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Antonio Ochoa
Guadix
Viernes, 26 de marzo 2021, 00:43
El carisma de los Hermanos Fossores de la Misericordia se basa en el cumplimiento de las dos últimas obras de misericordia: enterrar a los difuntos y orar por los vivos y muertos. Fue esto lo que un día llamó la atención de Ibán de María ... Guardiola, natural de Cieza (Murcia) quien, a sus 32 años, decidió dejarlo todo para ingresar en esta congregación.
Este proyecto de congregación fue fundado en Guadix el 11 de febrero del año 1953. A partir de ahí, la comunidad se extendió por varias ciudades de nuestra geografía nacional: Jerez de la Frontera, Huelva, Vitoria, Pamplona, Logroño y Felanich. Actualmente, solo mantienen presencia en Logroño y Guadix.
Ibán siempre ha sido una persona muy ligada al catolicismo. Fue monaguillo, catequista y siempre tuvo interés por la oración. Siendo adolescente, conoció a través de los medios la historia de los hermanos fossores, y sin duda captó su atención. «Desde pequeño siempre he visitado el cementerio con mi abuela. Estamos educados en la muerte. La gente tiene miedo de visitar el cementerio y esto es un error», comenta.
Más tarde se marchó a Granada, donde trabajó como auxiliar de enfermería en la residencia ASPAYM, ayudando a personas con gran discapacidad física gravemente afectadas.
Un día, durante el verano del año pasado, se acordó de aquellos artículos que leyó siendo adolescente sobre los hermanos fossores y decidió llamar para hacerles una visita ese mismo fin de semana. No lo comentó con nadie. Tan solo quería desconectar y conocerlos. A raíz de esa visita, llegaron otras más, lo que hacía que cada vez se interesara más por esta congregación. De hecho, regresó a Granada, pero continuó llamando y haciendo visitas. «Yo venía aquí y no quería marcharme», nos cuenta.
Ibán tenía su vida encaminada: un trabajo estable, un alquiler, pareja, hasta se había comprado una casa en la montaña… pero no le llenaba. «Vivimos en una sociedad de consumismo: buscamos tener el mejor móvil, la mejor ropa, el mejor coche, y yo me di cuenta de que eso no me hacía feliz».
En su cuarta visita a Guadix, Ibán llegó con una pequeña maleta y se hospedó durante cinco días. Aquí se dio cuenta de que necesitaba hacer un cambio en su vida porque su sitio estaba vinculado a los hermanos fossores de Guadix. Habló con fray Hermenegildo, hermano superior, para comentarle la decisión que había tomado y este le hizo saber que debía estar muy seguro de ello. «Lo que más me preocupaba al principio era decírselo a mis padres y a mi novia, por el qué dirán, pero estaba convencido de lo que quería».
En septiembre del pasado año, Ibán trajo a su padre por sorpresa a Guadix. Durante el trayecto, le explicó su intención y se sorprendió asimismo por su aceptación. Ese mismo día, su padre conoció a los hermanos fossores y habló a solas con fray Hermenegildo. Al acabar la reunión, descubrió que su padre estaba muy feliz. Fue ahí cuando se dio cuenta de que esta nueva etapa en su vida había comenzado.
La comunidad relata que están muy contentos con él, ya que acaba de terminar su etapa de prenoviciado con éxito, lo que significa que ven al candidato preparado. «Estamos encantados. El chico es joven, pero está preparado. Además, el tener el título de técnico auxiliar de Enfermería hace que pueda cuidar de los hermanos más mayores», comenta fray Hermenegildo.
Actualmente, Ibán estudia a distancia Teología y Filosofía en la Universidad Eclesiástica San Dámaso (Madrid) para poder llegar a ser presbítero algún día.
No le preocupa mucho su futuro. Quiere seguir siendo un hermano más y ordenarse sacerdote para estar a disposición de la comunidad, bien sea aquí o en Logroño. El obispo, Francisco Jesús Orozco Mengíbar, le apoya y anima a servir al pueblo de Guadix y a los fossores.
«Mis amigos me visitan y me preguntan si no me da miedo que en un futuro me quede solo, puesto que el resto de hermanos son mucho mayores, pero yo no pienso en eso», asegura. Para terminar, comenta una de las frases que solía decir fray José María, fundador de la congregación: «Cada alma es un misterio. Dios me ha llamado y soy muy feliz».
Ibán ahora afronta otro año de preparación de noviciado. A día de hoy, se convierte en el hermano fossor más joven, siendo el cuarto de la ciudad accitana y uniéndose a los otros tres que hay en Logroño. Lo hace siete años después de fray José, que fue el último nombramiento de la congregación en Guadix y que actualmente se encuentra en Logroño. De esta manera, rejuvenece y da esperanza a esta congregación histórica y tan peculiar, que hasta día de hoy se encontraba en peligro de extinción.
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