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El otoño crea imágenes coloristas en los bosques del Camarate, que se observan desde los caminos que ascienden desde Lugros hacia la cara norte de Sierra Nevada.
El color del 'bosque encantado'

El color del 'bosque encantado'

Laderas y barrancos del Camarate albergan las arboledas mediterráneas mejor conservadas de Andalucía

Juan Enrique Gómez

Domingo, 22 de noviembre 2015, 01:30

La niebla ha dejado paso a los primeros rayos de sol de la mañana. La luz logra penetrar en las umbrías del río Alhama y el barranco de las Rozas, y generar destellos luminosos entre las hojas de las arboledas y matorrales aún mojados por el rocío. Las nubes ascienden hacia las cumbres de Sierra Nevada y dejan ver un paisaje impresionista, un territorio que recupera el verdor tras el final del estío y se llena de puntos de color donde se aprecian las mil y una tonalidades posibles para que el verde torne al amarillo y al rojo. Es la explosión del otoño, la imagen sugerente y misteriosa de un paisaje único en el sureste ibérico. Son las laderas de la Dehesa del Camarate, en las estribaciones norte de Sierra Nevada, en el municipio de Lugros, una enorme extensión que combina tierras de titularidad privada y pública en las que se encuentran los bosques mediterráneo mixtos de especies caducifolias mejor conservados de Andalucía, donde es posible ascender a las altas cumbres a través de caminos ocupados por toros y vacas, y caminar por estrechos pasillos formados por las ramas encarnadas y doradas de grandes arces, robles y maguillos (manzanos silvestres), por un espacio que es conocido como el bosque encantado.

El Camarate es un horcajo (espacio donde confluyen arroyos), calificado como Lugar de interés. Proteger los bosques caducifolios y la actividad tradicional de esta zona de la sierra, fue el objetivo que llevó al Ministerio de Medio Ambiente a adquirir una parte de las fincas que componen el conjunto del Camarate, y convertirlas en espacios de uso público, tras ceder la parte comprada al Parque Nacional de Sierra Nevada, según afirma el conservador del parque, Ignacio Henares, que considera que se ha mejorado la situación paisajística y la presencia de biodiversidad gracias a actuaciones como la recuperación de acequias de careo que alimentan los prados de alta montaña y se convierten en vías de conexión para las especies.

Para conocer el Camarate hay que hacerlo andando. La entrada a la dehesa se encuentra a cuatro kilómetros de la carretera de Lugros, junto al cauce del río Alhama que baja serpenteante entre una tupida vegetación de ribera, álamos, fresnos y sauces. El camino se inicia en la antigua ermita de la finca, una construcción del XIX situada sobre una extraña roca y rodeada de musgos y líquenes. Un carril discurre entre las umbrías de los barrancos de las Rozas y la Virgen, colgado junto a la ladera donde centenares de árboles aún mantienen ramas verdes pero el amarillo gana presencia. Son arces con denominación de origen, Acer opalus granatense, la mayor concentración de estos grandes árboles en la provincia de Granada que también pueden verse en toda su plenitud en la vereda de la Estrella. Bordean pequeños tajos que caen sobre el cauce oscuro donde según las viejas leyendas de las gentes de Lugros, se internaron un padre y su hijo de corta edad. El niño nunca volvió y aún vaga entre las umbrías, donde es posible oír su llanto. Hay senderistas y vecinos que aseguran haber oído al pequeño, aunque posiblemente sean sonidos de aves y ronroneos de gatos monteses. La niebla, el silencio, el viento y la luz en las vaguadas alientan la fantasía que alimenta los sentidos.

El sendero conduce hacia los prados para el ganado, donde las vacas han horadado la tierra empapada por el agua que se desprende de las acequias bordeadas de piornales que hacen de frontera con la alta montaña, donde vuelan mirlos capiblancos. Los robles melojos, Quercus pyrenaica, ocupan los bordes de bosque, salpicados por mostajos, Sorbus aria, de frutos de rojo fuego. Es un recorrido para contemplar la transformación que la naturaleza imprime al paisaje a la espera del invierno.

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