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Miguel Margineda
Miércoles, 20 de agosto 2014, 01:14
En una callejuela escondida de la localidad de Las Gabias está la base de la Agrupación de Protección Civil. Allí tienen su equipo, se preparan y se forman los 38 voluntarios que hoy forman una gran familia dedicada a prestar un servicio público, no sólo en este municipio, sino también en La Malahá, Cúllar Vega y Alhendín.
Muchos de ellos ya eran familia o amigos antes de entrar en este cuerpo, pero hoy todos disfrutan por igual del compañerismo y el buen rollo reinante en la sede. Además de la voluntad de ayudar a las personas y a la sociedad, el ambiente amistoso es lo que anima a estas personas a realizar este trabajo no remunerado.
Protección Civil realiza diversas tareas, que van desde la lucha contra incendios, apoyando a los bomberos, control de masas en eventos, ferias y fiestas patronales, conciertos y más. Asimismo imparten formación en prevención de riesgos laborales y primeros auxilios. No paran porque sea verano. Entre ellos se coordinan por teléfono y mensajes, aunque algunos se llevan los walkie-talkies a casa, para poder reaccionar lo más rápido posible ante cualquier emergencia.
Francisco Machado, administrativo de lunes a viernes, de 39 años, fundó esta agrupación, de la que es el jefe de servicio, máximo responsable después del alcalde de Las Gabias. Coordina las cuadrillas, que se dedican a atenciones sanitarias, apoyo en incendios, en grandes eventos y a la formación. «Todo el mundo hace de todo aquí, aunque para algunos trabajos hace falta formación específica», explica.
Antonio Ruiz es el jefe de la Agrupación y se encarga de la administración, del papeleo y toda una serie de tareas poco agradecidas. Tiene 46 años y trabaja en la construcción.
Francisco Javier Aybar trabaja en construcciones militares, tiene 40 años, pero lo que más le gusta es ayudar a la gente. Él fue quien encontró a la mujer de La Malahá que desapareció en el campo hace un año, una acción que le llena de orgullo.
El veterano es Manuel López, de 56 años, policía nacional jubilado, que sigue prestando servicio público «para no perder el ritmo». Nicolás Muñoz, de 13 años, es el benjamín, miembro colaborador, sin tareas de responsabilidad y siempre acompañado por sus padres, pero con un gran futuro en esto. Su padre, José Manuel Muñoz, 39 años, empleado de ferretería, es otro de los pilares del grupo. A él lo que más le gusta es cuando se desplaza un equipo en las procesiones y fiestas populares.
La parte femenina de la agrupación es de las más importantes. La mayoría son esposas de otros miembros, como Montse Álvarez, ama de casa de 38 años, que entró a la agrupación a la vez que su marido. «Ayudar a la gente va con mi personalidad; lo paso bien haciendo este servicio», explica. Eva Palomo y Charo Pérez también son amas de casa y completan una gran familia en la que la amistad y las ganas de ayudar a los demás marcan la vocación del servicio público, algo de lo que muchos profesionales deberían tomar ejemplo.
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