Vueling deja en Granada durante 12 horas a 30 pasajeros que volaban a Barcelona «porque el avión era más pequeño»

La ruta en cuestión estaba programada para las 12.50 de este domingo, 16 de octubre. Algunos usuarios se dieron cuenta el día anterior de que no les podían asignar asiento al hacer el check-in online, por lo que se presentaron con suficiente antelación en el aeropuerto para acudir a los mostradores. Una vez allí, el personal les comunicó que el avión que venía «era más pequeño» de lo habitual, por lo que algunos no podrían subir. «Me dijeron que facturase la maleta y que si había sitio para mí viajaría, si no la sacaban y al siguiente vuelo subiría conmigo», explica Marina Díaz, una de las afectadas.

Finalmente no hubo sitio ni para ella ni para otras treinta personas aproximadamente. Algunas de ellas habían pagado previamente por elegir asiento y tenían uno asignado. Ahí comenzó su odisea. «No nos informaban de nada, a las 14.30 nos dieron un ticket para comer y seguimos esperando», añade la joven. «Nos dieron vales para comer pero con dinero ridículo, el bono de desayuno era de 3,75 euros, ni para un bocadillo daba», comenta por su parte Sandra Martorell, otra de las afectadas, que tacha de «sinvergüenza» a la compañía.

Vueling -que no ha respondido a la consulta de IDEAL por este tema- dividió a los pasajeros en dos grupos. Uno salió sobre las 15.30 horas hacia Málaga, desde donde partieron a Barcelona y llegaron a las 21.00. Al otro grupo se le comunicó que viajaría directamente desde Granada a las 22.45 horas. «Yo soy de Jaén, así que me fui a mi casa y volví después, pero hay quienes estuvieron todo el día tirados en el aeropuerto», relata Marina Díaz, que iba por motivos de trabajo a la Ciudad Condal.

Finalmente este vuelo salió con treinta minutos de retraso y aterrizaron en su destino a las 00.30, más de doce horas después de lo establecido. Los pasajeros lamentan que en este vuelo se quedó al menos un joven sin poder subir también por overbooking, es decir, que tras un día entero de espera no pudo viajar.

En la sala de espera del aeropuerto había historias de todo tipo, como la de una mujer que tenía que viajar para hacerse cargo de una persona con salud delicada. También la de Sandra Martorell, que viajaba por motivos familiares. «He ido a trabajar durmiendo menos de cuatro horas, con la espalda molida del aeropuerto. A la hora de coger el vuelo tenía una ansiedad horrorosa», concluye. Una injusta situación que se repite con bastante frecuencia: el pasado verano, los casos de overbooking y retrasos de la compañía han afectado de lleno a Granada.