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Manuel Pezzi, en el Paseo del Salón de Granada. Pepe Marín
Manuel Pezzi (PSOE): «La falta de visión territorial en Andalucía da pie a las banderas de Granada independiente y a que los sevillanos son los 'miarmas'»

«La falta de visión territorial da pie a las banderas de Granada independiente y a que los sevillanos son los 'miarmas'»

Manuel Pezzi | Exdirigente PSOE ·

«Los políticos no resuelven los problemas de la economía de un país. Si no hay un tejido empresarial potente que tire de Granada costará mucho trabajo avanzar»

Quico Chirino

Granada

Domingo, 28 de febrero 2021, 00:58

El 24 de febrero de 2015, cuando intervenía Mariano Rajoy en el debate sobre el estado de la nación, Manuel Pezzi se levantó en su escaño y blandió una bandera de Andalucía más grande que él. Hacía cuarenta años que se había afiliado a UGT, pero la imagen que más le recuerdan en su trayectoria pública es la de aquella tarde envuelto en la blanquiverde. A los pocos meses volvió a su plaza de profesor titular de Geografía Física en la Universidad de Granada. Nadie cree que Manolo Pezzi se haya retirado de la política a sus 73 años. Es como pretender borrar a una cebra las rayas. Intervino en el primer pleno del Parlamento andaluz el 30 de junio de 1982 y habló de los problemas de una «Andalucía desarticulada territorialmente»; fue concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento de Granada, consejero de Medio Ambiente y de Educación con Manuel Chaves en los noventa y estuvo en el nacimiento del Parque Tecnológico de la Salud y del Parque de las Ciencias. Chaves le encargó a principio de este siglo la Segunda Modernización, con el objetivo de plantear cómo sería Andalucía -ojo- en 2020. Senador, diputado en el Congreso, voluntario para candidato a la alcaldía de Granada y director de la Alhambra propuesto pero sin nombrar. Ácido, ocurrente, mal compañero de debate si lo tienes en frente y trabajador. Un boxeador fajado al que es difícil tumbar aunque parezca que anda grogui. Hace unos días firmó un manifiesto junto a otros históricos del socialismo andaluz para pedir un cambio en el partido que dirige Susana Díaz. Y Pezzi volvió a ser noticia. Se ha jubilado de la universidad. Y tiene más tiempo.

-¿Hace falta un efecto Illa en el PSOE andaluz?

-Con Iceta no hubiera sido lo mismo y él lo sabía. Illa ha conseguido devolver al PSC en el sitio que nos dio los mejores resultados, mientras que Iceta, desde mi punto de vista, se convirtió en catalanista de más. He firmado un documento titulado 'Volver a comenzar' con personas con las que me he enfrentado a lo largo de la historia, porque ellos eran 'guerristas' y yo 'renovador'. Esto significa resetear el PSOE de Andalucía. Tenemos tres ministros, presidentes de diputaciones, tenemos alcaldes de capitales, gente como Mario Jiménez o Ángeles Férriz, que han demostrado que tenían capacidad pero han dicho que esos programas se borran. Nosotros decimos que para salir del impasse hay que resetear el PSOE. Yo también he vivido el reseteo. Manolo Chaves me encargó la Segunda Modernización, que fue un reseteo del partido. En el año 2000 estábamos agotados, no sabíamos qué proyectos poner sobre la mesa para la nueva legislatura. Cogimos un grupo de intelectuales, gente potente y me pidieron que coordinara el proyecto. A la siguiente legislatura el reseteo fue el cambio del Estatuto de Andalucía. El PSOE ha hecho a lo largo de su larga trayectoria, cuando ha gobernado, reseteos programáticos. Aquí se pide uno de ideas, de proyectos y de personas.

-Resetear suena a quitar a Susana Díaz.

-Susana sería uno más de los que puede ofertar el futuro, sabiendo que ganó las elecciones pero perdió cerca de medio millón de votos y eso fue el palo más duro que hemos tenido en muchísimos años. El frío que inundó a la organización en todas las provincias la noche de diciembre de 2018 fue terrorífico. Susana tiene que reflexionar. Nosotros hemos sido susanistas a tope. En Granada había dos facciones, los 'susanas' y los 'susanas plus'. Las dos partes reivindicaban el susanismo pero unos eran los auténticos [ríe]. En 2015 ganó con los mismos diputados que Griñán. Y en las siguientes perdimos medio millón de votos. ¿Qué pasó en medio? ¿Los ERE? No. Porque con Griñán ya estaban. Fue la pelea sin cuartel en 2016 por la primacía del PSOE a nivel nacional. El enfrentamiento con la recogida de 17 firmas de la ejecutiva para echar a Pedro Sánchez. Un comité federal mortífero, una gestora. Esa trayectoria marcó el resultado de las elecciones. Te quieres ir a Madrid, gobernar España y como has perdido vuelves aquí. Todos esos elementos juntos sumaron el desapego.

-¿Algo haría también el desapego que algunas ciudades sintieron hacia la Junta? En Granada se sucedieron las protestas sanitarias.

-La gestión influyó, sin duda. No se oyó a todos los sectores. La gente que habíamos nombrado nosotros estaba de acuerdo [con la fusión sanitaria] pero el personal no terminaba de ver la operación. No fuimos capaces de gestionar una crisis como era característico en nosotros.

-¿Todo eso invalida a Susana Díaz?

-Los estatutos del partido dicen que la elección del secretario general y candidato a la Junta se hace por primarias. Salvo Pepe Caballos, quienes hemos firmado el manifiesto somos simples militantes de base, Pepe Asenjo, Manolo Fernández, Enrique Linde, Marín Rite y yo. Si ella se presenta tiene que valorar también el suplicio que puede hacer en la organización. Si vamos a un enfrentamiento a muerte, Moreno Bonilla seguirá gobernando otros cuatro años porque su imagen apenas está desgastada, lo están cuidando como oro en paño, lo llevan bien vestido para decir lo que tiene que decir y ahí está Bendodo, que puede decir que ha encontrado cajas fuertes en armarios porque todo se le perdona. Lo que pedimos es que hagamos una reflexión sobre quién puede reunir mejores condiciones para liderar el partido y que los militantes decidan. Si acuerdan que Susana tiene que seguir, pues estaremos detrás de ella. Pero creemos que un reseteo, volviendo a poner a las bases, es mucho más potente.

-Cuando se habla de la Segunda Modernización, a veces, suena a broma. ¿Qué aportó?

-Primero, poner de acuerdo a muchos profesionales. Estábamos de acuerdo en que Andalucía no podía seguir sobre el pensamiento antiguo de la reforma agraria y teníamos que dar un salto en las metas, que es lo que nos falta ahora. La UE hace un fondo de 140 mil millones de euros y no terminamos de ver cuáles son los grandes proyectos que harán que cambie Andalucía. La segunda modernización consiguió la colaboración de la Universidad con las empresas, que facilitaran sus patentes, los parques tecnológicos… Elaboramos una publicación, se hicieron una serie de artículos de opinión con firmas de gente cualificada. Fue muy importante aquel debate de 2000 a 2004, en el que nos ayudó gente como Manuel Castells [actual ministro de Universidades], que era el gran gurú de la digitalización mundial. Yo había salido de consejero de Educación y este trabajo me permitió volver a poner los pies en la tierra y conocer mejor Andalucía.

-¿Le echaron cuenta o fue un plan más?

-Manolo Chaves nos dio como sede San Telmo y citábamos a los investigadores en la sede de la Presidencia. Con bastante frecuencia, el presidente venía a tomar café antes de las reuniones. Ningún profesor cobró un duro. A mí me cubrían los gastos que ocasionaba y todo el mundo lo hacía con gusto. No fue un grupo de trabajo que colgaba de una consejería. Todas las consejerías estuvieron representadas. Al final del avance me mandaron al Senado, es verdad [ríe], pero dejé el trabajo realizado. Algunos pensarán que me tenía que haber quedado para hacer la gestión a posteriori. No hubo consenso en esa actuación y pensaron que fuera en las listas del Senado a ser portavoz de Educación, Deportes y Universidades.

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-Le mandan a ese cementerio de elefantes pero volvió a primera fila, en el Congreso.

-Siempre he dicho que me dejen una loseta para mí que yo me buscaré el trabajo que hacer. Si algo ha caracterizado mi trayectoria es trabajar mucho, leer, escribir… Mi partido es muy ágrafo, hay muy pocos que escriban. Muchos te dicen que les prepares un informe para mañana. ¡Para preparar un informe necesito ocho o diez días! Yo lo tengo que leer todo, soy un profesor de universidad. Cuando publico un artículo lo mismo he escrito ocho versiones previas. Hay cientos de páginas de mis intervenciones en el Congreso a parte de la que sale con frecuencia, que saqué una bandera de Andalucía en el debate del estado de la nación cuando Rajoy decía que la culpa de todo era de Andalucía. Llevaba una bandera en la cartera que me habían pedido para un regalo y la saqué.

-¿No estaba preparado?

-Yo no lo había preparado. Sí es verdad que llevaba la cartera y la podía haber dejado en el despacho. Me pareció indignante que un presidente del Gobierno, con todos los problemas que tenía de corruptelas y denuncias, utilizara a Andalucía como contrapeso.

-Y del Congreso volvió tras muchos años a su plaza en la Universidad de Granada.

-Vuelvo a la Universidad porque sufro una operación que no era razonable. Me ofrecen venir a la Alhambra y yo digo que soy geógrafo, que no soy un profesional de la gestión patrimonial. Me dijeron al máximo nivel que los problemas de las denuncias que había en aquel momento necesitaban un político y que ya habría colaboradores expertos en arqueología e historia del arte. Y en el camino, Rosa Aguilar, que era la consejera que tenía la competencia, habló con el alcalde y con Juan García Montero y les ofreció que el candidato sería consensuado. Inmediatamente dijeron que Manolo Pezzi de ninguna de las maneras. Y Rosa Aguilar les compró el producto. Cuando me comentaron que habían hablado con el alcalde les dije que para qué me habían propuesto, para qué habían filtrado que yo era el candidato. ¡Me habéis hecho un perdedor innecesariamente! Recuerdo que puse la foto de una puerta de la Alhambra y dije: «Pegué para entrar y estaba cerrada por dentro». No me dejaron pasar. Me dediqué a rehacer mi vida universitaria y a escribir. Y ahora estoy en la escritura también. Intentado rehacer las cosas que he vivido de primera mano, desde el partido, cosas que he vivido y tengo los originales de los documentos.

-¿Rosa Aguilar pecó de ingenua o cree que hubo alguna intencionalidad?

-[Ríe] Rosa es una llave inglesa que sirve para todos los usos y tamaños de cabeza de tornillo. Sabía que, si lo que quería era unanimidad, conmigo no la iban a tener. Me lo ofrecieron a mí. Podrían no haberlo hecho. Creo lo que alguien dijo, que Rosa pensó de dos gallos en un mismo gallinero era excesivo. Perdimos las elecciones casi inmediatamente y hubiera durado poquísimo tiempo. La verdad es que la Junta no hizo una buena gestión de la propuesta, de la filtración y de cómo se resolvió el problema.

«Susana Díaz tiene que valorar el suplicio que puede hacer en la organización. Si vamos a un enfrentamiento a muerte, Moreno Bonilla seguirá gobernando otros cuatro años»

-¿Políticamente está jubilado?

-Soy un asesor más de Pepe Entrena, que me pide colaboración en los temas que estima conveniente y se la doy con gusto porque ha conseguido unificar el partido en Granada.

-¿Hay mucho de postureo en la política actual? ¿Se quiere quedar bien con todas las partes y faltan ideas?

-Si no tienes un proyecto que sea creíble y que la gente te escuche, no vas a ninguna parte. Cuando nos acercamos al proyecto de Granada nos encontramos con algo habitual en nuestra provincia, la dispersión. Hay que hacer un ferrocarril Granada-Motril. Perfecto. Pero, si no tienes el ferrocarril en Granada que te lleve a algún sitio, ¿lo traes de Motril y dónde lo llevas? ¿Guadix-Baza-Pulpí? Fenomenal, pero como no tengas la red principal, ¿a qué lo conectas? Nos damos cuenta de lo que nos interesa en Motril, Baza o Moreda, sin darnos cuenta de que ahora mismo no tenemos paso de mercancías por Granada, no tenemos corredor mediterráneo de mercancías; que cuando el alcalde va y se fotografía tontamente en una reunión del ramal central está dando un mensaje aunque no firme. Vamos a terminar algún proyecto que sea potente, el ferrocarril que nuclee la totalidad de Andalucía. Pues no terminamos de verlo.

-Fue concejal de Urbanismo de Granada y estuvo detrás de proyectos como el Parque de las Ciencias o el Parque Tecnológico de la Salud. ¿Cómo ha evolucionado Granada y qué ha fallado?

-Quizás, en algunos momentos, han faltado liderazgos y acuerdos. Lo que más echo en falta en Granada es el consenso. Recuerdo mil reuniones con los empresarios para decir que nos pusiéramos de acuerdo. Por ejemplo, ampliamos la zona industrial del puerto de Motril, pero después los empresarios tienen que rellenar aquello de empresas. Nos pusimos de acuerdo en donde hacíamos el Parque Tecnológico de la Salud. ¿Cuántas empresas de Granada se han volcado en el PTS? ¿Nadie es capaz, con fondos nuevos, de montar una empresa que sea puntera y haga de arrastre? Es la falta de consenso.

-Dirán que han sido los políticos los que no habéis sido capaces de llegar a esos consensos.

-Es posible, pero los políticos no resuelven los problemas de la economía de un país. El que crea que un gobierno soluciona los problemas de una región se equivoca. Tú puedes hacer la infraestructura, pero una vez que la has hecho o has puesto el terreno industrial, la iniciativa tiene que ser privada. Si no hay un tejido empresarial potente que tire costará mucho trabajo. Granada ha dado un salto enorme en infraestructuras. Si vemos el Área Metropolitana, en carreteras, infraestructuras comerciales… con 500.000 habitantes podía competir mejor. Pero nos faltan elementos de dinamización.

-El PTS fue uno de esos motores. ¿Ha colmado las expectativas?

-No, evidentemente, no. Por un lado, casi ni hemos podido ampliar los terrenos de Ogíjares. Una tramitación interminable. Se ha hecho un trabajo y hay empresas potentes pero ha faltado más impulso para que se colocaran grandes empresas farmacéuticas y de investigación que pudieran haber dado el salto que necesitaba.

-Estuvo en el primer debate en el Parlamento de Andalucía, donde se decidió la capitalidad y el papel de Granada. ¿Cómo ha evolucionado Andalucía en todo este tiempo? Porque siguen latentes los debates territoriales.

-Hemos hecho una gestión mejorable. El tema de Andalucía oriental y occidental se salvó en 1977, cuando se hizo la asamblea de parlamentarios andaluces en Antequera y se acordó que fuésemos a la manifestación del 4 de diciembre de 1977. Una manifestación unitaria de todas las provincias con tal éxito que nadie puso ya en duda que Andalucía tenía que ir junta, que las veleidades de algunas provincias eran temas puntuales. El 28-F y el Estatuto consolidaron que Andalucía tenía que ir unida como las ocho provincias que había determinado Javier de Burgos en 1833. Pero los enfrentamientos eran latentes. Cuando en el primer pleno del Parlamento de Andalucía se decidió la capitalidad, los granadinos defendimos que estábamos de acuerdo con que fuera Sevilla, una ciudad más grande, porque hacer una ciudad [política y administrativa] nueva en Antequera tenía un coste económico. Pero dijimos que tenía que haber contrapartidas. Una fue declarar a Granada sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Eso se acordó y hubo una serie de abstenciones. Con el tiempo nos pasó que la sede emblemática sigue en Granada pero se pusieron salas en el resto de provincias. El Tribunal Supremo está en Madrid, ¿tiene sedes en Barcelona o Bilbao? Lo mismo que vamos a Madrid, que los andaluces vengan a Granada. A nadie se le ha ocurrido descentralizar el Tribunal Supremo ni la Audiencia Nacional ni el Constitucional. Se hizo en Granada con la sede judicial y eso le quitó potencia. Ese tema de agravio se intentó paliar con la A 92, uniendo a todas las provincias, con una red ferroviaria… Cuando hice la red de centros educativos me decían que cómo podía hacer institutos en Pitres. Porque si no lo ponemos y los obligamos a irse a Motril se quedará la Alpujarra vacía. Me llama la atención cuando hay gente que dice, por ejemplo, que firmemos un acuerdo entre Sevilla y Málaga. Es una locura. ¡Entre toda Andalucía! En la medida en que las dos ciudades más potentes, la política y económica, se ponen de acuerdo, las otras se quedan marginadas. Reunir a gente firmando el ramal central es una equivocación política. Hay escaso esfuerzo por la cohesión territorial y este gobierno sigue igual, no se ha planteado qué significa quitar la Escuela de Salud Pública o el Legado Andalusí, piensa que son temas de menor cuantía. Vale, haz un instituto envolvente, pero pon la sede en Granada. No me hagas trampas. Estos eran de los que decían que la Consejería de Turismo en Málaga, Agricultura en Almería… ¿Cuántos proyectos granadinos van en el plan de la Junta a los fondos europeos? Poquísimos. El Ayuntamiento ni se ha acordado. Esa falta de visión territorial y de cohesión da pie a las banderas de Granada independiente, a que los sevillanos son los miarmas...

-Pero ese caldo de cultivo es histórico, no de hace dos o tres años.

-Esos agravios pueden multiplicarse. El del ferrocarril puede ser espectacular.

-Y en política nacional, ¿cómo se siente con la relación de su partido con Podemos?

-Inquieto a diario, inquieto. Querer mandar el mensaje de que si se aprueban estrategias de izquierdas es porque Podemos está, me parece impropio de un socio de gobierno. Están siendo desleales en la política que hace el consejo de ministros. Esa deslealtad está calando en mucha gente socialista, que no termina de ver por qué no se intenta poner pie. Pero no hay ninguna otra alternativa para mantener un gobierno. Se han aprobado leyes importantes. La ley de presupuestos, ¿quién daba un duro? Cuando estás en minoría o te votan o pierdes.

-¿Por qué se negocia con Bildu y a Vox ni se le llama?

-Con Bildu no se ha negociado. ¿Alguien cree que un gobierno negocia con Bildu la reforma laboral? Es una forma de cubrir un expediente. Tú necesitas los votos y los otros que el Gobierno no caiga, por los motivos que sean. Vox nos lleva a la ruina, al populismo más desatado.

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