El monte parece un jardín de infancia. Bajo los troncos negros y escuálidos que dejó el fuego, la vida se abre paso en forma de pinos pequeñitos. Reagrupados, resurgiendo, algunos de esos proyectos de árbol llegarán a ser pinos y sucederán a los que cayeron ... en la batalla contra las llamas. Cuando la tierra se enfrió las semillas de los pinos cayeron en la tierra desnuda y, sin que hubiese ya copas ni sombras, el sol ha empezado a impulsar estos nuevos pinos.
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Francisco Titos, alcalde de El Pinar, los mira orgulloso y pasa la mano en forma de caricia con una sonrisa. Los recuerdos de aquel 8 de septiembre –del año pasado– son vívidos. Se acuerda de dónde estaba cuando le llamaron, de cómo advirtió de por dónde correría el fuego, cómo temió por su pueblo al caer la noche.
Hace justo un año Los Guájares y parte del Valle de Lecrín estaban en llamas y cuatro alcaldes vigilaban que el cerco no se estrechara y acechase a las casas. Fueron días largos pero sobre todo noches de incertidumbre con el miedo de que el viento cambiase el rumbo del desastre. Como resultado desastroso, quedaron 5.000 hectáreas quemadas en el que fue el incendio forestal más grande del siglo XXI en la provincia de Granada. A pocos días del aniversario, la Guardia Civil ha detenido a un presunto culpable que ha roto los esquemas de todos los que sufrieron la virulencia de las llamas.
Los brotes verdes ayudan a olvidar lo amargo de la experiencia. «La naturaleza es sabia y lo ha demostrado». Esto lo dice Francisco Titos, que indica que el monte renace a buen ritmo aunque haría falta la lluvia para vivir una primavera espectacular, para que esos brotes verdes crezcan y recuerden a la vegetación que se extinguió. Matorrales, flores y sobre todo, pinos pequeños, devuelven la esperanza a una tierra que vio su forma de vida –el monte, el paisaje– completamente devastado. «Estamos encantados. El matorral ha brotado y los pinos han soltado sus semillas y de cada uno han nacido varios, en algunos casos, hasta cinco», explica el alcalde de El Pinar, en el Valle de Lecrín.
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En total, 27 días tardó el Infoca en dar por extinguido el incendio de Los Guájares casi un mes después de su inicio el 8 de septiembre. El fuego comenzó junto a la carretera que transcurre entre Guájar Faragüit y Guájar Alto. Dos agentes de medio ambiente jubilados, residentes en la zona, intentaron sofocar las llamas con sus propios medios. Resultó imposible, debido a las rachas de viento registradas en aquel momento y que hicieron que el fuego se colara por un barranco y se mantuviera vivo durante una semana afectando a los términos municipales de Los Guájares, Albuñuelas, El Pinar, El Valle y Vélez de Benaudalla. Este fue consiguió el triste título de ser el mayor incendio forestal declarado en Granada en este siglo. De hecho, supuso el doble de incendios históricos como el de Lanjarón en 2005 que arrasó 2.610 hectáreas, el de Bodíjar, 2.700, y el de Lújar, 2.000.
El alcalde de Los Guájares, Antonio Mancilla, señala el punto exacto donde comenzó el incendio. Detrás de una bionda de la carretera, a los pies del barranco Girón, una zona agreste condenada a arder por completo porque ni siquiera se puede acceder a pie. «Hubo una pareja que estuvo a punto de poder apagar esas primeras llamas, pero el viento cambió y el fuego avanzó rápidamente». Mancilla llegó en poco tiempo después de esa llamada que nunca querría haber recibido. Cuando alcanzó la boca del barranco, el Infoca y los bomberos de Motril ya trabajaban a destajo. El barranco sigue ahora negro aunque la vida vuelve en forma de arbustos nuevos. Han rebrotado los algarrobos y el gran enemigo es la lluvia. Como el monte no tiene un manto que frene, cada gota que cae es una gota que va al barranco directamente. En diciembre sufrieron tormentas que borraron los caminos e incomunicaron fincas. «Pedimos infraestructuras. Que no nos olviden. Ya he hablado con Medio Ambiente de la Junta y he pedido escolleras para los barrancos», expresa el alcalde de Los Guájares, junto a un gran dique que se está construyendo como obra de emergencia para frenar la fuerza del barranco.
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La gran novedad, después de un año, es que hay un sospechoso. La concienzuda investigación de la Guardia Civil no deja resquicio para las dudas. El culpable podría ser un bombero forestal de 62 años que fue detenido a finales de agosto. Lo que no está claro todavía es cuál fue el móvil, qué fue lo que impulsó al presunto autor del siniestro a pegar fuego al monte.
«No nos cabe en la cabeza, es algo incomprensible, por qué lo hizo», se pregunta Francisco Titos. Tampoco entiende nada el alcalde de Los Guájares, de donde es el sospechoso, donde todo el mundo lo conoce y donde no comprenden –si llega a confirmarse– que le haría prender el monte.
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José Díaz, alcalde de Albuñuelas, recuerda esos días con pavor. El puesto de mando en su pueblo y los vecinos asistiendo a los bomberos del Infoca que luchaban contra el fuego. La Junta de Andalucía intervino en el monte con una inversión de 3,5 millones para limpiarlo y acondicionarlo. Cortaron los pinos quemados que iban a caer a los caminos e hicieron barreras con los troncos para que el monte no se desprendiera. Ahora programan una regeneración para ayudar al bosque a ser el que era.
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