Llega a Granada el pub de Peaky Blinders

Efectivamente, hay ahora mismo en Granada dos establecimientos que reproducen la estética y la atmósfera de 'Peaky Blinders', la popular serie de televisión sobre los gángsteres de Birmingham de hace un siglo.

El primero en abrir sus puertas fue el Pub Garrison, en la calle Hospital de Santa Ana, muy cerca de El Pilar del Toro de los hermanos José María y Trinitario 'Tayo' Betoret. «Es el nombre del garito donde se reúnen los protagonistas de los Peaky Blinders, una serie que le encanta a mi hermano José María y en la que nos hemos inspirado para darle una estética diferente y original a lo que estamos acostumbrados en Granada», me explica Tayo.

Y como la cosa funcionó, abrieron un segundo local, el Shelby Brothers Granada Club, en pleno Realejo, en la calle Santa Escolástica. Entrar en él es enfrentarse a una barra monumental, en todos los sentidos de la expresión. Te hace sentir como si fueras el Don Draper de 'Mad Men'. La iluminación, el brillo de las botellas, el gran espejo central, los útiles para la coctelería… Barroco en estado puro.

Luis, el bantender del Shelby, además de ser didáctico y superprofesional, 'apañao', como decimos por aquí; le da un toque de muñeca a los cócteles que ríete tú de los reveses de Alcaraz. Salvo que seas de ideas muy fijas y tengas las cosas muy claras, no es fácil decidirse entre una oferta que incluye 29 tipos de whisky y hasta 66 referencias de ginebra, 12 de vodka y otras tantas de ron. Lo mejor es dejarse llevar por el magisterio de Luis, que te preguntará qué te apetece beber, si algo más seco o más refrescante, y te ofrecerá opciones. Por ejemplo, una estupenda ginebra elaborada en Granada de la que hablaremos en profundidad más adelante.

Y para disfrutar de la bebida de una forma relajada, además de banquetas altas, hay tres sofás que homenajean a otra serie clásica que tanto gusta a José María Betoret: 'Friends'. ¿Se acuerdan del sofá naranja del Central Perk? Pues lo mismo, pero por triplicado.

La banda sonora, con clásicos del rock del siglo pasado, invita a seguir haciendo un viaje en el tiempo, viendo las horas pasar de forma tranquila, relajada y morosa. Porque las vistas a través de la cristalera son una gozada, con el incesante ir y venir de la gente que camina por una de las arterias centrales del Realejo.

Y es que hablamos mucho de comidas y cenas en esta sección, pero de vez en cuando hay que reivindicar el placer del digestivo, el deleite de una copa selecta en el mejor ambiente, dejándose llevar.