Daños en la zona cero de las inundaciones por las tormentas. Fermín Rodríguez
Tormentas en Granada

«La pérdida del niño fue lo más duro y desmoralizador»

La Bomberos de Granada y Protección Civil de la capital, ocho horas en mitad de la tormenta perfecta

Domingo, 21 de abril 2024

Fue alrededor de las cuatro y media de la tarde del sábado cuando las nubes negras que cubrían el cielo de Granada estallaron y vomitaron ... una cascada de agua que desbarató la vida cotidiana en al menos media docena de localidades de la provincia, todas ellas cercanas a la capital. Acababa de empezar una tormenta perfecta, uno fenómeno climático en el que los elementos se alían y se puede esperar lo peor.

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Y lo peor fue la muerte de un pequeño de ocho años después de que el coche en el que viajaba con su familia sufriera un accidente, presumiblemente, causado por el agua acumulada en la A-92. «La pérdida del niño fue lo más duro y desmoralizador», reconoce Gustavo Molino, el jefe de los Bomberos de la Ciudad de Granada, que, junto a los voluntarios de Protección de la capital, tuvieron que trabajar a destajo para aliviar los efectos de la tempestad. «Nuestra prioridad siempre es salvar vidas. Nosotros recibimos cientos de llamadas de vecinos a los que se les habían inundado las casas y entendíamos su preocupación, pero lo primero era ir hasta el lugar del accidente para rescatar a los heridos», recuerda el experto.

Por desgracia, no pudieron hacer nada por el chaval. Tardaron apenas catorce minutos en llegar hasta el vehículo volcado, pero la tragedia ya se había consumado.

El paisaje que atravesaron los rescatadores era propio de una distopía apocalíptica: decenas de coches parados y fango

El viaje hasta el punto en el que ocurrió el siniestro fue infernal. Diluviaba y apenas se veía la carretera. «Los compañeros me decían que la visibilidad era prácticamente nula. Y nuestros camiones están preparados para circular en esas condiciones. Los turismos normales, no», razona el máximo responsable de los Bomberos de la ciudad de Granada.

El paisaje que atravesaron era propio de una distopía apocalíptica. «En unos minutos, la A-92 de convirtió en una balsa de agua y fango», indica Molino.

Seguramente, esa fue la clave de la catástrofe: en apenas media hora, llovió con una fuerza inusitada y el asfalto no pudo absorber el chaparrón. Además, el aguacero provocó el desbordamiento del Arroyo Salado y la calzada quedó totalmente anegada en determinados tramos de la autovía, sobre todo, cerca de Cijuela.

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Testimonios de los atrapados

Beatriz Bravo pasó por allí y su testimonio sirve para ilustrar el caos que trajo la tormenta. Ella había ido a pasar el día con su hermana, su madre y su tía a Málaga. Apuraron todo lo que pudieron para disfrutar del sábado. Sobre las 11 de la noche, superaron Salar por la A-92 y fue cuando se encontraron una caravana de vehículos parados. «Parecía que se habían quedado sin gasolina en mitad de la carretera», dice.

Hasta las dos y media de la madrugada de este pasado domingo no llegaron a casa, así que tuvieron tiempo de comprobar los estragos del temporal en la A-92. «Por Cijuela, la mediana estaba completamente cubierta de lodo y agua».

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«Por fin en casa a las 3.00 (cuando debía haber que haber llegado a las 18 horas) después de estar parado en Moraleda de Zafayona», señalaba un lector de IDEAL que también estuvo atrapado en la autovía. Para poder llegar a Málaga desde Granada, tuvo que dar un rodeo por la Costa Tropical.

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