Hugo, en casa de sus padres Ideal

«No podemos gastar más de la mitad de nuestro sueldo por las condiciones que nos ofrecen»

Hugo vive con sus padres porque reconoce que acceder a comprar o alquilar una vivienda para él solo es a día de hoy es imposible

Domingo, 6 de octubre 2024, 00:05

Hugo mira al futuro con incertidumbre, pero también con una sensación de agobio. A sus 24 años, vive con sus padres porque reconoce que el precio de alquiler o compra de una vivienda está al alcance de muy pocos. El escenario y las razones son ... las mismas. Cuando piensa en independizarse, no valora la opción de compartir piso. Eso, declara, «hace que los jóvenes sientan aún más retroceder».

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«No podemos gastar más de la mitad de nuestro sueldo por las condiciones que nos ofrecen», expresa. Es el caso de todos sus amigos cercanos. Buscan por activa y por pasiva estudios o apartamentos de dimensiones menores donde poder dejar de compartir piso. Pero casi ninguno de ellos lo consigue. «Cuando trabajas, lo mínimo que esperas es dejar de vivir como si estuvieras en la universidad», declara. A esta situación se suman otros tantos compañeros que han preferido irse de España y buscar trabajo en otros países de Europa donde la relación entre el sueldo y el alquiler les permite vivir con mejores condiciones. No obstante, admite que no todos los jóvenes tienen esta oportunidad laboral ni cualquiera se presta a ello. «Es algo a lo que se han visto obligados», recalca.

Las opciones que encuentra son pocos metros cuadrados por un precio elevado al mes. La compra de un piso tampoco la baraja a día de hoy como alternativa porque «está todo por las nubes».

A la inquietud de saber qué va a ser de él en los próximos años, se suma la presión que siente por la necesidad de ahorrar si algún día se plantea comprar, un escenario que observa cómo es cada vez más difícil.

Consulta habitualmente los portales inmobiliarios para conocer las variaciones en el precio y admite que el panorama es cada vez peor. El problema se ha agravado enormemente en los últimos años. «Antes, la zona más cara era el centro, es comprensible. Ahora, no encontramos nada que esté al alcance de los jóvenes ni en otros barrios ni tampoco a las afueras de la ciudad», explica.

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Cuenta que el problema no es solo el incremento del precio del parque inmobiliario en pueblos o capital, sino también que este aumento no ha ido acompañado de la subida de los salarios. Ve cómo sus padres y tíos con su edad tenían o planteaban ya la posibilidad de comprar un domicilio, una postura que para él queda lejana en el tiempo. «Somos conscientes de que los jóvenes de ahora lo tenemos mucho más difícil que hace 20 o 30 años; nos costará mucho más poder permitirnos tener una propiedad», sentencia el joven.

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