Josega muestra el pan de higo que hace cada Navidad para familiares y vecinos RAFAEL VÍLCHEZ

La abuela de Guájar Faragüit que regala panes de higo en Navidad

Esta mujer, de 99 años de edad, tiene por costumbre agasajar a su familia y amistades con productos elaborados con higos, almendras, matalauva, aguardiente y canela

Viernes, 25 de diciembre 2020, 10:45

Se llama Josefa Mancilla Mendoza y nació en la localidad de Guájar Faragüit el 5 de diciembre de 1921. Josefa tiene por costumbre elaborar bollos y panes de higo para regalarlos a su familia y amistades en Navidad. Esta mujer comienza a elaborar estos ... productos en el mes de octubre. Se encarga también de las labores de su casa, hacer la comida, limpiar, atender sus macetas y sus gallinas y caminar para mantenerse en forma. La memoria de Josefa es prodigiosa. Le encanta cocinar y degustar migas de sémola con un poquito de harina, acompañadas con engañifa.

Publicidad

También, llegando el otoño, Josefa se dedica a fabricar pan de higo para regalarlo a su familia y amistades en Navidad. A ella la enseñaron su abuela, Encarnación Maturana Guillén y su madre Dolores. Lo primero que hace Josefa es quitarle a los higos los 'palillos' y 'piquitos' que tienen, después muele los higos y acto seguido hace una masa en un lebrillo con los higos y almendras tostadas y partidas, matalauva, canela y aguardiente. El pan de higo lo presenta Josefa en una especie de bollo redondo y alargado envuelto en papel y también con la forma de un queso cercado con un cerote de pleita que ella misma fabrica con esparto que le traen del monte de su pueblo. La parte superior la decora con almendras enteras. En otros tiempos, la familia de Josefa, como tenía posibles y era muy bondadosa, regalaba mucho pan de higo y muchos platos de comida a los más necesitados.

Josefa, a los seis años de edad comenzó a trabajar en labores del campo y guardando cabras para ayudar a sus padres Salvador y Dolores y a sus hermanos a sacar la casa adelante. Desde entonces no ha parado de trajinar. En los años de la niñez de Josefa el trabajo infantil fue un elemento más de supervivencia dentro de la situación en la que vivía la mayoría de las familias. Josefa aprendió muy pequeña a lavar la ropa, ir a por agua a la fuente, coser, bordar, planchar, cocinar, fabricar pan de higo y queso… Eran tiempos de precarias economías y de altas tasas de mortalidad. La mayoría de las niñas y niños en aquellos tiempos no tuvieron infancia.

Josefa Mancilla tiene cinco hijos: Encarna (farmacéutica), Azucena (profesora), Laureano (profesor), Rafael (apicultor) y Santiago que es camionero. La mujer de este último, María del Carmen, la encargada de la panadería de Guájar Faragüit. Josefa adora a sus nietos y biznieto. Josefa fue poco a la escuela. En aquellos años los hijos de las familias pudientes fueron los únicos que pudieron tener una infancia propiamente dicha. Era una sociedad, y más en las tierras de Guájar Faragüit, marcada por el trabajo de sol a sol. Las mujeres tenían escasísimas salidas laborales. No existían redes de protección social. Las mujeres trabajaban en el campo como un hombre y después llevaban también la casa y atendían a los hijos y ancianos.

Cuando Josefa cumplió los 29 años contrajo matrimonio con su primo hermano Rafael Mancilla. En un principio montaron una taberna en el pueblo. Él trabajaba la tierra y ella despachaba vasos de vino y copas de aguardiente a peseta la unidad. El vino, portado en dos mulos, lo compraba en la Venta 'El Puente' de Órgiva. El aguardiente lo adquiría a granel en una fábrica de Pinos del Valle. En aquellos tiempos poseía también este matrimonio una granja de gallinas y cada día solían vender media docena de aves. Las tapas solían ser de carne de pollo muy bien condimentadas para que los 'parroquianos' repitiesen y consumieran más en este lugar. Este matrimonio fue de los primeros en vender cerveza en botellas de cristal traída de Motril.

Publicidad

En 1968 Josefa y Rafael se hicieron cargo de la panadería familiar. Uno de sus hijos, Laureano, con catorce años de edad comenzó con un mulo blanco a vender pan casa por casa en este pueblo y en Guájar Fondón. Rafael Mancilla, que estudió de joven en el seminario, fue también secretario de la Cámara Agraria, corresponsal de la Seguridad Social, realizaba contratos de compra y venta, se encargaba de vender máquinas de coser y televisores y era el encargado de un molino de harina, entre otras cosas. En 1997, Josefa dejó de trabajar en la panadería. Rafael, un adelantado a su tiempo y un hombre muy formal, fue el primero en dotar a sus fincas con sistema de riego por goteo.

Josefa, que enviudó hace años, confiesa que «nunca he estado enferma. Yo he trabajado mucho y ahora no me quedo quieta. Cuando me casé no pudimos ir de viaje de novios. Fui por primera vez a Granada capital cuando tenía 20 años. Recuerdo que salimos montados en varios mulos hasta llegar a Dúrcal, y allí cogimos el tranvía para llegar a la capital. Yo he conocido mi pueblo sin coches. El primero que llegó a Guájar Faragüit fue el del maestro de escuela Francisco Mancilla. Fue todo un espectáculo. En los años setenta del pasado siglo pusieron el agua potable en las casas. Las carreteras eran de tierra. Fui muy feliz con mi marido. Él era listísimo y muy aficionado a la fotografía. En 1933 le compró una máquina de fotos a un extranjero que le costó cinco duros. También puedo presumir de tener una estupenda familia que me adora y que yo la quiero mucho. Mientras yo pueda seguiré elaborando pan de higo como lo hacía mi familia. Antes los higos eran de mi pueblo, pero últimamente los compro a una empresa de Motril, porque aquí se está apostando más por los cultivos de los chirimoyos y aguacates», terminó diciendo la abuela de Guájar Faragüit.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad