Crónica tras la agresión a un menor
La agresión que sacude los cimientos del «tranquilo» instituto de IznallozCrónica tras la agresión a un menor
La agresión que sacude los cimientos del «tranquilo» instituto de IznallozUn profesor camina de un lado a otro. Mira su móvil, se detiene. Hace una llamada, murmura algo y cuelga. Tres mujeres, estudiantes de un ciclo de grado medio, conversan entusiasmadas. Unos chavales beben unos refrescos. Los acaban de comprar en una tienda cercana. La ... cotidianidad se respira en la puerta del instituto de Iznalloz, donde el pasado jueves, 21 de noviembre, un suceso dirigió todas las miradas justo allí, hacia ese punto. A la puerta del instituto. Hablamos de la agresión de un menor a otro, causándole lesiones por las que tuvo que ser atendido en el centro de salud y en el Hospital Materno Infantil. El incidente ha sacudido los cimientos del «tranquilo» instituto de Iznalloz. Un punto de inflexión, dicen muchos, en un curso escolar de por sí diferente a otros anteriores, al haberse «intensificado la violencia». Otros, por lo contrario, creen que «se ha exagerado». No hay inseguridad, insisten; la pelea fue «un hecho aislado».
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El ataque ha derivado en la expulsión de 29 días del agresor, la sanción máxima para un caso de este tipo. El herido, Iván, sigue recuperándose en casa de las lesiones físicas y, sobre todo, psicológicas. Volverá a clase cuando se sienta preparado, dice su familia. Sin prisa. La noticia fue un jarro de agua fría para un pueblo «tranquilo» –comentan sus vecinos– en el que no constaban denuncias por hechos similares en los últimos años.
En el Instituto Montes Orientales puede cursarse ESO, Bachillerato y varios ciclos formativos. Cada día acuden autobuses con alumnos de Píñar, Benalúa, Montejícar o Purullena, entre otros. El tráfico se intensifica a primera hora, bajan decenas de estudiantes y los vehículos se marchan. A la hora de la salida se repite la dinámica. Los autobuses se entremezclan con los coches de padres y estudiantes y, al cabo de un rato, regresa la calma a la calle (hasta la mañana siguiente).
Los que no conocían a Iván, ya saben quién es después del revuelo mediático derivado del incidente. En la puerta del centro siguen colgados los carteles que se mostraron durante la protesta del pasado lunes. 'Ni un niño más, todos somos Iván' o 'Al instituto se viene a estudiar, no a golpear' son algunas de los lemas que lee todo aquel que entra y sale de allí. «Me parece bien que los dejen colgados, que no nos olvidemos de esto», sentencia una joven antes de subirse a su coche.
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En la comunidad educativa el hermetismo en máximo. El instituto no ha querido hacer declaraciones, más allá de que arbitrarán «medidas de control y convivencia» y prestarán atención socioeducativa y apoyo psicológico al agredido. Los profesores que salen del centro prefieren no hablar. «Queremos mantenernos al margen», dice uno. Sin embargo, varios estudiantes coinciden en que los docentes lo están pasando francamente mal con este caso. «No tienen la culpa y se ha puesto la atención sobre ellos», lamentan.
Las asociaciones de padres y madres tampoco quieren hacer declaraciones de forma oficial. Solo hablando con progenitores de manera anónima se atreven a hablar. «Mi sobrina cuenta que hay muchas peleas y que hay días que no pueden dar clase porque algunos no dejan de molestar», señala una comerciante. Las niñas critican que ocurre sobre todo desde este curso, con especial incidencia en primero y segundo de la ESO. «Hace tres semanas vinieron del instituto diciendo que le habían pegado a otro chiquillo. Siempre son los mismos grupillos y las niñas tienen miedo», apostilla.
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El comentario lo repiten varios padres y madres con los que nos encontramos en las inmediaciones del centro. El instituto siempre ha sido «tranquilo», pero últimamente han detectado más violencia entre los alumnos. Citan, por ejemplo, ataques verbales en los recreos, según les cuentan sus hijos. Además, echan de menos un comunicado público del centro dejando claro su opinión de todo esto. En cualquier caso, hay una postura clara: un suceso tan grave y mediático supondrá un «punto de inflexión». «La violencia tiene que acabar y los que acosan deben aprender que el único camino es la convivencia en paz, todos juntos. Solo son niños…», dice una madre con pesar mientras mira fijamente el punto en el que se produjo la trifulca.
«No hay inseguridad»
A las 11.15 suena la alarma y los alumnos salen con ganas al recreo. Solo los mayores de 18 años, que generalmente cursan Bachillerato o grados superiores, tienen permiso para salir a la calle durante la media hora que dura el descanso. Al hablar con ellos, su visión de la historia es diferente. Unos dicen que se ha «exagerado» el tema, ya que «no hay inseguridad», aunque admiten que hay quienes «buscan pelea». «Lo importante es no responderles, si no entras al trapo no pasa nada», cuentan unos amigos.
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Por otro lado, una pareja de amigos cuenta que han pasado allí varios años de estudio y jamás han tenido un problema. «Los profesores son maravillosos y no se merecen la mala imagen que están dándole al instituto, porque lo que ha pasado es puntual», insisten. Sus declaraciones contrastan con las de los menores que se congregaron en la protesta del lunes, recogidas por IDEAL, que aseguraban que la violencia sí es real.
La Guardia Civil dará charlas contra el acoso escolar a los estudiantes, un protocolo que se sigue cuando se producen hechos de este tipo. Lo mismo hicieron hace un año en Alhama de Granada, donde un adolescente de 17 años fue enviado al hospital de una paliza en el instituto de este pueblo. En aquel caso, los dos menores detenidos fueron enviados un correccional. En el caso de Iznalloz, el agresor de tan solo 12 años. Es inimputable.
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