicó a IDEAL Mari Carmen, que trabaja para la empresa Alsina Graells, propietaria de aquel improvisado vehículo papal, desde hace 37 años.
El chofer, se llamaba Antonio García Abarca y, en una entrevista que concedió a IDEAL en aquellos días, contó que había sido el «viaje más sereno, seguro y bello de su vida». No habló con él en todo el recorrido «estaba pendiente de la gente que lo aclamaba», pero le regaló un rosario y una foto dedicada y le «miraba con mucha bondad y cariño. Nunca vi unos ojos tan humanos». Antonio tuvo el detalle de ralentizar la marcha del autobús cuando la comitiva pasaba junto a la estación que de autobuses que entonces estaba en el Camino de Ronda. Gracias a ese gesto, sus compañeros de trabajo contemplaron «perfectamente al Papa, que nos bendijo».
El coche está actualmente en un museo que tiene la empresa en Madrid, al igual que el sillón guía que ocupó el Santo Padre.
Ante la Patrona, el Papa estuvo escasamente unos minutos. Carlos Torres era entonces párroco del templo. «Recuerdo que el Papa venía con fiebre y algún problemilla de salud, porque incluso cuando entró le invitamos a subir a ver el camarín de la Virgen y dijo que prefería quedarse orando delante de Ella«, contó a Fernando Argüelles en otra crónica del recuerdo la visita.
Y, de vuelta al 'papamóvil' -reparado por un mecánico llamado Antonio Morales, según explican las crónicas-, Juan Pablo II se llegó hasta la barriada de Almanjáyar, donde le aguardaba, desde primeras horas de la mañana, una riada humana de 700.000 peregrinos. Allí el pontífice habló para más de medio millón de personas porque la misa fue retransmitida para todo el país por la única televisión que teníamos entonces.
En la Hermandad del Rocío se encargaron de la preparación de los puestos de comida y bebida para atender a los fieles que se esperaban en el recinto. «Nosotros preparamos 100.000 bocadillos para venderlos», comentó a IDEAL Francisco Sánchez, hermano mayor de la hermandad rociera en aquellos primeros años de la década de los ochenta. «Al principio, pensamos que podían ser pocos para tanta gente allí concentrada, pero al final no vendimos ni uno». No perdieron dinero porque lo que sí vendieron bebidas de unos lotes de refrescos sobrantes del Mundial de Fútbol
Tras la celebración religiosa el Papa regresó rápidamente al aeropuerto para coger su vuelo hacia Madrid. Fueron algo más de tres horas las que pasó en Granada, pero los que las vivieron de cerca las recordarán toda la vida.
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