La picaresca granadina en la madrugada de los Goya

A eso de las 4.30 horas del domingo, ocho amigos esperan en la puerta del Palacio de Congresos, por si pasa algo. «¿Quedan famosos dentro?», pregunta Sonia, maestra de 28 años que se muere de ganas por entrar. Tanto como Sandra, farmacéutica, o Mariam, azafata de vuelo. Llevan todo el día intentando ver a alguna de las estrellas que han pasado por los Goya de Granada, pero no han tenido mucha suerte.

Una pareja sale de la fiesta, visiblemente agotada. Al ver a la pandilla tan entusiasmada, les ofrecen sus invitaciones. «¿Con esto podemos entrar?», preguntan. «Podéis intentarlo», les responden. Sonia y Sandra miran al frente, abren la puerta, muestran sus pases y suben las escaleras con todo el arte del mundo. «¡Estamos en los Goya!», chillan emocionadas. Y al momento ya están bailando los temazos de Carlos Areces.

En la fiesta del cine español hubo mucha picaresca granadina. Como saben, gran parte de los invitados pudieron ver la gala en el interior del Palacio, pero no en la sala García Lorca, donde sucedían de verdad. Casi mil personas reunidas en la fanzone, delante de una gran pantalla. «A mitad de la gala, decidimos salir a dar una vuelta…», recuerda Javi, líder improvisado de una rebelión de infiltrados. «El caso es que llegamos a la puerta de la sala García Lorca. La abrimos. Entramos. Y había muchos sitios libres, así que nos quedamos allí. Sí, vimos la mitad de la gala en vivo y en directo».

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