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Reproducción de la escafandra espacial, antecedente del traje espacial, que creó Emilio Herrera en 1935. FERMIN RODRÍGUEZ
El primer granadino que soñó con ir al espacio hace un siglo

El primer granadino que soñó con ir al espacio hace un siglo

Emilio Herrera, un adelantado a su tiempo, diseñó en 1935 un traje espacial que años después inspiró a la NASA para fabricar el suyo y proyectó un globo que podría alcanzar los 22.000 metros de altitud

Daniel Olivares

Granada

Miércoles, 20 de marzo 2019, 19:22

El proyecto que el granadino José Mariano López-Urdiales está haciendo realidad en pleno siglo XXI ya lo soñó otro granadino casi cien años antes. Su nombre fue Emilio Herrera Linares (Granada, 1879-Ginebra, 1967) y su ocupación es difícil de abarcar con una sola mano: piloto de aerostatos, dirigibles y aviones, militar, ingeniero, científico, investigador, inventor, emprendedor y político. Todas esas facetas desarrolló a lo largo de su vida una de las mentes más brillantes de la ciencia española y europea de la primera mitad del siglo XX, cuya trayectoria quedó silenciada en la historia de España por culpa del exilio al que se vio obligado después de la Guerra Civil y por el olvido intencionado al que le sometió el régimen posterior de Franco. Una memoria y un legado que tardaron cincuenta años en recuperarse, en 2017, con el 'Año Emilio Herrera' que Granada conmemoró para rendirle homenaje y dar a conocer su fascinante trayectoria.

El perfil polímata de este granadino adelantado a su tiempo le llevó incluso a abordar temas sobre energía nuclear en sus últimos años de vida, materia incipiente a mediados del siglo XX. Ese interés le granjeó incluso la amistad del mismísimo Albert Einstein, de quien era seguidor, además de defensor de su teoría de la relatividad. Con el científico alemán entabló contacto personal a raíz de la visita a España que el sabio realizó en 1923. Ambos se cartearon en varias ocasiones tras aquel primer encuentro. En 1945 Herrera publicó un artículo, que fue rechazado, sobre el uso de la bomba atómica días antes del ataque nuclear sobre Hiroshima. Un visionario que ya predijo que el hombre llegaría a la luna.

Hijo de una familia de clase media, nació en Granada el 13 de febrero de 1879. En San Antón transcurrió su infancia y adolescencia. Ya durante sus estudios en el instituto destacó como un alumno aventajado. Su vocación fue temprana, sobre todo en aquello que suponía un progreso renovador. Preparó su ingreso en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara y en 1902 obtuvo la graduación de teniente. Poco después de su incorporación a la Escuela de Aerostación inició su definitiva vinculación a la ciencia aeronaútica, en la que iba a jugar un papel destacado. Formó parte del primer grupo de aviadores militares españoles, atravesó con José Ortiz Echagüe el estrecho de Gibraltar en avión en 1914 y participó con la aviación en una nueva campaña marroquí.

Arriba, Emilio Herrera con su unioforme militar. Debajo, junto al instructor Geo Osmont en una clase de aviación. En la otra foto, la escafandra original de Herrera. ARCHIVO IDEAL
Imagen principal - Arriba, Emilio Herrera con su unioforme militar. Debajo, junto al instructor Geo Osmont en una clase de aviación. En la otra foto, la escafandra original de Herrera.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Emilio Herrera con su unioforme militar. Debajo, junto al instructor Geo Osmont en una clase de aviación. En la otra foto, la escafandra original de Herrera.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Emilio Herrera con su unioforme militar. Debajo, junto al instructor Geo Osmont en una clase de aviación. En la otra foto, la escafandra original de Herrera.

Declinó una oferta de la NASA

Su nombre comenzó a sonar en foros nacionales e internacionales. Se convirtió en miembro de las más destacadas academias europeas. Los honores y distinciones que recibió en vida son el mejor testimonio de una mente privilegiada y de una vida dedicada al progreso y a la investigación. También América reconoció sus dotes excepcionales, hasta el punto de que la NASA quiso contratarle cuando ya se encontraba en Francia en el exilio. Su deseo de permanecer cerca de España le llevó a rechazar el ofrecimiento de una agencia espacial que terminaría por inspirarse en el traje espacial que diseñó y fabricó en 1935, la escafandra del espacio, una vestimenta diseñada por Herrera para protegerse de las temperaturas extremas, la baja presión y la falta de oxígeno de la estratosfera, que muchos investigadores consideran como precursora de los trajes espaciales actuales.

Ya en los años 30 fue capaz de predecir que el hombre llegaría tarde o temprano a la luna, algo que ocurrió dos años después de su muerte en la casa de su hijo, el poeta José Herrera, en Suiza

«Este será el atuendo de los navegantes que en los futuros paseos por la estratosfera podremos admirar brillantes y deslumbradores», llegó a dejar escrito el propio Herrera en la revista 'Madrid Científico' en 1935. No se equivocó. Otras fuentes afirman que declinó la oferta de la NASA porque la agencia norteamericana denegó su solicitud de que la misión espacial estuviera abanderada conjuntamente por EE UU y el gobierno de la República española en el exilio, del que fue presidente brevemente en los 60.

No obstante, como reconocimiento por inspirar el traje espacial el astronauta Neil Armstrong entregó una de las rocas lunares que recogió en su primer viaje a uno de sus colaboradores, Manuel Casajust Rodríguez, empleado en la NASA. La roca terminaría depositada durante muchos años en el Museo de Aeronáutica y Astronáutica de España, y actualmente se encuentra desaparecida desde el año 2004.

También rechazó una oferta laboral del Gobierno alemán de Hitler, que le ofreció trabajar en el denominado Laboratorio de Vibraciones de Berlín, propuesta que vetó el Gobierno del general Franco, si bien el propio Herrera ya había renunciado a ella. Fue el general Von Faupel, al que conocía desde la década de 1920, quien se lo propuso.

Su proyecto más ambicioso, aunque frustrado, fue la ascensión a más de 22.000 metros de altitud –por encima del récord de altura del momento–­ en un globo de barquilla abierta. Una vez en la estratosfera, su plan era tomar medidas para estudiar la radiación cósmica. El traje espacial que desarrolló estaba vinculado a esta idea.

Neil Armstrong entregó una de las rocas lunares que recogió en su primer viaje a uno de sus colaboradores. Tras estar unos años expuesta en el Museo de Aeronáutica y Astronáutica de España, se perdió en 2004

Una conexión aérea regular entre Europa y América fue otro de sus sueños incumplidos. Su idea consistía en dos dirigibles semanales con capacidad para 40 pasajeros que unirían Sevilla con Buenos Aires en solamente tres días y medio. La falta de fondos españoles hizo que una empresa alemana asumiera el proyecto. El dirigible Graf Zeppelin hizo el primer vuelo entre los dos continentes el 18 de septiembre de 1928. El 12 de octubre, Herrera pilotaba la enorme nave sobre Barcelona con destino a Nueva York.

Estatua en homenaje a Emilio Herrera que colocó en septiembre de 2018 la Universidad de Granada en el campus de Fuentenueva. PEPE MARÍN

Católico desde sus raíces y monárquico por convicción, Herrera se integró en la República porque fue la decisión de los españoles. Fueron esos años los que consolidaron su prestigio, dentro y fuera de España. Cuando en 1936 se inició la guerra se encontraba dictando un curso en la Universidad de Santander. Su respuesta fue reincorporarse lo más rápidamente a su destino en Madrid. Aunque sus ideas le llevaran por otro camino, su fidelidad al régimen constituido, le llevó a permanecer a su lado. Su ejemplo sirvió de modelo a muchos otros. Desde puestos que encarnaban las instituciones republicanas, no dejó de defender el derecho de los españoles para decidir sobre su presente y su futuro.

El final de la contienda civil española le encontró en Sudamérica, adonde había viajado en 1939 en misión oficial acompañando al político Indalecio Prieto. Aunque en un primer momento estuvo exiliado en Chile, poco después se dirigió a Francia, donde viviría en el exilio de manera humilde, debido a los cortos recursos económicos de que disponía. Sus patentes le ayudaron a sobrevivir en el país galo junto a su mujer. Murió en 1967 en Ginebra, a la edad de 88 años, no sin antes mostrarse partidario de una reconciliación nacional.

Los lectores de IDEAL lo eligieron como uno de los cien granadinos más importantes del siglo XX y un grupo de admiradores del ingeniero decidió hace unos meses fundar la Asociación Científica Emilio Herrera Linares. Un documental aún no estrenado, en el que trabaja Atrevida Producciones en colaboración con el biógrafo de Herrera, Emilio Atienza, y titulado «Emilio Herrera 2018: Ciencia en el olvido», recoge todos los detalles de la ajetreada y fascinante vida del primer granadino que trató de cumplir el sueño de viajar al espacio.

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