Granada
La primera y la última noche del Rey ChicoGranada
La primera y la última noche del Rey ChicoVirgilio Sánchez sabía que en la fiesta de inauguración se serviría la última cena de su restaurante. Compró el edificio de la popular sala de fiestas del Rey Chico para construir un local «a la altura de las grandes ciudades», pero su sueño no pudo ... hacerse realidad. Cuando estaba prácticamente terminado, plataformas ciudadanas y partidos políticos exigieron su derribo. Hasta el Ministerio de Cultura y la Unesco se pronunciaron sobre el uso del inmueble construido a los pies de la Alhambra. La noche del 4 de abril de hace veinticinco años, en 1998, celebró una gran fiesta de inauguración y ahí terminó todo.
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Pero el Rey Chico sigue ahí. En la actualidad acoge el Centro Municipal de Arte Joven aunque a lo largo de su historia ha sido muchas cosas: desde venta mañanera donde los señoritos de posguerra finiquitaban la noche, sala de fiestas, tablao flamenco con algo de alterne y, sobre todo, una verdadera institución de la noche granadina.
Los encantos de aquellas chicas se marcaban bajo la ropa mojada. Se celebraban las fiestas de San Pedro y el ritual exigía atravesar el río Darro pisando unas piedras untadas con jabón o sebo. Aunque el juego estaba abierto a todo el mundo, eran las mujeres, algunas de ellas empleadas en el cercano Rey Chico, las que se animaban a jugar ante la mirada impúdica del público masculino. Algunos de esos chicos remataban la juerga gastada en el Sacromonte en aquella venta de 'vida alegre'. El Rey Chico rivalizaba en esas noches con otros locales como la venta de los Rosales y la de Ernesto. Las tres formaban parte de la 'movida' de mitad del pasado siglo, junto a la de Zoraida, donde se tomaba la penúltima, ya entrada la mañana.
Sus momentos de mayor explendor los conoció de la mano de Manolo Gómez que, cuentan, tenía la historia del local escrita en las fotografías que atestaban las paredes de los camerinos, pasillos y terrazas. Recuerdos desgastados de los artistas y clientes que habían pasado por el escenario de la sala de fiestas que Manolo puso de moda a finales de los años sesenta. Juanita Reina o Bambino frecuentaron el lugar. Las primeras obras de Mario Maya se estrenaron allí y se programaron artistas de la talla de 'La Porrona', Estrellita Castro o Marifé de Triana. Hubo otros que por lo abultado de sus cachés no podían actuar en su escenario, pero que acababan cantando y bailando en sesiones íntimas para los que esperaban a que el sol amaneciera en el Valle del Darro. En el viejo caserón del otro lado del río actuaron humoristas como Andrés Parajes o Gila y no faltaron los ballets de chicas con vestuario escueto así como espectáculos de erotismo. 'La Gata', una de las primeras transexuales españolas actuó aquí y también era muy popular 'La Coccinelli' de la que el público hacía apuestas sobre si era hombre o mujer... eran otros tiempos, recuerden.
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Pero los gustos del público cambiaron y en el año 1989 la sala cerró e intento sobrevivir reconvertida, sin mucho éxito, en tablao de flamenco.
En 1990 Virginio Sánchez demolió el viejo caserón y comenzó a construir un edificio que del que algunos aseguraban que tenía forma de barco: «querían el Genil navegable y colocar un barco en la ribera del Darro», bromeaban. En vísperas de Semana Santa de 1998 el alcalde Díaz Berbel y el empresario se estrecharon la mano. El gobierno municipal adquirió el edificio para su derribo que acabaría inaugurado que finalmente inauguró la Junta de Andalucía en 2004 como sede de la Escuela de Artes Escénicas.
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