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La Navidad no ha llegado a casa de Esteban. En mitad de los últimos días del año ni los turrones, ni los mantecados se pueden siquiera oler en sus dependencias. Un sacrificio que responde a una buena causa: la paz en el mundo. Este vecino ... jesuita de Jérez del Marquesado ha iniciado un ayuno espiritual y reivindicativo para pedir el final de los distintos conflictos bélicos que asolan el planeta. Gaza, Ucrania, África... Son las razones por las que no probará bocado estas fiestas a la espera de una reacción de los principales líderes mundiales.
Esteban no come nada desde la cena de Nochebuena. A sus 76 años decidió renunciar a una de las jornadas más destacadas de la Navidad por su compromiso con los más desfavorecidos. Una decisión tomada a partir de conocer las masacres y la violencia que se sucedía más allá de nuestras fronteras. «El ayuno es una medida espiritual que he tomado por mi conciencia. No puedo celebrar la Navidad este año como las anteriores. Hay un contexto de sufrimiento humano muy grave. El mundo necesita parar y reflexionar. Yo he parado», explica Esteban Velázquez Guerra a IDEAL desde su hogar en Jérez del Marquesado.
Su segundo apellido choca con su objetivo en plenas fiestas navideñas, aunque no guarda ninguna semejanza con la realidad. Esteban es una persona que confía en la paz y la armonía como modo de vida para progresar y mejorar la sociedad. Miembro de la Compañía de Jesús, de joven se doctoró en Teología por la Universidad de Granada. Actualmente vive en la comunidad jesuita situada en el barrio granadino de Cartuja. También cuenta con una vivienda en el pequeño pueblo de la comarca de Guadix, donde gestiona la Fundación Centro, Persona y Justicia. Allí compagina sus actividades formadoras y espirituales con un ayuno que pretende prolongar hasta 2024.
«No como absolutamente nada de sólido. Por prescripción médica sí que estoy tomando suero y un complemento vitamínico. A mi edad sé los riegos que corro. No soy Dios, ni tampoco Superman. No sé si el ayuno ayudará a que cese la violencia. Estoy seguro de que visibilizará el conflicto y ayudará a que otra gente se sume para pedir un cambio. Me hace consecuente con lo que pienso», detalla. Su medida busca una reacción en la sociedad. Principalmente, en los principales líderes religiosos y políticos.
«Es necesario que se posicionen aunque solamente sea por razones humanitarias. Ellos son los que pueden ayudar a parar las guerras y a devolver la paz al mundo que nos rodea. Mis allegados me apoyan porque saben que lo siento de verdad», añade al confesar que cree en lo espiritual como una manera de transformar el mundo. «Es una forma más de reivindicación», señala Esteban.
Tiene previsto finalizar su ayuno el próximo 1 de enero. Tras la Nochevieja, el anciano habrá encadenado una semana completa sin comer en pro de la paz mundial. Una meta por la que lucha poniendo en riesgo su integridad esta Navidad. «Quiero hacer llegar mi iniciativa al Papa Francisco. Necesitamos un cambio de rumbo y los líderes deben actuar ya», sentencia desde su hogar. Una nueva causa por la que quedarse sin Navidad.
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