Tras su primera experiencia turca, Esther regresó a casa para graduarse como profesora de Educación Especial. Sin embargo, ella tenía claro que iba a emigrar de nuevo. «Quería 'conocer mundo'», recuerda, así que en 2017 apostó por empezar en el lugar que le había enamorado (en todos los sentidos). Volvió con su pareja y sus amigos a Manisa y empezó a dar clases como profesora de inglés.
«Cuando llegué no era capaz ni decir 'hola' en turco y ahora puedo mantener conversaciones sin problema y ahora puedo comunicarme en tres lenguas: español, inglés y turco»
El verano pasado, mientras pasaba las vacaciones en Granada, Esther se sacó el certificado de Profesora de Español para Extranjeros del Instituto Cervantes, lo que posibilitó que actualmente se encuentre en el centro donde tiene a su cargo a niños de entre 9 y 18 años. No obstante, hasta llegar allí, nuestra paisana ha atravesado un duro proceso de aprendizaje ya que, según confiesa «cuando llegué no era capaz ni decir 'hola' en turco y ahora puedo mantener conversaciones sin problema». No es de extrañar que esté «orgullosa» de poder comunicarse «en tres lenguas: español, inglés y turco».
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Aclimatada a la vida de Manista, Esther asegura que, si bien reside en una localidad pequeña, «a 10 minutos en coche o tren se encuentra İzmir, una de las ciudades mas bonitas de Turquía, con lugares como Efesus o Çesme, y que dispone de todo tipo de transportes públicos: tren, barco, metro, bus y bicicletas públicas». Por si fuera poco, desvela que «la fiesta en İzmır es como una noche de sábado en Pedro Antonio de Alarcón».
«La gente tiene asociado Turquía con velo y cuando vienen se dan cuenta de que Estambul o İzmir son ciudades totalmente europeas»
En este sentido, la docente quiere destacar la sorpresa que se llevan los amigos y familiares que la visitan. «La gente tiene asociado Turquía con velo y cuando vienen se dan cuenta de que Estambul o İzmir son ciudades totalmente europeas», precisa. «Sí es cierto», prosigue, «que cuando vas paseando por las calles o mientras duermes, y escuchas la llamada a la oración realmente sientes que estas en un lugar diferente. Pero con el tiempo te acostumbras», confirma.
Los alicientes de la vida en el país otomano no paran aquí. Al contrario, encuentra en la comida su punto álgido, ya que, a juicio de Esther «es lo mejor que hay. Tienen todo tipo de sopas (çorba en turco), distintos kebab y millones de dulces árabes. Lo que más me gusta», agrega, «es el desayuno turco: huevos, salchichas, patatas fritas, tortilla, pepino, tomate, mermeladas, todo tipo de queso o aceitunas».
«Lo que más me gusta es la comida y, en especial, el desayun turco: huevos, salchichas, patatas fritas, tortilla, pepino, tomate, mermeladas, todo tipo de queso o aceitunas»
Como amante de los viajes y de «conocer nuevos rincones», esta joven pofesora espera «poder recorrer más partes del mundo enseñando español». En el horizonte más lejano, cómo no, su casa. «Mi pareja y yo queremos vivir en Granada y trabajar allí, aunque ahora mismo las posibilidades son pocas. Mi sueño es volver pronto y opositar para Maestra de Educación Especial», descubre. En este punto, Esther destaca que añora a su familia y amigos, en especial a sus padres, «a los que quiero dar las gracias por todo lo que hacen», matiza. También echa de menos «la alegria de nuestra gente y pasear por las calles del Albayzín y Alhambra». Y es que, como ella misma enfatiza, «como nuestra 'Graná' no hay 'ná'».
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