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Sobre las rocas de los Peñones de San Francisco, se observa la cuerda de los 'tresmiles' con el Mulhacén y la Alcazaba a la izquierda.
La marca de los glaciares

La marca de los glaciares

Desde los Peñones de San Francisco, Sierra Nevada muestra su singular imagen, esculpida por las cuatro últimas glaciaciones

Juan Enrique Gómez

Jueves, 27 de agosto 2015, 02:22

Una pareja de cabras montesas trepa entre las pizarras de los Peñones de San Francisco. Ascienden a través de una vía abierta de forma natural entre las rocas de una pared casi vertical, que cae sobre las laderas del barranco de San Juan. Descansan en las escasas repisas de color gris que afloran quebradas desde la roca madre y que, a modo de balcones, permiten contemplar la singular belleza de los grandes picos de Sierra Nevada, la imagen trazada por el paso del tiempo y el efecto de las inclemencias climáticas sobre una superficie geológica única en el sur de Europa. Desde este enclave es posible entender la esencia de los territorios nevadenses y disfrutar de la antesala de las cumbres.

Las formas de Sierra Nevada se deben al efecto de grandes periodos de temperaturas por debajo de 30 grados bajo cero y la acumulación de enormes placas de hielo. El macizo nevadense muestra las marcas de las últimas glaciaciones, mantiene circos glaciares, valles originados por los deshielos, profundos barrancos y enormes cortados en su vertiente norte, fruto de la fractura de rocas heladas y la caída de sedimentos. La morfología de la sierra, la línea que delimita la cuerda de los tresmiles, de los grandes picos, es la obra esculpida por las últimas cuatro glaciaciones del Cuaternario, según los Itinerarios geológicos por Sierra Nevada, de Martín Martín, Braga Alarcón y Gómez Pugnaire, que reseñan la glaciación Riss, hace 140.000 años; Würm, con 20.000; Younger Dryas, de hace 10.000 , y la muy reciente Pequeña Edad de Hielo, entre los siglos XVIII y XIX, como culpables de los cambios que delimitaron la imagen geológica de la sierra y sobre todo de formaciones geológicas periglaciares: los canchales, pedregales, terrazas nivales y las extensiones subterráneas de hielo fósil que aún se conserva bajo el cortado del Veleta.

Ascender a los riscos de San Francisco es contemplar en toda su magnitud la historia geológica de la sierra. No es necesario adentrarse en los pedregales y canchales del Mulhacén, escalar las paredes de la Alcazaba, transitar entre las lagunas o recorrer la senda del Veredón bajo la cara norte del Veleta, para disfrutar de la presencia de rocas metamórficas, las que dieron origen a la alta montaña, y observar la vida que habita entre sus grietas y se adapta a las más duras condiciones meteorológicas. Los peñones son un territorio de alto valor botánico, un hábitat de líquenes y especies rupícolas. Mirar las paredes de las rocas orientadas hacia el norte es contemplar tapices de colores rojos, amarillos, verdes y negros. Son líquenes, organismos vegetales formados por la simbiosis entre hongos y algas. El botánico Manuel Casares contabilizó 45 especies solo en el área de los peñones de San Francisco, como los llamados Rihizocarpon geographicum, Xanthoria elegans y Umbilicaria decusata, considerados como joyas por los especialistas en este fascinante universo vegetal. ()

Reportaje completo. Vídeos, fotogalerías, especies de fauna y flora, coordenada, en Waste Magazine (entra aquí).

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