En las proximidades de Alfacar, tres cruces miran a la sierra de la Alfaguara, junto a la ermita de San Sebastián.

Las otras cruces de Granada

Mayo se inicia con la fiesta de la Cruz, un símbolo histórico ubicado en los más altos picachos

Juan Enrique Gómez

Martes, 2 de mayo 2017, 12:16

El sol del amanecer se refleja entre los brazos de una cruz de madera enclavada entre los espartos y sobre las rocas del cerro del Castillejo, al este de Mondújar. Corona el picacho junto al que aún se levantan restos de las almenas del castillo de Zoraida, el fortín palaciego donde habitaron Muley Hacen y su esposa cristiana, y el lugar desde el que se trasladó su cadáver hacia la más alta cumbre de la sierra. La cruz se recorta sobre el cielo y mira al Mulhacén. Es el único signo que desde el Valle delata la presencia del escondido castillo donde Boabdil ubicó las tumbas de los monarcas nazaríes. En el mes de mayo, cuando la primavera entra en su plenitud, los habitantes de pueblos y ciudades celebran las cruces, la fiesta que intenta rememorar tiempos para la vuelta de la luz y la esperanza tras el largo paso del invierno y la Cuaresma y que las tradiciones del sur de Europa escenifican con la relación ancestral entre el resurgir de la cruz y la eclosión de la naturaleza.

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Mientras en la capital granadina, las calles se adornan con instalaciones de cruces cubiertas de flores y símbolos de la relación entre el hombre y la tierra, en valles y montañas, la simbología forma parte del paisaje. En la mayoría de las sierras, picachos, valles y vías tradicionales, es posible encontrar cruces levantadas desde el siglo XV por los habitantes de esos territorios, con un claro afán de mostrar la adscripción cristiana de sus gentes, pero también en lo que durante décadas fue un inconfesable deseo de alejar los peligros y espíritus malignos que habitan en los más recóndito de las montañas. En un recorrido por los sistemas montañosos más significativos de la provincia de Granada, es fácil comprobar como las grandes cimas, sean colinas, montañas o simples picachos, poseen una cruz, lo que significa que se trata de la cota de mayor altitud del municipio, y en algunos casos, recuerdan efemérides históricas, o el punto más alto de accidentes geográficos singulares, como la del Santo en el Peñón de Almuñécar.

En el mes de las flores, mientras la ciudad celebra la fiesta del tres de mayo, las otras cruces se mantienen en puntos estratégicos del paisaje provincial. Es un buen momento para buscarlas y conocer las singularidades de los espacios naturales donde se encuentran. La ermita de San Sebastián, junto al cementerio de Alfacar, muestra tres cruces encaladas de blanco que hacia el sur miran hacia Sierra Nevada y al noreste señalan la 'cuerda' que forman las cumbres de las sierras de María, Alfaguara, Víznar y Huétor, donde se ubican tres de las más conocidas de la provincia de Granada, la cruz de los maestros o de Alfacar, restaurada recientemente por un grupo de voluntarios que durante meses acarrearon los materiales hasta la cima más alta del municipio donde se mantenía una vieja cruz muy deteriorada; muy cerca, hacia el este, se levanta el picacho más alto del lugar al que se conoce como el cerro de la Cruz de Víznar, situada sobre las rocas y de difícil acceso, y más hacia el interior del parque natural, la cruz de Huétor, que desde su emplazamiento contempla el valle de Granada y la totalidad de Sierra Nevada.

Entre la tradición y el conservacionismo

  • La presencia de cruces en puntos de alto valor natural como gran parte de las cumbres de las sierras granadinas, suscita una viva polémica entre quienes consideran que deben retirarse a toda costa, y quienes creen que son un elemento histórico que ya forma parte del paisaje. Unos apoyados en argumentos laicistas, otros con razones de carácter ecologista y conservacionista, frente a quienes únicamente ven en las cruces ubicadas en espacios singulares de los municipios, hitos históricos y puntos que señalan un lugar en el territorio. Sustentada por quienes abogan por la retirada de símbolos religiosos en espacios públicos, la polémica se mantiene desde hace décadas. La realidad es que forman parte de la historia de los municipios y en su mantenimiento o retirada solo deben primar razones de defensa del ecosistema y la voluntad de los habitantes de ese territorio.

Las sierras que rodean la comarca del Valle, poseen sus cruces en lugares de difícil acceso, como el peñón del Cristo del Zapato, las cumbres de Albuñuelas y algunos puntos de la sierra de Almijara, al igual que en la de Alhama, y Loja. Al norte de la provincia, las cruces son menos visibles. Se ciñen a espacios históricos, como las iglesias, o lugares tan significativos como la máxima altitud de la peña de Castril, sobre los restos de las almenas del castillo de origen árabe.

En la Alpujarra y la Contraviesa, las cruces bajaron al pie de las poblaciones, cada uno de los pueblos de estas dos comarcas poseen cruces junto a las ermitas, o en lugares altos del pueblo o cercanos al núcleo urbano al que las gentes llamaron Calvario, y en el que tradicionalmente celebraban Vía Crucis. En la actualidad, algunos de estos espacios han sido englobadas por el crecimiento urbanístico de los pueblos, como el caso de la cruz del Calvario de Albuñol, ubicada ahora sobre la fachada de un conocido bar de la localidad y otros, debido a sus emplazamientos singulares, se han convertido en puntos de encuentro de excursionistas, y lugares desde los que contemplar y entender el paisaje, como la cruz de Sorvilán, situada en las afueras del pueblo y desde la que es posible contemplar las aguas del mar de Alborán.

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En las cumbres de Sierra Nevada no era habitual ubicar cruces, solo se instaló una sencilla cruz de hierro en la cumbre del Mulhacén, destruida por las inclemencias meteorológicas y que fue reinstalada en el año 1982 por agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil. Fue derribada y lanzada al cortado de la cara norte del pico hace unos años.

Buscar los puntos donde se levantan las cruces en las montañas es conocer y observar algunos de los espacios más significativos y singulares de la geografía granadina.

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