Pedro Soto de Rojas, dejó escrito desde su casa de Los Mascarones, en pleno corazón del Albayzín, aquello famoso de: Granada, paraíso cerrado… Aunque cuatro siglos más tarde, un chavalillo de la Cuesta Rodrigo del Campo, llamado Carlos Cano, sentenció que: Granada solo tiene salida ... por las estrellas… Y esto, lejos de ser antagónico, es muy complementario. Desde los tiempos de Ilvira o Garnata, esta tierra tiene la enorme capacidad de encapsularse, y en evitando que lo externo la erosione, dar a luz los proyectos más hermosos, jamás sospechados. Tal es el caso de la iniciativa de llevar a cabo nada más y nada menos que el primer concurso de cante jondo, a este otro lado de la Andalucía, cuando parece ser que, en la otra mitad, ya entonces se atribuían sin saber por qué, la génesis y paternidad del cante primitivo andaluz, y por lo tanto, la exclusiva de su divulgación, de ahí que tan excelso acontecimiento y sus resultados, hayan sido históricamente ninguneados, e incluso menospreciados, fuera de nuestras provincianas fronteras. Pero lo hecho, hecho está, y su resultado para el flamenco, de repercusión mundial, le pese a quien le pese.

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Contra viento y marea

Los acontecimientos que ocurrían en el mundo aquel 1922, no animaban a llevar a cabo la odisea flamenca ni a los más optimistas, pero en Granada todo es posible, y lo ocurrido aquí en el Patio de los Aljibes de la Alhambra, durante los días 13 y 14 de junio, tuvo su eco a nivel mundial, divulgado por la intelectualidad internacional de la época, venida exprofeso para el acontecimiento.

En el mundo ocurrían graves acontecimientos. Valgan como muestra que, en la prisión francesa de Versalles es guillotinado Henri Desiré Landrú, acusado del asesinato de diez mujeres. Alemania, nos concede la extradición de Lluís Nicolau, asesino del presidente del Consejo de Ministros Eduardo Dato. El Partido Comunista de España celebra su primer congreso, donde se elige como secretario general a Antonio García Quejido, y esto remueve las tripas del entramado conservador en nuestro país, convulsionando a la sociedad de entonces. En India, Majatma Gandhi es arrestado por desobediencia civil y condenado a seis años de cárcel, y eso que era pregonando la no violencia. El mundo de aquel año se polariza y tensiona como antes no lo había hecho, porque en Moscú, Joseph Stalin, se convierte en el primer secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, pero en Italia dimite el Gobierno, y el rey, Víctor Manuel III pide a Benito Mussolini que forme gabinete, lo que da origen a la dictadura fascista. El panorama no puede ser más desalentador, pero aquí, un puñado de valientes, capitaneados por la intelectualidad del momento y con apoyo internacional muy cualificado, ponen en marcha una escuela de flamenco en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, y van a por todas para defender el cante primitivo andaluz, y para ir haciendo ambiente, Federico pronuncia su conferencia sobre el cante jondo, con tal éxito, que tiene que repetirla.

Nada los perturba

Mientras el mundo se convulsiona y atiranta como las colchonetas, Granada sigue adelante con su proyecto de encumbrar a lo más alto el flamenco con mayúsculas. Del éxito de la convocatoria dan fe dos aspectos fundamentales: De un lado, la horquilla de edad en los participantes, que va desde los setenta y seis años del ganador, Diego Bermúdez, El Tenazas, a los trece del niño Manolito Ortega, Caracol para la posteridad. El segundo aspecto es la indiscutible capacitación y cualificación del jurado que valora a los concursantes y la participación artística de las estrellas del momento, tanto en cante, toque o baile. Y todo esto ocurre mientras recibimos el regalo de que se nos considere la llamada Puerta de Jerez de la vecina Santa Fe, como Monumento Histórico Artístico Nacional, o el Castillo de la Calahorra, como Bien de Interés Cultural. Pero España es un país de contrastes. Meses antes del Concurso en Granada, el abanico de acontecimientos es un auténtico esperpento. Solo hay que constatar que el último día de enero, la policía española es dotada con gases asfixiantes, perros, silbatos y cachiporras metálicas de fácil manejo, «para solventar conflictos callejeros» pero, ojo, que la cosa no viene coja: Ese mismo día y para confundir al personal, el rey Alfonso XIII impone la Cruz de Alfonso XII al tenor barcelonés Hipólito Lázaro, con lo cual, por un lado te doy y por el otro te canto. Así somos nosotros.

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Y por aquello de «vuelva usted mañana», que tanta tinta gastó para reflejar lo poco que trabajaban los funcionarios, el día de reyes se exige la asistencia con puntualidad a los funcionarios públicos de todos los ministerios. La nuestra es una nación en la que los gobiernos duran poco, por eso el día de San Juan de Dios cae el Gobierno Maura-Cambó, que es sustituido por el de José Sánchez Guerra. Pero los granadinos seguimos a lo nuestro con nuestro concurso. En la provincia hermana de Málaga, se incendia el edificio de la Aduana, falleciendo 28 personas, las autoridades granadinas mostraron sus condolencias, pero nuestro proyecto ya era imparable, y el eco recibido muy alto. A tan solo un mes de comenzar el concurso, en el marco de la Guerra con Marruecos, las tropas españolas conquistan Tazarut, y esto no hace más que henchir de moral las tertulias de ateneos y cafetines, donde los periódicos pasan de mano en mano, augurando la victoria sobre el enemigo. En la Placeta de los Aljibes de la Alhambra ya están colgados los farolillos, mientras don Ramón Montoya afina la guitarra, y Frasquito Yerbaguena hace voz con un catavinos de manzanilla en rama. A partir de aquí, la historia es de Granada. No se pierdan la exposición que hay en la planta superior del Palacio de Carlos V.

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