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Luchador infatigable hasta la muerte, el viejo militante del PCE y fundador del sindicato Comisiones Obreras en Granada, dio varias veces con sus huesos en la cárcel, por liderar la lucha obrera y el cambio a la democracia, desde la clandestinidad. No había manifestación, piquete, ... concentración o encierro, donde Pepe Cid, no estuviera a la cabeza en la defensa de los trabajadores. No fumaba, no bebía, pero su voz rota de cantaor, voceaba las consignas con un liderazgo incontestable. Le avalaban toda una vida entregada a la defensa de los derechos humanos y, una convicción aplastante de que otro mundo mejor para las clases sociales era mejor y hasta posible. Su figura comienza a emerger un año antes de que Massiel gane el Festival de Eurovisión. En 1967 se lleva a cabo por parte de antiguos y nuevos militantes del PCE, entre los que se encontraban José Cid de la Rosa, Martín, Suárez, Pedro Girón y José López Ávila, la fundación de las Comisiones Obreras de Granada. La primera asamblea de la recién creada organización, con presencia de Fernando Soto y Eduardo Saborido, se celebró en el bar La Mosca, como bien recoge Martínez Foronda. La presentación pública de las CCOO de Granada, se hizo coincidir estratégicamente con la Jornada de Lucha convocada a nivel nacional para el 27 de octubre de 1967. La manifestación realizada por unos 200 trabajadores desde la Plaza del Triunfo hasta la sede de la CNS, en la Gran Vía, constituyó la escenificación de la existencia formal de la organización en la ciudad.
Pepe Cid consolida su liderazgo en el PCE y CC.OO. y en 1970 está a la cabeza de las negociaciones del convenio de la construcción en la provincia de Granada. Aquí, mandaban las familias más conservadoras de España, metidas de lleno en el régimen o amparadas por él. Muchas de ellas, enriquecidas por el boom de la construcción que desarrolló la capital invadiendo la Vega, con grandes moles y barrios, como reconoce Juan Ferreras. Mientras los obreros eran tratados como esclavos, con contratos verbales, por un jornal que apenas llegaba a las 15 pesetas a la hora, a destajo, y sin protección social. A las ocho de la mañana del 21 de julio de 1970, salieron los albañiles de la reunión de la antigua sede sindical en la que hoy es la Avenida de la Constitución. Unos 4.000 habían decidido ir a la huelga y convocar la primera manifestación en Granada desde la República. A continuación tendría lugar el hecho más execrable del régimen franquista. A toque de corneta, la Policía Armada carga. Algunos obreros paran un camión de bovedillas para usarlas contra los policías. Se oyen disparos. Caen abatidos los compañeros Antonio Huertas Remigio, de Maracena, peón de albañil; Cristóbal Ibáñez Encinas, marmolista de Granada, y Manuel Sánchez Mesa, de Armilla, peón de albañil, además de numerosos heridos entre trabajadores y policías. La policía solo reconoce que disparó al aire, de lo que se deduce, que los albañiles muertos...volaban.
A raíz de estos trágicos sucesos, la represión sobre los líderes sindicales toma tintes inimaginables. José Cid de La Rosa, y otros muchos, son detenidos y torturados. De entre todos ellos, destaca el caso de Paco Portillo, su detención en los calabozos de la calle Duquesa, antes de ponerlo a disposición judicial, se prolonga durante 37 días en los que es torturado sin compasión. Cuentan algunos camaradas que lo vieron desnudo en las duchas de la antigua cárcel junto al viejo 'Los Cármenes', que no tenía ni un centímetro de piel que, no estuviera morada por las tremendas palizas recibidas. Todo su cuerpo era un completo moratón. En el caso de Pepe Cid, ni la tortura policial ni su internamiento harían mella en el viejo luchador de la voz rota. Con nuevas energías, en 1972, lo encontramos junto a otros camaradas y compañeros, fundando el primer despacho de abogados laboralistas de Granada. Al frente del mismo estuvieron, Miguel Medina Fernández-Aceytuno y Fernando Sena. El primero había trabajado en el despacho de CCOO en el Ferrol y posteriormente en Madrid en 1971. A finales de ese año, el PCE, a través de Pepe Cid de la Rosa, Pepe Martín y de José López Ávila, «el abuelito», le sugirieron la idea de establecerse en Granada para trabajar para el movimiento obrero. Inicialmente se montó en un pequeño piso alquilado en la calle Moral de la Magdalena. Posteriormente se establecieron en la Calle Escuelas de la ciudad granadina. Era un suma y sigue en la lucha de los trabajadores. Con el tiempo, el abogado, Miguel Medina Fernández-Aceytuno, llegaría a ser concejal del ayuntamiento democrático de la ciudad de La Alhambra.
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