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La ribera de la laguna de Alhama se puede rodear a través de un sendero preparado con vallas y paneles informativos.
La conquista del agua

La conquista del agua

La pantaneta es el inicio de los tajos, del camino de los Ángeles, el lugar donde sobreviven decenas de especies de avifauna, algunas de ellas amenazadas

Juan Enrique Gómez

Jueves, 3 de septiembre 2015, 01:14

Grupos de cormoranes descansan sobre las ramas de los grandes álamos que crecen apiñados en las riberas del río Alhama. Tienen el plumaje salpicado de trazas blancas y anaranjadas que indican la proximidad de los cortejos. Son aves de más de un metro de envergadura alar, habituales del litoral, de puertos, rompeolas y varaderos, pero que buscan aguas de interior para reproducirse y pasar jornadas de pesca en ríos y embalses. Junto a ellos, las garzas reales se mantienen a una distancia prudencial. Han anidado y criado a sus polluelos en los pinares de la cola de los Bermejales, y vuelan sobre los humedales formados por el paso de ríos y arroyos que bajan desde las estribaciones norte del Parque Natural de las sierras de Alhama, Almijara y Tejeda. Son dos de las especies de la avifauna que ha colonizado los espacios lagunares creados por la presa de Alhama, la infraestructura hidráulica construida para derivar los sobrantes hacia el pantano de los Bermejales y que después de casi medio siglo, ha creado un espacio lagunar, un territorio habitado por decenas de aves acuáticas que sobreviven en las aguas y riberas de una cubeta artificial de 80.000 metros cuadrados que el tiempo ha naturalizado de tal forma que en 2010 fue incluida en el Inventario Andaluz de Humedales.

Se le conoce como pantaneta de Alhama. Es uno de los espacios artificiales que la naturaleza ha hecho suyos, en los que la biodiversidad ha colonizado ecosistemas y generado un humedal donde en realidad no había más que una ribera, la antesala de los tajos de Alhama, que ahora es una laguna rodeada de carrizales, aneas, saucedas, alamedas y restos del encinar autóctono que poblaba las tierras al norte de la sierra de Tejeda. El agua convierte a este espacio en la clave para la vida de fauna y flora. Es habitual observar grupos fochas que nadan junto a los carrizales; bandadas de porrón europeo, e incluso los muy escasos y amenazados de extinción, porrones moñudos, unos pequeños patos de color blanco y negro dotados de un penacho en la parte posterior de su cabeza. Desde el final de la primavera y hasta el término del verano, la lámina de agua es surcada por familias de ánades azulones, patos a los que se conocía como ánades reales, los más comunes en lagunas naturales y artificiales, que nacieron en los nidales situados en las riberas de la presa y han crecido como oriundos de estas aguas, donde otras aves, como los pequeños y azulados Martín pescador, pescan pececillos para alimentar a sus polluelos. En las riberas, entre las aneas, se pueden ver en ocasiones parejas de cercetas, y las evoluciones de zampullines, que pasan la jornada buceando en busca de invertebrados y algas. ()

Reportaje completo, fotogalerías, datos, coordenadas, temas relacionados y especies de flora y fauna, en Waste Magazine (entra aquí)

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