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Conchita y Lola se sientan a la mesa con Ana y Alicia, mucho más jóvenes ellas. No son sus nietas, pero por edad podrían serlo perfectamente. Sobre la mesa, 'La Morada Maldita', un sencillo juego de mesa que las muchachas van a enseñar a sus ... compañeras. Enseguida surge la química entre las cuatro, y comienzan a intercambiar gemas como consecuencia del juego.
La suya es una de las doce mesas que se desarrollan en Medialab UGR, que alberga el Vicerrectorado de Innovación Social, Empleabilidad y Emprendimiento de la Universidad de Granada. Desde el mes de octubre está en marcha en estas dependencias el proyecto jUGaR. Comenzó con unas sesiones de formación con alumnos, continuó con varios talleres en los que los estudiantes se sentaron a la mesa con los mayores del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada y culmina este mes de diciembre con la visita de grupos mixtos, de jóvenes y mayores, a colegios de la capital para favorecer el desarrollo de las funciones ejecutivas del alumnado de Educación Primaria, a través de una gran variedad de juegos de mesa.
El salto de una mesa a otra permite ver cómo el juego se transforma en confidencias. Carmen mira a María para ponerla nerviosa mientras ambas juegan al Rhino Hero, un pasatiempo infantil que recuerda a aquellas pirámides que se hacían antaño con las barajas de cartas españolas. María, con más edad que Carmen, tiene que colocar una carta en una alta columna sin que se caiga y cuando lo consigue le guiña el ojo a Carmen para decirle indirectamente que ahora le toca a ella con su pulso juvenil. «Un día malo me lo salvó la semana pasada estar con ellos», sintetiza Carmen con una sonrisa amplia.
La dinámica de intercambio consiste en que los jóvenes deben explicarles el juego a los mayores y jugarlo. Luego, con las reglas ya integradas y asimiladas, los adultos deben devolver el punto y demostrar a los chicos que se han enterado y contarles el juego sin las reglas delante. Al final, la mesa intercambia dos partidas y media ahora de juego.
Ale, Paula y Lucía terminan la jornada en una nube. «Es fascinante que aquí, donde han estado sentadas eminencias universitarias, nosotros estemos siendo tan felices», resume Lucía por las tres dentro del espacio V Centenario, que antes era la facultad de Medicina. Desde este grado llegó a jUGaR Ana, atraída por el contacto con las personas mayores. Reconoce que tardó en soltarse por la 'rigidez' de su carrera universitaria, pero agradece que el juego «me haya permitido establecer un vínculo con ellos».
Más de cien participantes
En total, en jUGaR participan más de un centenar de personas. El barco está capitaneado por Isaac J. Pérez, galardonado como uno de los mejores docentes universitarios de España durante varios años. «Caos, naturalidad y diversión son las únicas reglas que he establecido. Con este proyecto no solo pretendemos llevar a otro nivel la actitud lúdica, sino conectar diferentes generaciones a través de los juegos de mesa. ¿Hay algo más bonito que jugar para empoderar y favorecer las funciones ejecutivas de quienes nos han regalado tanto, nuestros mayores, y, al mismo tiempo, hacer que los más pequeños disfruten aprendiendo? Esta es la esencia de jUGaR», cuenta Pérez, también director del Secretariado de Innovación e Implicación Social. Tres especialistas en el uso pedagógico de los juegos de mesa, Ana Sebastián, Juan Manuel López y Carmen Navarro, completan el póker académico. En las mesas de juego están presentes más de veinte titulaciones diferentes de la UGR, con alrededor de ochenta estudiantes. Por parte del Aula Permanente de Formación Abierta participan una treintena de mayores.
Los jóvenes no son los únicos que disfrutan con los juegos de mesa en la actividad. Mari Carmen, que trabajó en la facultad de Ciencias del Deporte, no dudó en apuntarse a la actividad al conocer que Isaac J. Pérez estaba detrás de ella. Teresa la califica como «extraordinaria» por el simple hecho de poder compartir «la mirada de los jóvenes a través del juego», mientras que para Paqui los alumnos con los que ha coincidido son «la gente más 'apañá' que he conocido». A Juan Luis, incluso, le permitirá regresar al colegio Luis Rosales, en el que fue jefe de estudios, y poder ver unos años más tarde a esos alumnos a los que dejó cuando se jubiló con la excusa de llevar un juego bajo el brazo.
Tras las partidas, comienzan tejerse relaciones a futuro y, quién sabe, nuevos proyectos. Isaac J. Pérez cita a los alumnos para el próximo año, mientras que algunos de ellos, como Alicia, faltan porque lo que empezó como un juego ha terminado con una conversación en el pasillo con los mayores. El final de una partida y el comienzo de otra.
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