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Sergio González Hueso
Granada
Miércoles, 28 de septiembre 2022, 00:08
La gota que colmó el vaso cayó el pasado mes de agosto. Tal y como contó este periódico entonces, una mujer de 75 años fallecía ... de forma repentina mientras cenaba en Plaza Larga junto a su familia. El diagnóstico de los servicios de emergencia que la atendieron no dejaba lugar a dudas: había sido un infarto, algo relativamente común en una persona de edad avanzada y delicada de salud, como era el caso. Sin embargo, en este punto del barrio albaicinero todo el mundo dice hoy lo mismo: la mujer fue víctima de la situación de extrema tensión y estrés que están viviendo allí los vecinos desde hace algunos meses.
Hartos de aguantar problemas continuamente, los ciudadanos de Plaza Larga se han conjurado tras el suceso de aquel día para pedirles a las administraciones que acaben de una vez con la situación«insostenible» que está provocando «un nivel inaceptable de convivencia». El foco de los problemas se localiza, según las fuentes consultadas, en el mal comportamiento de un grupo de personas indigentes cuya presencia es constante en este lugar desde hace meses. Ello provoca enfrentamientos con el vecindario, suciedad, mala imagen para los comercios de la zona o problemas de consumo de alcohol y drogas frente a cualquier persona que pase por allí a cualquier hora, tal y como alertan.
La situación ha sido denunciada en varias ocasiones. La última vez ha sido a escasos días de que el barrio celebre sus fiestas y mediante un escrito que se ha acompañado de más de 400 firmas y que se ha entregado también en la Subdelegación del Gobierno.
El presidente del colectivo vecinal del barrio, Antonio Jiménez, explica que la Administración debe tomar conciencia de las «necesidades de control policial» en el que viene a ser el «corazón del Albaicín», lugar que, recuerda, sigue siendo Patrimonio de la Humanidad. Cuenta que son continuos los avisos y peticiones de ayuda que reciben de los negocios y vecinos de Plaza Larga ante la presencia de un grupo, más o menos numeroso, que lo único que hace es causar problemas.
María José regenta una pastelería muy conocida allí. Está abierta desde 1928. Y es tajante: «Llevo toda la vida en la plaza y lo que está pasando ahora no se ha visto nunca», señala a IDEAL muy disgustada. «No es normal, no es normal», repite una y otra vez. Describe una situación de tensión casi diaria entre estas personas y los vecinos, que están «cansados» de ser testigos de conductas como borracheras, peleas, ruidos o suciedad. Algo que tiene desesperado a todo el mundo.
De hecho, aquella fatídica noche de agosto, el hijo de la señora que acabó falleciendo, que regenta un negocio en la plaza, tuvo un enfrentamiento previo con uno de estos individuos por haber llenado la calle de basura. Los testigos hablan de una situación muy desagradable y creen que fue el detonante de lo que tristemente llegó después.
Bernabé, otro vecino, habla de que el individuo en cuestión era el que siempre solía estar detrás de los peores incidentes. Desde entonces no aparece, pero nadie dice que no lo vuelva a hacer, ya que «la policía siempre nos dice que no puede hacer nada», denuncia. Aunque este se haya ido, asegura, el problema no lo ha hecho. «Siguen otros miembros del grupo que, aunque no son tan conflictivos, beben durante horas y horas en los bancos y al final causan también molestias», añade Bernabé.
Desde la asociación de vecinos explican que esta gente no tiene ni oficio ni beneficio. Y que son moradores de las cuevas de San Miguel Alto, cuyo descontrol creen que está detrás de muchos de los conflictos que padece el Albaicín.
En Plaza Larga el problema es más profundo, pues además de las fricciones en la convivencia que se están produciendo, los vecinos denuncian el daño que se le hace también al turismo, su principal fuente de ingresos.
La mayoría de los negocios viven de los visitantes y alertan de la «pésima» imagen que se está ofreciendo en el corazón mismo del barrio. «Pero no solo los turistas pasan de largo al ver el panorama, también lo hacen ya los propios vecinos, que nos piden que hagamos algo para que puedan volver a recuperar su Plaza Larga», lamenta María José.
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