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Un gran pinsapo, el abeto de Andalucía, levanta su copa a más de 10 metros de altura y la adorna con piñas amarillentas y rojizas.
La ruta de los árboles de Navidad

La ruta de los árboles de Navidad

Un paseo entre pinsapos, cedros y arbustos de frutos rojos para observar cómo la naturaleza se viste de fiesta

Juan Enrique Gómez

Viernes, 11 de diciembre 2015, 00:45

Un largo trino, agudo y cargado de matices, inunda la vaguada del barranco de la Umbría, en plena sierra de Huétor. Es el canto que un pinzón, un pequeño pajarillo habitual en los meses de invierno en campos del sur, emite desde la copa de un enorme árbol que aprovecha la humedad de las vaguadas para sobrevivir en climas atenazados por pertinaces sequías. Es un pinsapo, un ejemplar de más de 10 metros de altura, del género Abies, amenazado de extinción y endémico de Andalucía, que aunque tiene su máximo poblacional en las sierras de Grazalema (Cádiz) y las Nieves (Málaga), ha logrado asentarse en algunos puntos de las montañas granadinas, donde fue introducido hace algo más de dos décadas y ya se encuentra naturalizado en un territorio que ha comenzado a colonizar. Forma parte de un bosquete que hace suya la imagen navideña del árbol de Noël y recuerda que en el medio natural está el origen de las tradiciones. Transitar por el barranco de la Umbría y los caminos que parten desde el Centro de Visitantes del Parque Natural de la Sierra de Huétor, en Puerto Lobo, es caminar por la que se podría considerar como la ruta de los árboles de Navidad, un recorrido a través de diversos senderos y paisajes que se adentran en oscuros barrancos, ascienden a través de viejas sendas de pastores y coronan la más alta cumbre de Víznar.

A primera hora de la mañana, la luz del sol se filtra entre las acículas de los pinares y marca las siluetas de decenas de pequeños cedros que, a la derecha del camino de inicio de la ruta navideña, crecen poco a poco con el objetivo de formar bosquetes que consoliden las laderas. A pesar de que se trata de ejemplares del género Cedrus, su forma es la clásica de los abetos que todo el mundo asimila a la festividad del nacimiento de Jesús. Es la primera de las imágenes de un recorrido que en solo tres kilómetros nos lleva hasta la cima de la Cruz de Víznar y en la que se hace patente la presencia continuada de especies vegetales asimiladas a tiempos de invernada y fin de año. A ambos lados del carril forestal que comunica Puerto Lobo con la Alfaguara se aprecian árboles, la mayoría de ellos de mediano porte, con la típica forma de flecha de los cedros del Atlas, Cedrus atlántica, y algún que otro abeto rojo y abeto de Douglas, que crecen junto a los habituales pinos con los que se repoblaron estas sierras en los años sesenta del siglo XX. En las zonas rocosas, de taludes más escarpados, algunos pequeños cedros pugnan por crecer después de que las semillas de los situados en los alrededores lograsen germinar entre jaras, aulagas, encinas y quejigos. En lugares menos expuestos al sol, es posible encontrar alguna secuoya solitaria.

Desde Puerto Lobo

  • ¿Dónde está?

  • Junto al Centro de Visitantes del Parque Natural, en Puerto Lobo parte el sendero que accede al barranco de la Umbría.

  • La ruta

  • Inicio. Desde el aparcamiento del centro tomar el carril que se interna en la sierra en dirección hacia la Alfaguara. Los primeros cedros están a la derecha del carril.

  • Pinsapar. A dos kilómetros del inicio, en una pronunciada curva, a la izquierda, se encuentra el sendero que asciende hacia los bosquetes de pinsapos, que se inician a 50 metros de esa senda.

  • Coordenadas. El aparcamiento está en 37°14'18.23''N, 3°32'0.35''O. El inicio de la vereda de la umbría está en 37°14'51.38''N, 3°31'35.26''O.

El barranco de la Umbría aparece al llegar a la primera de las curvas cerradas del carril forestal. Un cartel indicador marca el inicio de una vereda que asciende hacia el oeste. Es el territorio de los pinsapos, el árbol que se conoce como abeto de Andalucía. A medio centenar de metros del comienzo de este camino, a la derecha, hacia el cauce seco del arroyo, aparece el primero de los grandes árboles de Navidad, con más de 10 metros de diámetro de ramas en su base, y otra decena de metros de altura, adornados en su cúspide por numerosas piñas que en esta época toman un color rojizo para vestirse de Navidad y se sitúan en los puntos más altos del fuste como si quisieran soportar la estrella de Oriente.

El sendero continúa su ascenso hasta llegar a un enorme Abies pinsapo de 15 metros de altura, el más alto de los que se encuentran en el llamado pinsapar de la Umbría, un bosquete catalogado con la categoría de Arboleda singular de Andalucía, ya que reúne un grupo de ejemplares de gran porte y se ha convertido en reservorio de una especie que únicamente habita de forma autóctona en contadísimos puntos del sur de España y el norte de Marruecos. La ladera, orientada al norte, recibe muy pocas horas de luz solar y conserva de forma especial la humedad que dejan las escasas lluvias, las nieblas y el rocío. Son coníferas, árboles que como todos los abetos tienen sus hojas aciculadas, al igual que sus parientes los pinos, tejos, araucarias, sabinas, alerces, cipreses y cedros, con tupidas copas con gran densidad de ramas que, además de presentar la imagen clásica navideña, en invierno suelen teñir sus frutos, piñas de diversas formas y tamaños, de colores rojos y amarillos.

El camino sube en zigzag hacia la cumbre donde se encuentra la conocida Cruz de Víznar. Discurre entre matorral autóctono mediterráneo y bosques mixtos de coníferas, encinas y algún que otro roble, entre los que aparecen pequeños ejemplares de pinsapos que han logrado crecer por sí mismos. Un paisaje en el que es posible observar la presencia de puntos rojos entre hojas de verde intenso. Son frutos de torvisco, que aún en diciembre presentan algunas flores, pequeñas y expuestas a los escasos insectos que desafían las umbrías, y en los recodos con menos luz, sobresalen tallos de rusco, de color verde con falsas hojas lanceoladas de las que surge una bolita de color rojo fuego, lo que otorga una preciosa imagen de Navidad a los espacios más recónditos del sotobosque.

En la cumbre, el sendero se convierte en un impresionante mirador sobre el valle del Darro, Sierra Nevada y la ciudad a lo lejos. Desde ese punto, un verdadero cruce de caminos que conduce hacia otros puntos de la sierra de Huétor, es posible descender de forma directa hacia Puerto Lobo, que se sitúa en la falda sur de la montaña, a menos de un kilómetro de empinada bajada o regresar por el mismo camino de la Umbría. Han sido 3 kilómetros para conocer la forma en la que la naturaleza celebra la Navidad.

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