
O. L. BELATEGUI
Martes, 26 de diciembre 2006, 03:55
Ángeles González-Sinde (Madrid, 1965) creció entre platós pero tardó en aceptar su vocación. Hija del productor y guionista José María González-Sinde, primer presidente de la Academia de Cine, estudió Filología y realizó labores de prensa en editoriales y compañías de discos antes de convertirse en guionista «por perseverancia» de su madre, que veía en ella aptitudes para escribir. «Estudié con Mario Onaindía y José Luis Borau en la Autónoma, mis grandes maestros. Ellos hicieron el primer master de guión en España cuando no había Escuela de Cine».
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El Goya por el guión de 'La buena estrella', en 1997, la convirtió en la escritora más reputada del cine español. Seis años más tarde, obtuvo otra estatuilla como directora novel de 'La suerte dormida'. González-Sinde es la nueva presidenta de la Academia de Cine tras imponerse a la candidatura del decorador Gil Parrondo. Acompañada por Enrique Urbizu y Manuel Gómez Pereira como vicepresidentes, regirá durante tres años una institución que el próximo enero cumplirá veinte años entregando Goyas.
La guionista releva en un cargo no remunerado a las actrices Aitana Sánchez-Gijón, Marisa Paredes y Mercedes Sampietro. Madre de dos niñas, suple la falta de popularidad con su experiencia al frente de ALMA (Asociación Literaria de Medios Audiovisuales), un organismo alternativo a la SGAE nacido para defender los derechos de los guionistas.
-¿La felicito o le doy el pésame?
-Hombre, es para felicitarse, ¿no? Ha habido dos candidaturas, ha acudido mucha gente a votar, no paramos de recibir llamadas de compañeros ilusionados con ganas de colaborar
-¿La convencieron para presentarse o fue una decisión personal?
-Me convencieron, a mí no se me hubiera ocurrido. Enrique Urbizu es amigo mío desde hace años. Él me propuso presentarme.
-¿Qué vio en usted?
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-Bueno, Enrique es presidente de DAMA (Derechos de Autor de Medios Audiovisuales), y dos presidencias eran demasiadas. Me conoce y sabe que soy organizada y trabajadora. Me encanta aglutinar a la gente y generar proyectos compartidos. Sabe que soy muy apasionada.
-¿Qué Academia pretende?
-Una Academia abierta, creativa, viva, con emociones, con mucho trajín. Un lugar en el que nos podamos encontrar todos los días, un foco de discusión. El 11 de enero nos entregan las llaves de una nueva sede (un palacete en la madrileña calle Zurbano). Hasta ahora no teníamos un espacio donde mostrar a la sociedad el trabajo y conocimientos de la gente del cine.
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-Un punto de encuentro.
-Eso es. Me gustaría funcionar como la Academia Británica, un lugar vivo que ha logrado llegar a todo el país. Nosotros tenemos sedes en Madrid y Barcelona, pero tenemos que alcanzar todos los rincones. No sé qué pasará en Bilbao, pero en el resto de ciudades se han cerrado todos los cines del centro, sólo quedan en los centros comerciales de las afueras, con prioridades de distribución que dejan fuera las películas pequeñas.
Como Clint Eastwood
-Quieren llevar el cine a la escuela.
-Me encantaría, quizá porque soy madre. Veo en mis niños una presa fácil de la manipulación mediática. Las películas americanas familiares son las que atraen al público a las salas. Tienen unos medios de difusión que van desde la caja de cereales del desayuno y el 'Happy Meal' de McDonalds, a la publicidad entre series de dibujos animados. El niño se aleja de una manera de contar que debería serle más propia. Y el cine español no atiende esa demanda de cine familiar.
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-Usted se ha formado en Estados Unidos (cursó un Master en el American Film Institute) y conoce la forma de trabajar allí. ¿Hollywood es el enemigo?
-No. Hollywood es el cine del que hemos mamado y aprendido. Cuando hablamos del cine americano nos equivocamos: no sólo son los grandes estudios y distribuidoras, también hay cineastas independientes. El otro día leí una entrevista con Clint Eastwood, y me quedé pasmada, porque le cuesta levantar sus proyectos. ¿A Clint Eastwood! Tiene que hacer películas pequeñas que rueda en siete semanas, lo mismo que tardé yo en hacer 'La suerte dormida'. Hablamos de globalización de empresas, pero en Hollywood se hace muy buen cine, y los independientes tienen las mismas dificultades que nosotros.
-¿Hay bandos en el cine español?
-No. Pero por la propia naturaleza del trabajo es muy difícil encontrarte. Muchas veces no conoces a la gente que hace lo mismo que tú. Los guionistas trabajamos en casa, un actor y un montador nunca coinciden Y, sin embargo, de quien más aprendes es de tus compañeros. Tengo un gran sentimiento de gremio, porque el cine es una profesión vocacional. Un trabajo de gente muy apasionada, que discute acaloradamente y después se le pasa. Mi experiencia es que es un oficio de gente generosa.
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-Estas nominaciones a los Goya han sido interpretadas como un intento de reconciliación con los hermanos Almodóvar.
-Yo creo que 'Volver' ha gustado muchísimo, a la gente del cine y a todo el mundo, ahí están las cifras. Los académicos votan, y la democracia diluye las cuestiones personales. Cuando ves 'Volver' piensas en la historia, no en si es de un amigo tuyo. A mí me gustaría que volviesen Almodóvar y Garci, escucharles qué se debe mejorar. Nosotros vamos a dar el primer paso y les vamos a llamar. También hay otros compañeros que no están porque no les gusta pertenecer a nada, o porque muchas personas creativas son un desastre con los papeles y nunca han rellenado el impreso, o porque piensan que no pueden pertenecer. Hay mucha gente joven a la que atraer. Por ejemplo, Jorge Guerricaechevarria (guionista de Álex de la Iglesia) no es de la Academia. Y ayer me mandó un mensaje diciendo que se iba a a animar. Este año ha habido muchas altas.
-Son nominaciones que premian a las películas más taquilleras. ¿Eso es bueno?
-Los Goya son el escaparate del cine español, cada academia promociona su cine así. Han salido nominadas las películas más grandes, pero también hay pequeñas: 'Azuloscurocasinegro', 'La noche de los girasoles', 'Lo que sé de Lola' A mí me gustan las nominaciones de director novel, porque este año ha habido muy buenas pequeñas películas.
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-El cine español no tiene buena imagen.
-No. Contribuye que el cine son los actores y las historias que contamos. Son la proyección de un país, y los españoles, desde la Generación del 98, siempre estamos peleados con nosotros mismos: no nos gustamos, pero que nadie se meta con nosotros. Todo el mundo se siente vinculado a los actores y a la gala de los Goya. Es la magia del cine: tienes la sensación de que puedes opinar sobre Antonio Resines o Maribel Verdú, porque los conoces desde hace veinte años. Te indignas o alegras con ellos.
-Lo novedoso en los últimos años es la politización del cine español. Usted participó en el documental colectivo '11-M. Todos íbamos en ese tren', en apoyo de las víctimas de los atentados terroristas. ¿Qué va a hacer como presidenta para evitar que el cine español sea un arma arrojadiza?
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-La Academia de la Lengua no es una institución política, pero los escritores que la componen sí. Como colectivo, está para otra cosa. Es el camino que tenemos que seguir, ser un lugar de conocimiento y divulgación. Los cineastas deben tener una posición política frente a la sociedad, pero la Academia ha de tender puentes y no tomar posiciones, no nació para eso.
Un florero
-Usted no es un rostro popular, como sus antecesoras en el cargo.
-A tenor de las preguntas que me hicieron cuando fui elegida, creo que la labor de Aitana, Mercedes y Marisa no se valoró lo suficiente por prejuicios machistas. Como eran actrices Han hecho mucho, pero no nos las imaginamos en un trabajo serio en oficinas. Nadie decía que Fernando Rey era un florero.
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-¿Es consciente de que aceptar el cargo implica desacelerar su carrera como guionista y directora?
-Bueno, mi idea es compartir las responsabilidades con los vicepresidentes.
-¿Qué le enseñó su padre respecto a la Academia?
-Que hay que dedicarle muchas horas Fue el primer presidente en unos tiempos muy distintos. Una tarea dura, porque partía de la desconfianza de los demás; nadie quería ser nominado, como ahora.
-¿Acabó quemado?
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-No. Era muy entusiasta de la Academia. Acabó quemado de la política, de haberse metido en Telemadrid, a dirigir esa casa infernal Ahí sí que la gente creativa no tiene mucha cabida. La política acaba con la creatividad.
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