Inés Gallastegui
Granada
Martes, 19 de enero 2021, 11:48
Gobernador tiene un cinturón rojo. Este tranquilo municipio de los Montes Orientales no es una gran ciudad como París, Madrid o Barcelona, donde se acuñó este término en alusión a las poblaciones obreras en torno a una capital rica. Tampoco es una isla conservadora ... en un océano de izquierdas; de hecho, allí gobierna el PSOE. No hablamos de política, sino de salud: el cinturón rojo de Gobernador está hecho de poblaciones con una incidencia acumulada (IA) de más de mil contagios de Covid-19 por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días: Morelábor (1.317), Píñar (1.230), Torre-Cardela (1.494), Guadahortuna (1.291), Pedro Martínez (1.264) y, no lindando con su término pero muy próximos, Huélago (2.729) y Alamedilla, con una incidencia acumulada de 3.484. En Gobernador es cero.
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Es verdad que, en municipios poco poblados, basta un brote en un grupo familiar o en una empresa para volver locas las estadísticas: pese a lo escandaloso de las cifras, los siete pueblos citados han registrado solo entre 8 (Morelábor) y 25 (Guadahortuna) PCR positivas. Este último, con sus 1.872 vecinos, es la 'metrópoli' de este área.
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Si se mira de cerca el mapa, la mancha roja en torno a esta localidadagrícola con 229 habitantes censados parece, más que un cinturón, un puño. Una enorme amenaza que se cierne sobre el pequeño pueblo de 23 kilómetros cuadrados, que en las últimas dos semanas no ha contabilizado ningún positivo en coronavirus.
«No sé cuál es el secreto, la verdad», admite la alcaldesa, Sandra Plaza. Por ser una población envejecida –ha perdido la mitad de su censo desde 1960-, con más riesgo de complicaciones y muertes en caso de Covid, las normas de prevención, en general, se han respetado. Desde que comenzó esta pesadilla hace casi un año, solo cuatro 'gobernadores', que así se llaman a sí mismos, han dado positivo: una pareja y sus dos hijos que, además, tuvieron la precaución de autoconfinarse en cuanto supieron que habían tenido contacto con un posible positivo.
Suerte y también prudencia, aventura la primera edil. El Ayuntamiento ha favorecido el teletrabajo, durante el confinamiento duro puso en marcha un dispositivo para hacer la compra a los vecinos, encerrados en sus casas, y en verano suspendió actividades infantiles y juveniles cuando se enteraron de que había brotes en los pueblos vecinos.
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Lo paradójico es que Gobernador, con cero contagios, recibe indirectamente el 'castigo' de las altas tasas de los pueblos limítrofes: el confinamiento perimetral de sus vecinos lo deja, de hecho, confinado. Tras las nuevas restricciones aprobadas el viernes por el Gobierno andaluz, no se podrá salir ni entrar de los municipios con una IA superior a mil y sus comercios no esenciales quedarán cerrados. Torre-Cardela, Alamedilla y Huélago ya estaban en esa lista; Morelábor, Píñar, Guadahortuna y Pedro Martínez, que ya habían superado la tasa 500, entran esta medianoche. Además, el presidente Moreno ha pedido al Gobierno central poder adelantar en estos municipios el toque de queda y ordenar el confinamiento domiciliario.
En Gobernador no hay tiendas. Solo dos bares y una farmacia. Los vecinos se apañan con el mercadillo de los domingos y, para el resto de las compras, muchos se desplazan habitualmente a Torre-Cardela, Guadahortuna o Iznalloz o incluso a Granada. Todos cerrados perimetralmente a partir de este miércoles. El Ayuntamiento no descarta restablecer un dispositivo de ayuda para garantizar el abastecimiento de productos básicos.
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Tampoco hay Policía Local y, por tanto, no habrá 'controles fronterizos'. Pero la alcaldesa 'gobernadora' advierte: será implacable si alguien de la 'zona roja' pretende saltarse el muro virtual establecido por la Junta de Andalucía. No es paranoia: el pasado 31 de diciembre, un grupo de jóvenes de Torre-Cardela, cuyos bares estaban cerrados, se desplazó a Gobernador para celebrar la Nochevieja saltándose todas las normas anticovid. La Guardia Civil no pudo acudir, pero la máxima autoridad municipal llamó al orden al dueño del local, que se había visto algo superado por la situación, y las aguas volvieron a su cauce.
Los vecinos de este apacible pueblo agrícola confían en que todo siga igual dentro de sus modestos límites, pese al amenazante cinturón rojo que los rodea. A cero.
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