Lo peor del submarino es la cama caliente
Crónicas Granadinas ·
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Crónicas Granadinas ·
Estuve a bordo de un submarino y lo que menos me gustó es que había que dormir en turnos de ocho horas en la misma camascribo en la mañana del viernes para publicar si Dios y mi director quieren, esta nueva crónica, ya en el mes de diciembre. «Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad /. Dame un gobierno María /. Que me voy a emborrachar/ ».
Más o menos es así ... lo que suena desde Madrid en estos días, y atentos a la actualidad como siempre. Me gustaría hacer una crónica llena de nombres, entre otras razones, porque el jueves pasé un par de horas felices, que últimamente no frecuento. Todo gracias, otra vez, a la Casa de Granada en Madrid, que nuevamente me ha vuelto a llamar, en esta ocasión para darme un premio, inmerecido, claro que sí, pero, sobre todo, emocionante.
El documento, entregado solemnemente, dice así: «La junta directiva de esta Casa, en atención a los méritos y circunstancias que concurren en el señor Don EscolásticoMedina García y a tenor de los dispuesto en artículo 36.2 de estos estatutos, con la aprobación de los socios ha tenido a bien concederle el premio de la casa de Granada en Madrid en su tercera edición. Y para que conste se expide el presente. En Madrid 28 de diciembre del 2019».
Arriba en el membrete aparece el escudo de la ciudad, hermoso, de la granada abierta ofreciendo el fruto rojo, la corona y seis estrellas.
También me entregaron una placa en bronce del escultor, de apellido Requejo, que es una joya.
La Cibeles, la Alhambra...belleza de bronce para mi colección, casi siempre inmerecida, que estuve a punto de enviar, ya, con mi alcalde de Píñar, tan joven, tan de este tiempo, que tuvo el amor de venir, a la celebración con mi primo Celedonio, gloria de Píñar, y el secretario del Ayuntamiento. Oigan, un lujo, para mí, momento hermoso, que compartí con ellos, y con el recién nombrado –en buena hora– delegado en Madrid, de Granada de la Junta Andalucía, aún con su tarjeta de senador. Me gustó mucho que él mismo dijera que ese era su primer acto público, y al final de su hermosa disertación, resumió en una sola palabra lo que Granada necesitaba en este momento y sobre todas las cosas: «ambición».
Me encantó verle porque su apellido era para mí un referente de cuando su antecesor era el doctor Azpitarte, un admirable doctor del corazón, que parece que lo estoy viendo ahora.
Y por si fuera poco, me presentó, alguien a quien no esperaba, bien lo sabe Dios, como se decía antiguamente, Jaime Peñafiel, que a sus 88 años por él mismo confesados, estuvo glorioso conmigo. Demostrando que aunque nos veamos poco, y aunque militamos en el mismo oficio, es un buen paisano y compañero. Muchas gracias mi querido Jaime, al que encontré formidable.
Generoso, incluso muchas gracias, mi querido hermano en tantas cosas, a veces también hermanastro como su mismo nombre dice.
Aplausos para todos, también para los otros dos premiados; un ilustre marino granadino, que viene a demostrar que uno de los mejores del mundo fue el paisano Don Álvaro de Bazán.
En fin estas son las cosas, las palabras que se dijeron también en ese primer piso de la Casa de Granada, recién estrenado. ¡Cómo me gustaría dar los nombres y los apellidos de todos los presentes allí, el malagueño-granadino, José María Amar , que prometió regalar un repostero para esta casa, momento que aproveché para decir como siempre jugando con las palabras: «Si él regalaba un repostero, servidor regalaba un reportero, que es lo único que soy».
Le di un par de besos a Susana Vargas, a la que quiero tanto, y que es «alta y rubia como la cerveza», quien ayuda a que cervezas Alhambra sea siempre no solo un referente de Granada, sino un ejemplo de sabiduría en el arte de vender y ofrecer, no sólo para beber, sino también incluso para brindar esa cerveza Alhambra, milagro en tantas cosas.
Me permití decir en voz alta que había abonado, como hice el año pasado, mi compromiso de socio, abonando, los casi cincuenta euros de los doce meses, animando a los demás socios que llenaban la sala a que hicieran lo mismo, que hay que cumplir la palabra. Y gracias por tantas veces, como me dijeron Escolástico, que es mi nombre de pila, nacido en la calle El Chopo, de Píñar, como atestiguó mi primo Celedonio.
O sea, que emoción a raudales y muchos agradecimientos a todos. El abrazo a Jiménez Blanco, siempre presente, al secretario de la Casa de Granada y mi lealtad a DonVíctor Berrio, que puso en el aire de la nación entera el duende de la pipirrana.
Que me perdonen, de veras, aquellos de los que no doy su nombre. A esa Granada nuestra, que siempre está ahí, presente, cada día más grande, en todos los aspectos.
Total, que se me ha ido el sitio y el tiempo. Me perdonen ustedes. Todos. Yo, sin embargo primero quise titular: la Noria de Papel, ajustándome a esa feria que sube y que baja, de Granada. ¡Ay mi Granada! De cara a la Navidad ya inmediata, una muy buena idea.
Y eso sí, decirles, que dada a su inmensa y sorprendente actualidad también, servidor hace ya muchos años, navegó en un submarino desde la base de Cartagena donde estaba uno más de aquellos héroes sin nombre, que al servicio de España me mostraron los secretos de aquel Isaac Peral de entonces, en el que viví dos días con sus dos noches, y en el que lo que más me fascinó, y al mismo tiempo menos me gustó fue eso, que había que dormir en turnos de ocho horas en la misma cama, bueno, cama, que duermen otros dos héroes anónimos, partiendo el día en tres sacrificios.
Los agujeros de los proyectiles sellados, el silencio, los recuerdos… y ese chinchorro además en un segundo piso, todo para poder contárselo a ustedes tal día como hoy, casi cincuenta años más tarde, aunque lo publiqué en una serie de los domingos de ABC, el periódico hermano mayor. Mi vida está en las hemerotecas, siempre como un submarino en el océano de la vida, con el nombre de Granada permítanme este suspiro. Sobre todo bajo el agua, en la ciudad del agua como alguien ha escrito con fortuna. Granada, ¡ay mi Granada!
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