
José Costas/ Afectado por el TOC
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José Costas/ Afectado por el TOC
«Pensaba que era un fraude que ni siquiera era bueno como afectado de TOC»La historia de José Costas (Vigo, 56 años) es una película. Llegó a vivir solo y con servicio en una casa de 400 metros cuadrados ... y se vio en una chabola solo con pan que llevarse a la boca. Fue un gran ejecutivo. Un jefe de los grandes del banco Santander en México y en Brasil. Su TOC consiste en pensar que es un fraude y que no vale. Por mucho que la evidencia le diga que es brillante, tiene el síndrome de un impostor en el mundo.
El trastorno obsesivo compulsivo le viene desde niño. Lo descubrió a los 54 años cuando se le cruzó un vídeo de la asociación TOC Granada. Hasta entonces pensaba que era un trastorno de atención. Jamás ató cabos. Se hacía tanto boicot que llegó a pensar que no era tan «buen TOC» como para que lo cogieran para la terapia intensiva de Monachil. Estuvo tres meses en lista de espera. Se ha quedado a vivir en el pueblo de Sierra Nevada. Ahora hace SEO, lleva las redes de la asociación y se focaliza en encajar las piezas del puzzle de su infancia.
«Me dieron un balonazo en el colegio en mis partes. En los testículos. A partir de ahí sentí que era un eunuco. Sangré durante varios días y me callé. Pensé que no iba a poder tener relaciones sexuales». Y sí podía pero José Costas había abierto la veda a despreciarse y ningunearse hasta el extremo. Estudió varias carreras. Fue brillante. Pero evitaba enfrentarse a las cosas. Tenía una tele en México que no encendía nunca. Se iba a desayunar, comer y cenar fuera. Restaurantes de lujo. Compras compulsivas. Una colección de cien relojes caros y la vida descontrolada sin saber que se llamaba TOC.
Y de ahí a la pobreza más absoluta, a buscar ansiolíticos por México hasta que se conoció la asociación y supo que tenía TOC. Hizo la terapia y resurgió.
«El pensamiento de fraude se me fue que no quiere decir que a veces no tengas esos pensamientos. Es un tema que sigue ahí, pero lo que aprendes es totalmente a a diferenciar, a gestionar, a que incluso te puede llegar un día malo y sin darte cuenta entrar un poquito en pensamientos, pero ahí enseguida, como ya lo has vivido y te das cuenta, salta una alerta», explica José Costas que vive ahora su segunda oportunidad.
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