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Miguel, en el centro de la imagen, junto a su retén. pepe marín
«La primera noche fue muy dura, nos quedamos en medio de dos fuegos»

«La primera noche fue muy dura, nos quedamos en medio de dos fuegos»

Un bombero forestal narra cómo es un día rodeado de llamas mientras lucha contra este devastador incendio

José R. Villalba

Granada

Domingo, 11 de septiembre 2022

Miguel Morales es uno de los 250 bomberos forestales que pasó la primera noche combatiendo las llamas en la Sierra de Los Guájares. «El viento fue horrible traía y llevaba una especie de alfombras de fuego que dificultó mucho los trabajos de extinción. En una ocasión, nos vimos con fuego por delante y por detrás, nosotros estábamos en medio, pero en una zona segura. Fue una noche muy dura», señala.

El trabajo de estos retenes de bomberos forestales se divide en dos tipos de faenas. Si el camión autobomba puede entrar a la zona, se dedican a echar agua principalmente; cuando no es posible el acceso del vehículo pesado, estos profesionales van creando minicortafuegos con la motosierra y la azada. «Es un trabajo muy duro, muy físico y creo que la sociedad no conoce realmente qué es lo que hacemos durante las horas que estamos dentro del fuego trabajando. Nunca me he visto en una situación donde haya visto peligrar mi vida, pero tengo compañeros que en el incendio de Lújar (2015) se la jugaron».

Lleva 17 años combatiendo incendios forestales y asegura ser un amante de esta profesión. «Si mis hijos quisieran dedicarse a esto yo los animaría», dice.

Este bombero forestal de Padul inicia la jornada de trabajo junto a los compañeros de su retén en el puesto de mando, donde reciben la orden del lugar adonde deben acudir. «Si llegamos al sitio y vemos que tenemos vías de escape para trabajar con seguridad, comenzamos la labor bien con agua o con herramientas para hacer zonas de anclaje e ir avanzando. Los compañeros que vienen por atrás van con las azadas y motosierras abriendo pequeños cortafuegos. La seguridad es lo primero», advierte. Miguel suma ya tres jornadas de trabajo agotadoras.

Después llega el desacnso y el final d ela jornada. «Cuando llego a casa estoy destrozado y es muy difícil conciliar el sueño, pero hay que descansar como sea. Al día siguiente hay que ir al tajo otra vez. Todos los compañeros nos estamos dejando la piel y se está haciendo mucho más de lo que se puede, pero las condiciones meteorológicas no nos ayudan».

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