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Bañistas a remojo en una poza de Pinos Genil Ramón L. Pérez
Pozas en Granada para reírse del calor

Pozas en Granada para reírse del calor

El río Genil ofrece una alternativa fresquita, económica y en plena naturaleza para los veraneantes urbanos

Inés Gallastegui

Sábado, 17 de agosto 2024

De toda la vida, era la forma en la que los españoles del interior se refrescaban en los días de verano, pero la moda de tomar el sol al borde del mar ha convertido bañarse en el río en una excentricidad, un lujo al alcance de todos que solo disfruta una minoría. En lugar de pelearse por un metro cuadrado de arena entre cuerpos embadurnados de crema, algunos prefieren la tranquilidad de las playas fluviales y, si saben buscar, apenas encuentran competencia para ocupar un lugar fresco en la orilla. En la del río Genil, a unos minutos del centro de la ciudad, familias enteras han encontrado su pequeño paraíso.

Una vez terminado el Paseo de la Bicha, que comienza en Puente Verde, el sendero de la conocida 'ruta del colesterol' se vuelve menos transitado por caminantes y corredores, y entre Cenes de la Vega y Pinos Genil guarda auténticos tesoros paisajísticos para el veraneante urbano. Mientras en la ciudad sofocante el termómetro sube sin freno por encima de los 30 grados, la cercanía del cauce y la umbría de los chopos y los sauces convierte la ribera en un oasis de frescor. Este año sorprende un caudal fuerte, con tramos de auténticas aguas bravas, en pleno agosto: es el resultado del deshielo de Sierra Nevada, que empezó en primavera y, en plena canícula de agosto, todavía no ha terminado. Entre el Centro Hípico de Cenes y el puente de la Duquesa de Pinos –unos 3,5 kilómetros–, el río forma varios remansos donde el agua cubre hasta la cintura y la ribera se convierte en auténtica playa.

Una pareja toma el sol en un oásis en Cenes de la Vega Rl. L. P.

Nevera, sombrilla y hamaca

Tanto es así que hay quien, como si de Almuñécar se tratara, madruga para coger sitio en primera línea. Los fines de semana antes del mediodía ya hay gente firmemente apostada en su silla plegable, con la nevera al alcance de la mano, disfrutando de la sombra de los árboles y escuchando hipnotizada el rumor del agua.

Algunas familias, junto a las tortillas, los filetes, las cervezas y la sandía, se traen sombrilla, toldo y hasta hamacas colgantes para echar la siesta. Otras vienen casi con lo puesto: toalla y bañador para darse un chapuzón y seguir el paseo. Las zapatillas o las sandalias de agua son imprescindibles para no resbalar en las piedras redondeadas y viscosas que forman el cauce.

«La playa está llena. ¿Qué mejor que aprovechar lo que tenemos aquí cerca?», explica una joven

«La playa está muy llena... ¿Qué mejor que aprovechar lo que tenemos más cerca?», se pregunta Ana López, una joven que se ha traído a sus familiares de Madrid, de visita, a conocer uno de los encantos menos conocidos de los alrededores. «Hemos venido en autobús desde Cartuja. Allí tenemos cerca la piscina municipal de Almanjáyar, pero no me gusta. Esto es muy bonito y muy accesible. El agua está fría, pero limpia. Aquí estamos muy a gusto –señala Ana, mientras observa a la bebé de su primo chapotear en la orilla–. Suelo venir a menudo con amigos, a veces a pasar el día entero».

Cauce arriba, donde el río Aguas Blancas desemboca en el Genil, junto al centro de recuperación de especies El Blanqueo y la sede del Parque Nacional de Sierra Nevada, hay otra zona de playas y un pequeño puente sobre el cauce desde el que los niños se lanzan al agua mientras sus padres charlan a la fresca. Igual que los abuelos en los viejos tiempos.

Coches y fuego prohibidos, baño permitido

En cada regato del río entre Cenes de la Vega y Pinos Genil hay señales que recuerdan que en la zona no se puede hacer fuego por alto riesgo de incendio. En cambio, nada se dice del baño, que en la capital está estrictamente prohibido. Fuentes de las policías locales de ambos municipios señalan que el baño en aguas continentales es competencia de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y de Medio Ambiente, pero ninguno de los dos cuerpos tiene constancia de que exista una orden expresa en ese sentido. «Lo que sí está prohibido es estacionar el coche a menos de 50 metros del cauce», puntualizan fuentes del cuerpo en Cenes.

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