El negocio de la pirotecnia granadina no está para tirar cohetes. El rosario de suspensiones de fiestas populares y patronales ha provocado la anulación de cientos de contratos de espectáculos pirotécnicos, y que difícilmente se podrán recuperar. La llegada del coronavirus y el confinamiento coincidió ... en el momento en el que las empresas del sector comenzaban a preparar su campaña y, sobre todo, a la espera de los meses más fuertes: julio, agosto y septiembre.
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Las pirotecnias son otro sector que suma su pesar a este verano en el que hay poco que celebrar. Los fuegos artificiales añaden su incertidumbre a la de feriantes y orquestas. De hecho, el sector relacionado con las fiestas prepara una manifiestación en Madrid para el próximo 8 de julio para poner de manifiesto la situación por la que atraviesa el sector. Aepiro, la federación que agrupa a las empresas pirotécnicas españolas, se ha sumado a la convocatoria.
La economía de estas empresas está gravemente tocada. La facturación se ha reducido a mínimos históricos, las contrataciones ya existentes se han anulado y no se han realizado nuevos contratos. En temporadas normales el invierno es el momento de hacer acopio de material e ir preparando los espectáculos previstos. Pero el estado de alarma paró de manera radical toda la maquinaria pirotécnica. Ni San José, ni romerías, ni San Juan, ni todo lo que vendrá.
La crisis no tiene precedentes, no hay una crisis anterior con la que la situación actual se pueda comparar. En la crisis de 2007 se seguía contratando, recuerdan los empresarios consultados. Fue una contratación menor, con espectáculos menos costosos para los promotores de fiestas y eventos, pero la pólvora no ha prendido ni para las celebraciones familiares durante esta crisis. Los talleres están al límite de almacenaje y los fabricantes no pueden vender tampoco a terceros que montan y disparan porque éstos tampoco tienen fiestas en las que hacerlo.
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Está todo el gasto hecho en material que no tiene salida y se sigue produciendo gasto corriente: seguridad, electricidad, seguros de responsabilidad civil. Las enormes medidas de seguridad que se les exigen siguen consumiendo sus recursos. Las facturas se acumulan y las ayudas al sector son pocas. Esteban Martín, de Pirotecnia Esteban Martín, de Motril, calcula que su gasto con la empresa parada a cero es de 5.000 euros al mes. Los ingresos desde marzo no han llegado a 2.000 euros procedentes de algunas compras sueltas. No es de extrañar que los empresarios hayan dejado el banco de trabajo para acudir al banco en busca de aplazamientos y negociar créditos.
Alfonso Baños, de Pirotecnia Alpujarreña, de Ugíjar, lamenta lo que él llama «efecto contagio» y que ha supuesto que los municipios han suprimido sus fiestas uno tras otro. «Los fuegos artificiales, como tales, no están prohibidos», advierte Baños y, añade, «los espectáculos pirotécnicos se pueden divisar desde cualquier sitio, por lo que se podrían disparar sin necesidad de que se produjeran concentraciones de público». Él cree que el 'efecto contagio' también se puede producir en sentido contrario: «Si un pueblo se decide a honrar a su patrón con fuegos artificiales, es probable que el pueblo de al lado haga lo mismo». «Hay que tener responsabilidad y no miedo, pero los ayuntamientos están actuando con más miedo y mirando a lo que hacen los demás», lamenta.
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¿Sería suficiente en el caso de que algunas localidades celebrasen, al menos, de una manera tan sonora a su patrón? Parece que no. Ni todas las fiestas de verano son patronales, ni unos cuantos racimos de cohetes permitirían al sector sanar las heridas económicas sin precedentes. Jesús Ortega, de Pirotecnia Hermanos Ortega, de Órgiva, cree que lanzar unos cuantos racimos de cohetes no serían suficiente para salir de ésta.
Por otro lado, las empresas de pirotecnia no viven sólo de las fiestas de su entorno geográfico. Las empresas granadinas que se mantienen trabajan para grandes espectáculos en toda la geografía nacional, festivales o concursos pirotécnicos... Las fiestas patronales de un pequeño municipio no son ni de lejos el grueso de su facturación, admite el propio Baños.
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Disparar para honrar a un patrón que puede ser más la expresión de un deseo que una realidad. El empresario motrileño Esteban Martín asume «el dominó de cancelaciones» con cierto estoicismo, «realismo», dice él. «Si no se puede no se puede», sentencia. «Los fuegos se disparan para congregar a la gente», algo que resulta incompatible con las medidas sanitarias de la nueva normalidad.
Y, ¡ay amigo!, el bolsillo siempre está presente, porque «los ayuntamientos conciben los fuegos no como un gasto, sino como una inversión», señala el empresario motrileño, por lo que ve incompatible los fuegos por los fuegos. El movimiento de gente que genera un espectáculo pirotécnico es también dinero en movimiento. Martín asegura que el año pasado las antenas de telefonía calcularon la presencia de 180.000 personas en el momento el que se disparaban los fuegos artificiales. Así sí estaría justificado el gasto en pólvora por parte de un ayuntamiento, pero de otra manera sería difícil.
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Los empresarios de la pirotecnia afirman rotundamente que son una industria que genera un gran movimiento en su entorno. Se ha tenido que echar mano a los ERTE en la mayoría de las empresas, las contrataciones estacionales que todos los años se han realizado en verano no se han hecho, todo el gasto que generaba sus desplazamientos ha desaparecido… Todo, todo, es pólvora mojada.
Esta crisis puede ser mortal «para el que no tuviese algo», comenta Esteban. Pese a la riqueza que generan de forma directa o indirecta, es un sector que recibe pocas ayudas y ninguna subvención. Y las medidas decretadas por el Gobierno y las moratorias fiscales son de poca ayuda. «Suspender el pago de las retenciones en marzo para exigir loen noviembre no es una ayuda», critica Martín.
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Los pirotécnicos ven el futuro de su industria tan negro como la pólvora. «Muchos tendrán que cerrar», lamenta Baños. Ni el aplazamiento de fiestas para el otoño ni contrataciones futuras van a permitirles salir de esta. Puede ser una herida de muerte para muchos empresarios del sector. «Este arte se aprende de generación en generación, con el desarrollo del oficio, no se estudia ni en universidades ni en FP», explica Alfonso Baños. «Si una empresa cierra ahora, difícilmente se pueda abrir después», concluye.
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